12/04/2016

macri gato :encuestadores analizan al felino



LA IMAGEN DEL PRESIDENTE A UN AÑO DE GOBIERNO MACRISTA
Rota, pero no perdida
Los consultores explican una paradoja en la opinión pública en la que el fuerte rechazo a la política económica, la inflación y los tarifazos limaron la imagen presidencial, pero con un piso.

Raúl Kollman:

Los consultores en campañas electorales coinciden en que Mauricio Macri arrancó el año con una imagen positiva que estaba arriba del 60 y llegaba al 70 por ciento y hoy perdió entre 15 y 20 puntos. Es decir que en promedio hay un 45 por ciento de ciudadanos que opinan bien del Presidente. Para algunos consultores ese número, pese a la caída, no es malo, teniendo en cuenta que la opinión pública, mayoritariamente, opina mal o muy mal de la situación económica. Hay drásticos cuestionamientos a las tarifas, la inflación, la recesión, aparece amenazante la pérdida del empleo y el miedo al despido. En resumen, existe una percepción de que Macri administra para los poderosos.

El punto más fuerte de Macri es que hoy sigue habiendo una expectativa fuerte de que las cosas mejoren en 2017, que haya reactivación y baje la inflación. Aún así, gran parte de los consultores evalúan que continúa existiendo una especie de grieta o que la sociedad sigue dividida en dos partes bastante parejas, con miradas opuestas. En ese marco hay casi unaninimidad de que, incluso las expectativas se van enfriando y están los consultores que hablan directamente de pesimismo.

Las opiniones de nueve de los más conocidos consultores fueron recogidas por PáginaI12 cuando faltan muy pocos días para que se cumpla un año desde la asunción del gobierno de Macri. Son profesionales que han trabajado para candidatos muy diversos y de alianzas y partidos muy distintos. Tal vez una síntesis es la que refleja Manuel Mora y Araujo, de Ipsos-Mora y Araujo: “La valoración del gobierno está en el orden del 50 por ciento –punto más, punto menos– y me parece que no está mal, dada la valoraciòn que la gente hace de la situación de la economía, que es francamente mala”.

Ondulaciones
Hugo Haime, titular de Haime y Asociados, recuerda que “este año comenzó con una alta expectativa de que al gobierno las cosas le vayan bien. Había una fuerte aprobación de gestión y una muy buena imagen personal de Macri. Era el momento en que a la vez se aprobaba la salida al cepo, el diálogo politico, la búsqueda de transparencia en las estadísticas. También se creía en el mensaje de que bajaría la inflación y llegarían las inversiones que generarían trabajo. Con el tiempo la expectativa cayó en la medida en que la inflación no bajó, las inversiones no llegaron y la economía no se reactivó. Junto a eso el gobierno tuvo un gran tropezón con su intento de incrementar las tarifas publicas. Agosto fue su peor momento. Septiembre, con el Minidavos y las giras al exterior, volvió a generar una expectativa, que volvió a decaer el último mes. La población continua partida en dos en el nivel de aprobación-desaprobación del gobierno. En síntesis, diría que la administración Macri salva la ropa con un nivel de aprobación del 45 por ciento y una imagen positiva personal de Macri de 56, pero se abren muchos interrogantes. La población esta preocupada por el bolsillo, y esperando que la economía arranque. Quienes no votaron al gobierno en segunda vuelta no le tienen confianza. Los que lo votaron están en situación ambigua: algunos dudan y seguramente esperarán a los primeros meses del año para terminar de evaluar”.

Tiempo
Eduardo Fidanza, de Poliarquía, refleja también esa paridad, aunque menciona un dato que tal vez esté en la base de la esperanza de una parte de la población: “Macri necesita tiempo, argumentan. Nuestra encuesta indica que el gobierno tiene la aprobación del 55 por ciento y el rechazo del 44. La desaprobación proviene básicamente del electorado que votó al FpV en el ballottage y el gobierno conserva un nivel relativamente alto de aprobación entre los votantes de Massa. Estas magnitudes están consolidadas desde hace aproximadamente cuatro meses, con una leve tendencia a la baja en la última medición de noviembre. La evaluación de la gestión económica está polarizada y bajan las expectativas de inflación. El presidente tiene una imagen positiva del 46 por ciento y una negativa del 32 por ciento. En general se mantienen altas las expectativas de mejoramiento de las condiciones del país para el próximo año. Más de la mitad de la población es optimista en relación a 2017, piensa que la situación del país progresará. En este sentido, el gobierno encara 2017 con el crédito abierto, a pesar de las dificultades. El 56 por ciento de la población estima que ‘sabe cómo resolver los problemas pero necesita tiempo’”.

