4/11/2009

sigue la lucha sin cuartel!

Continuando con la campaña por lavar su imagen mientras cuenta Aedes aegypti , y otros "vectores importados", la minsitra de salud, a sus raids por cables y radios tapándolos de pauta publicitaria a cambio de un agradable tratamiento de su gestión (!!), su ya clásico mapa del mosquitou, agrega ahora esta tradicional cortina musical para acompañar la lucha contra los desaforados insectos.

Según los estrategas del márketing ministerial, tenemos que recordar a la comunidad que "Donald no sólo es un pato bonito, sino un canta autor comprometido con su época", para lo cual la campaña uniría en su cortina musical dos grandes tradiciones peronistas: la de la erradicación del dengue por parte de Santiago Carrillo a mediados del siglo pasado, expresado en el "chequen-dengue chequen-dengue" del pegadizo estribillo, junto a la mejor herencia cultural justicialista encerrada en el colectivo "compañeros".

Y..., qué me contursi obispete goripicador? Bancamos esta campaña o le metemos palos en la rueda como siempre?

10 comentarios:

J F M dijo...

ALOCADO?! NO TANTO!

Con la MUERTE de la SENADORA por la Prov. de SANTA CRUZ...Me pregunto:

PIERRE no se podrá postular para ocupar su Banca en el SENADO?

(Evitando así el 'temita' ese del domicilio...ya que se postularía por su provincia)

y:

Eludiendo el hecho de que esta vez PROV. DE BUENOS AIRES no elije SENADORES?

Lo cual...pienso...llevaría a NACIONALIZAR la elección, arrastrando un aluvion de votos al presentarse para SENADOR, con 2 LISTAS de Diputados (La Progre, y la Peronista-peronista-a-raja-tabla)????

...y....me pregunto...

Gerardo dijo...

Y de paso quedar mejor posicionado para la eventual sucesión presidencial. ¿no?

Anónimo dijo...

Genial síntesis este jingle de campaña! Hitero y testimonial.

Me inspiro en Elementales Leches:
"todo lo que está y no se usa nos fulminará".
Como Donald, como el Raid, el de mosquitos y el de hormiguitas, hay varios.

Nando Bonatto dijo...

El tema de Ocaña ya es un tema que la exceda a ella.
Basicamente la cuestion del dengue pone sobre el tapete un problema gravisimo cual es la imposibilidad de encarar CUALQUIER CAMPAÑA NACIONAL DE SALUD SOBRE CUALQUIER TEMA y esto debido a que no existen instrumentos legales para ello y se deja la cosa a la coordinacion entre jurisdicciones sin ningun tipo de pautas obligatorias
asi se hace un matute entre nacion provincia y municipios que es un viva la pepa
Y ESTO DESDE EL DESMANTELAMIENTO LLEVADO ADELANTE POR EL COMPAÑERO MENEM .
Como en educacion ,en salud no se remonto la cosa de un armado nacional .
Para decir las cosas como son
En el ministerio amen de la necesidad de contar con un SANITARISTA DE FUSTE al estilo Floreal Ferrara discipulo de Carrillo por ejemplo
y no un buen administrador ,hace falta urgente armar un plan nacional de salud.
Con el tema del " federalismo " se jode demasiado

J F M dijo...

Lo que no se, y pido, Don Artemio nos aclare...es si SANTA CRUZ para esta elección elije Senadores nacionales...

Pero se puede desprender una jugada política de el fallecimiento de esta mujer????

RESPUESTA? RESPUESTA?

Dr. Spaciuk dijo...

El problema fundamental consiste en que la administración de salud ha sido supeditada al sistema de alianzas político-electorales. Así se pone todo el énfasis en obras e infraestructura y se desinvierte tanto en insumos como en los profesionales del área . El acento se pone en la inauguración una y otra vez edificios vaciós que no se pueden poner en marcha. Los mordisquitos que se pueden dar en los contratos por obra pública son más difíciles de realizar en las licitaciones por compra de insumos, mientras que el dinero que se roba con la contrucción de edificios es más fácil de sobrefacturar y se puede repartir en todos los niveles (nacional, provincial y municipal) Ademas, electoralmente, tiene más impacto la inauguración de una obra que la correcta adminitración o provisión de profesionales e insumos. Luego, si el sistema de salud no funciona, el usuario le echará la culpa al profesional que lo atiende, más que al político corrupto, mentiroso e inútil.

Anónimo dijo...

Santiago? el comunista se ocupó del dengue. No sabía que en España también fue epidemia.

Y si mejor no hablamos de Ramón? Ese si fue un MINISTRO de Salud.

Anónimo dijo...

Artemio:

Porqué tanto palo para la Hormiguita? Tanto te disgusta?
Es lo único que queda de una construcción más plural que exceda el marco del pejotismo. Siendo que las Liebres ya huyeron y el resto de los progres nunca estuvieron, habría que bancarla un poco no te parece?.

EW

Anónimo dijo...

