
Esta noticia, específicamente , muestra el agigantamiento del temor de la opinión pública local por una patología cuya casuística nacional no se corresponde con el nivel de terror que promueve, superando incluso a los niveles reportados en el país más afectado realmente por la enfermedad.
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La fuerte intervención mediática en la formación de opinión pública en ambos países.
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El tipo de tratamiento diferencial que en México y Argentina dan los gobiernos y los medios masivos al fenómeno analizado.
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La permeabilidad de la opinión pública local a organizar sus percepciones y eventualmente sus comportamientos en torno al miedo, más allá de los fundamentos materiales de esta percepción.
Respecto al tema "inseguridad" ocurre algo similar. Las preocupaciones locales tan aumentadas respecto al tema, excenden normalmente la media latinoamericana y las tasa de delitos efectivos, sean de la modalidad que fueran, no se corresponden con esa percepción agigantada y se ubican muy por debajo de cualquier estadística sobre hechos delictuosos regional, y respecto a la mayoría abrumadora de los países analizados.
Hay firmes indicios de que constituímos una sociedad particularmente aterrorizada y aterrorizable, muchas veces sin fundamentos reales o al menos sin proporcion con las medias regionales y de otros países individualmente considerados.
Por desagradable que parezca esta circunstancia , es muy probable que esta creciente brecha entre realidad y percepción, promotora básica de terror ciudadano, abra una gran ventana de oportunidad para la oferta político ideológica futura y , por supuesto, con enormes consecuencias electorales. Lo veremos pronto.