Mala nota
Roberto Bacman, titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) recuerda que “días atrás, Macri ante la pregunta de un periodista calificó a su gestión con ocho puntos. Esa es su opinión, y obviamente es válida, pero todo parece indicar que para los argentinos la situación es muy diferente. El Índice de Satisfacción Ciudadana que elabora CEOP desde agosto pasado, donde los entrevistados deben calificar la gestión de gobierno con un puntaje de 1 a 10, en noviembre arrojaba una media de 3.98 puntos. Es decir que la gente le pone un cuatro y con tendencia al descenso: bajó con respecto al primer mes de medición, agosto. Más aún: si se discrimina ese promedio por rangos, un 63,4 por ciento se muestra insatisfecho (1 a 4 puntos), el 18,4 posee una satisfacción estándar (5 y 6 puntos) y sólo un 18,2 está abiertamente satisfecho (entre 7 y 10 puntos). La dimensión económica es el principal motivo de insatisfacción en este índice. Apenas obtiene 3.38 puntos. Los aspectos económicos peor evaluados son la eficiencia en el manejo de la economía y la disminución de la pobreza”.

Fortaleza
Federico Aurelio, de Aresco, tiene datos parecidos, con una aprobación del gobierno del 45 por ciento. Pero trata de evaluar si eso es signo de fortaleza o debilidad. “Macri partió de una valoración muy positiva que se generó a partir del cambio de gobierno, pero fue cayendo. Si tenemos en cuenta los duros ajustes que tuvo el bolsillo de los argentinos, que el Gobierno Nacional haya transitado el primer año manteniendo la expectativa favorable de casi la mitad de la población es más un signo de fortaleza que de de bilidad. Es importante señalar que la mayoría está disconforme con lo vivido, pero la mitad que apoya al Gobierno mantiene su crédito porque entre otros factores considera como principal responsable de los problemas del país al gobierno anterior. Pero también es cierto que en el 2017 la demanda va a trascender las señales políticas y la sociedad va a exigir hechos concretos de mejora de los temas que los afecta en su vida diaria”.

Polarizados
“Con leve deterioro en la imagen de gestión y personal –analiza Artemio López, de Equis–, aún no percibo grandes cambios en el estado de opinión pública que alteren sustantivamente el sistema de preferencias de la segunda vuelta electoral. La novedad es que Macri mantenga niveles de popularidad altos y Cristina haya logrado atrapar la dimensión de opositora principal. En otras palabras, a pesar del desastre socioeconómico que produjo, Macri y su gestión aún no manifiestan gran erosión en su evaluación, que sigue teniendo niveles de aceptación en torno al 45 por ciento. Sin embargo la nota distintiva es la persistente polarización de la opinión pública sin cambios respecto a la existente en noviembre de 2015, lo que impulsa el recorte nítido de Cristina como opositora principal y crecientemente única opositora real”.

“Persistiendo este clima socioeconómico adverso –completa López– en principio el gobierno deberá extremar su capacidad de construir burbujas de bienestar relativo transfiriendo ingresos a la base de la pirámide social vía planes de ayuda, con el objetivo de darle la mayor autonomía posible a la estrategia electoral y sus candidatos respecto a las deterioradas condiciones estructurales de la economía nacional”.

Luna de miel
Ricardo Rouvier de Rouvier y Asociados está convencido que la luna de miel con Cambiemos terminó. “Macri inició su gobierno con un nivel de expectativa alto y con una imagen positiva alrededor del 70 por ciento, que superaba a su caudal electoral en el ballotage. Pero, a medida que pasaron los meses se fue erosionando tanto la percepción favorable como la expectativa a futuro. La luna de miel terminó y el peso incidental de la herencia disminuye día a día. Sí, es cierto, se intenta un efecto compensatorio con la catarata de denuncias de corrupción sobre el kichnerismo, que apunta a estabilizar el escenario político, que se empezó a inclinar negativamente hacia el oficialismo. Los primeros meses del año próximo serán decisivos para que las opiniones adopten un camino más definido hacia lo positivo o lo negativo. La relación entre el estado de la economía y la orientación del voto va a ser muy sensible. Cuando decimos economía, hablamos de la incidencia en la vida cotidiana. Hay datos superestructurales que se difunden y quieren generar optimismo; pero el problema es la vivencia real”.