Artemio:

Intuyo un particular encono para con la Ministra de Salud. No es que sea LA MINISTRA DE SALUD, pero convengamos que tampoco en las otras áreas tenemos LOS MINISTROS QUE SE LA SABEN LUNGA.
Además es la única Ministra no pejotista que nos ha quedado.

Adorable la tapa de Crónica.

EW

Pata Maldita dijo...

Artemio:
le mando esta excelente nota sobre eltema publicada por Federico Tobar para la Revista médicos.
Creo que le va a interesar.

La sedición del mosquito


“Primero vinieron y se llevaron a los comunistas y como no éramos comunistas, no nos preocupamos..
Después vinieron y se llevaron a los Judíos y como no éramos Judíos, no nos preocupamos
Luego vinieron por los negros y como no éramos negros, tampoco nos preocupamos
Ahora están golpeando a nuestra puerta...“
Martin Niemöeller
La salud colectiva no ha sido un tema prioritario para los argentinos durante los últimos treinta años. Por un lado, dejamos que los medios masivos de comunicación nos vendieran un imaginario médico centrado en la alta tecnología. Por el otro lado, pusimos nuestras expectativas en un sistema de atención cada vez más fragmentado, mientras abandonábamos las políticas sanitarias.
Hemos hipertrofiado nuestro sistema de salud mientras dejamos atrofiar nuestras respuestas sanitarias. Faltaríamos a la verdad si afirmáramos que carecemos de un sistema de salud. El problema es que tenemos muchos. Esto sucedió, de a poco, como resultados de un largo proceso donde cada uno atendía su juego y nos desentendíamos de la salud colectiva.
Primero dejamos que se impusiera una definición: que no alcanzaba con la respuesta estatal a nuestros problemas de salud. Entonces, apostamos a seguros sociales que, por definición, imponen aportes y contribuciones obligatorias, mientras distribuyen beneficios siguiendo padrones solidarios. Claro que esa solidaridad se practica solo entre quienes están asegurados y la mitad de la población no lo está.
Luego, como la respuesta de los seguros sociales tampoco nos resultó suficiente, hemos alentado el surgimiento de un mercado de seguros privados. Donde, también por definición, la contratación y el aporte son voluntarios y los beneficios son concentrados. La realidad es que cuando los sectores de ingresos medios y altos no necesitaron más de la respuesta estatal en salud, la financiación y el mantenimiento de los servicios públicos perdieron prioridad. La triste consecuencia es que los servicios para atender a los pobres siempre tienen a convertirse en pobres servicios.
Después, atomizamos la respuesta de esos servicios en vías de empobrecimiento. La descentralización hizo que no tengamos más un subsistema público sino muchos. Tantos como provincias y municipios. Y nadie hizo un intento de coordinarlos. Vale la pena reiterar esta, que es la tesis central de este artículo: desde la descentralización de los servicios públicos de salud nunca hubo un intento por coordinar las respuestas públicas.
Tenemos un Consejo Federal de Salud (COFESA), que ya es treintañero (fue creado en 1971) sin que jamás los ministros provinciales y nacionales hayan convocado a los municipios para coordinar acciones. A su vez, ninguna provincia hizo su propio consejo de salud en el cual se juntaran de forma periódica las autoridades provinciales y municipales. Y esto no sucedió por falta de ejemplos. Hace veinticinco años que vemos como nuestros vecinos en Brasil asumen de forma casi religiosa la coordinación intergubernamental de las acciones sanitarias.
Si cada provincia y municipio se las arregla por su cuenta, el sistema de servicios de salud comienza a padecer ineficiencias e ineficacias por falta de racionalidad. Una plétora de servicios por un lado y carencia de los mismos por otros. Duplicación de la oferta, subsidios cruzados y pacientes peregrinos. Tómese como ejemplo que el 41% de los egresos de los hospitales porteños y 39% de las consultas son de habitantes del Conurbano Bonaerense).
Como en el verso del epígrafe, ahora vienen a golpear a nuestras puertas. O para ser más exactos, deberíamos decir ahora comienzan a zumbar en nuestros oídos. Porque la amenaza que pone en evidencia nuestra dejadez sanitaria tiene como protagonista al mosquito.

¿Para qué tenemos un Ministerio de Salud?
¿Para qué sirve un ministerio de salud nacional que no tiene servicios propios? En principio para coordinar y regular. Pero ya vimos que claudicamos de la coordinación y otro tanto podríamos decir de la regulación. Pero ese es tema de otro ensayo.
El argumento más importante es que hace falta un ministerio nacional para garantizar la provisión de aquella parte de la salud que constituye un bien público. Es decir, para estimular la promoción, la prevención, ejercer el control y la vigilancia sanitaria. No son tareas simples ni son tareas menores y bien desempeñadas harían que todo el sistema funcionara mejor. Son tareas abandonadas, que hemos dejado atrofiar, que hemos descuidado y desfinanciado. Que hemos debilitado con la descentralización. En síntesis, promoción, prevención y vigilancia son funciones esenciales en salud que debiéramos asumir como prioridades absolutas y principal eje de la coordinación intergubernamental del sector.
Las conquistas sanitarias más importantes no tienen al sistema ni a sus servicios como protagonistas. Porque para producir salud hace falta mirar también por fuera de los servicios. Más salud no es más hospitales. Como afirmaba Ramón Carrillo, la salud va a estar bien el día en que necesitemos menos hospitales. Frente al discurso mediático actual esto puede parecer absurdo. La salud es representada como el resultado de un combate de comandos de elite, donde héroes como el Dr House y su equipo, o el grupo de emergentólogos de ER, vencen al enemigo utilizando las tecnologías más sofisticadas.

Los mosquitos no están en el PMO
Mareados por esa imagen de la salud centrada en los hospitales, tardamos demasiado en percibir el amenazador vuelo del Aedes Aegypti a nuestro alrededor. Un mosquito urbano que es vector de dos enfermedades contagiosas mortales como el Dengue y la Fiebre Amarilla. Junto a su primo Anopheles, responsable por la Malaria, constituyen aún hoy las mayores amenazas a la salud pública. En el mundo hay, cada año, unos 500 mil casos de Malaria y 200 mil de fiebre amarilla. A su vez, solo en nuestra región, el Dengue ha causado cerca de 150 mil casos en lo que va del 2009.
Es que los mosquitos no responden a la hipertrofia de nuestro sistema de salud. Los mosquitos no tienen obra social ni prepaga. No son municipales, provinciales ni nacionales. No preguntan a sus víctimas si son asalariados en blanco o son trabajadores informales. Incluso, se confunden los medios masivos de comunicación cuando describen al Dengue como una enfermedad de la pobreza. El mosquito es un iconoclasta y pica a todos por igual. Si mueren más los pobres que los ricos es por falta de acceso al tratamiento oportuno y adecuado.
A este supervillano no se lo combate con cuerpos de elite equipados con supertomógrafos helicoidales multicorte. Lo más efectivo es aplicar una antigua estrategia higienista, que llegue casa por casa, con información, eliminando cacharros y focos donde pueda haber larvas, y rociando con veneno allí donde haga falta.
Aunque hoy nos resulte paradójico, tenemos en el país al mejor ejemplo en la lucha contra el mosquito. En 1945 el doctor Carlos Alvarado creaba el LAMI, servicio de lucha antimosquito integral. En dos años de trabajo consiguió reducir una incidencia de 300 mil casos de paludismo a solo 137 casos en una zona hiperendémica de un millón de kilómetros cuadrados.
Alvarado descubrió que se podía combatir al mosquito durante diez meses al año, centrándose en la eliminación del alga spirogirae cuya presencia estaba altamente correlacionada con las larvas del Anopheles. Vencido el Anopheles pudo concentrar sus esfuerzos sobre Aedes. La técnica de intervención era muy simple: inspectores domiciliarios preparaban una suspensión de DDT en petroleo y con ella trataban charcos, lagunas, fuentes y desagues. Un control sistemático y riguroso le permitió eliminar el mosquito.
El “hombre de la gotita”, así se lo conocía de forma popular. Diseñó estrategias militares para vencer al enemigo. Trazó mapas precisos y entrenó sus tropas: un agente sanitario cada 4.000 habitantes. Controló las enfermedades y se convirtió en “héroe sanitario panamericano”. Es poco lo que se ha innovado sobre el método de Alvarado. Pero lo hemos abandonado.
El mosquito festejó cuando en un pasado, que hoy nos parece casi prehistórico, se anunció la creación de un fondo de redistribución social para salud de $600 millones integrado por recursos que se prevía recaudar con la derogada Resolución 125, aumentando las retenciones a las exportaciones agrícolas. Se habló de construir nuevos hospitales e incluso algunos Centros de Atención Primaria. De nuevo el Doctor House le ganaba al Doctor Alvarado.
Mientras esto sucedía Brasil escalaba la producción de vacunas anti fiebre amarilla en su fábrica Carioca de Biomanguinhos y desarrollaba una vacuna contra el Dengue en el instituto Butantan de San Pablo.
No es justo echarle la culpa de nuestro retroceso sanitario solo a las autoridades. Aún suponiendo que las autoridades sanitarias tuvieran clara la prioridad. El mejorar la prevención y el control no hubiera tenido buena acogida por la prensa ni impacto positivo en la opinión pública. Con muy pocos recursos se hubiera podido implantar un LAMI, se hubiera fortalecido la logística para que las muestras de sangre lleguen rápido al Instituto Maiztegui o al Malbrán y los resultados de diagnóstico estén disponibles en pocas horas. Esto hubiera permitido disponer de una sola cifra oficial de incidencia. Se hubiera provisto insecticidas y reponer aquellos “vencidos”. También hubiera sobrado para adquirir equipos de rociado que, hoy debemos pedir prestados al Paraguay.
La salud colectiva no ha sido un tema que preocupara a los sectores medios y altos de argentina durante los últimos treinta años. Hizo falta esta lamentable insurrección del mosquito para recordarnos que la salud no es solo el sistema.