Pesimismo
En relación a la imagen del Gobierno se produce un fenómeno interesante que por momentos puede resultar enigmático. Al evaluar el desempeño del Gobierno en materia de gestión y políticas públicas las calificaciones son mayoritariamente negativas. Es decir, un espacio político (el PRO) cuyo posicionamiento tuvo históricamente centro de gravedad en las credenciales de gestión (“soluciones técnicas vs. ideologia y relato”) aun no consiguió instalar ninguna marca asociada a la gestión, como pudo haber sido el Metrobus en el ambito de la ciudad. Asimismo, las encuestas detectan que la incertidumbre y el desánimo tiñen a cada vez más segmentos de la opinión pública, un creciente pesimismo basado en las percepciones del entorno socioeconómico. Ahora bien, a pesar de las percepciones negativas y a pesar de la debilidad atribuida al Gobierno en el plano de la gestión, el Gobierno mantiene un respaldo importante y estable que oscila alrededor del 50 por ciento. La explicación no reside tanto en las expectativas, que transitan una pendiente descendente, o en el tan analizado estilo y estética de Gobierno. La explicación radica esencialmente en una dimensión política: no es casual que en torno del Gobierno surja un empate político-ideológico, de proporciones casi idénticas (el “fifty-fifty”) a la foto de la sociedad que alumbró el balotaje. En síntesis, y apelando al lenguaje televisivo, la grieta sigue en pie. La grieta explica que la misma realidad –percibidad como negativa en las dos orillas– sea elaborada de manera divergente: para una mitad se trata de herencia y para la otra es ajuste.



Aunque los consultores coinciden en que es prematuro dar un diagnóstico sobre las elecciones del año próximo, la mayoría coincide en que la clave será la Provincia de Buenos Aires y allí el electorado se divide en tres tercios –massismo, kirchnerismo más otros sectores del peronismo, y Cambiemos– con el oficialismo levemente más atrás por la falta de candidatos atractivos. Esta es la mirada de los consultores:.

Federico Aurelio: “A priori, y como sucedió en el 2009 y en el 2013, la elección en la provincia apunta a ser la madre de las batallas. Nuestras mediciones a lo largo del año se han mantenido muy estables con una paridad en la intención de voto de tres fuerzas políticas: FR de Sergio Massa, el Frente Cambiemos y el FpV/PJ. Massa es el principal beneficiario de los escenarios electorales donde Cambiemos presenta candidatos con menor intención de voto y el FPV lidera la intención de voto en el Gran Buenos Aires con mayor diferencia en la Tercera Sección Electoral. Cambiemos debe prever la participación de Macri y Vidal en la campaña para apuntalar a sus candidatos”.

Roberto Bacman: “En primer lugar no hay que perder de vista que es una elección legislativa: la gente vota con mayor libertad, inclusive se puede detectar cierta tendencia a elegir opciones opositoras como una especie de principio de compensación. Por otra parte, de una u otra manera, frente a las elecciones de medio término, los oficialismos plebiscitan su gestión. A Cambiemos ya no le alcanza el argumento de la herencia recibida. Como vienen las cosas, es obvio que la economía seguirá ocupando el centro de la escena. Pero la existencia de un último ingrediente le brinda cierta esperanza al oficialismo: la división que en la actualidad existe en el peronismo. Aunque los comicios de 2017 se llevarán a cabo en la totalidad del territorio nacional, tendrá su epicentro en la provincia de Buenos Aires. Y allí las cosas dependen de muchos factores, entre ellos quiénes serán los dirigentes que encabecen las listas. CFK es una candidata de gran peso en territorio bonaerense, su imagen viene creciendo en los últimos meses y su núcleo duro le asegura un piso más que interesante. Sin duda es la mejor representante del segmento de los opositores. Massa es otro posible candidato que podría protagonizar los próximos comicios. Tiene una excelente imagen en un distrito que supo ganar en 2013. Su mayor fortaleza: el segmento de los independientes. Al oficialismo se le presentan muchos interrogantes: no son tiempos de tirar manteca al techo. Es evidente que no existen, por fuera de la gestión, muchas figuras para esta crucial elección. Aún no está muy claro quién será el dirigente que encabece la lista. Elisa Carrió es una opción, pero no está absolutamente definido. Es cierto que María Eugenia Vidal es la dirigente política con mejor imagen en la actualidad”.

Hugo Haime: “Electoralmente vemos a la opinión publica dividida en tres. Los que apoyan al gobierno, los que se oponen y los que no quieren volver al kirhernismo pero son críticos del gobierno. En la provincia el gobierno tiene doble desafio: encontrar un candidato que le de volumen electoral o jugarse a que le alcance con que la gobernadora sea capaz de traccionar votos hacia un candidato. La alianza Massa-Stolbizer disputa con Cristina Kirchner en la provincia, relegando al oficialismo al tercer lugar pero queda mucho tiempo para definir tendencias claras”.

Eduardo Fidanza: “Es demasiado temprano, pero se puede hacer una estimación de fuerzas. El kirchnerismo es relativamente fuerte en los sectores populares donde, sin embargo, compite con el Frente Renovador. Cambiemos se consolida entre las clases medias urbanas, pero allí disputa también con Massa. Si Massa y Stolbizer sellaran un acuerdo, algo que dista de estar claro, se complicarían las chances del oficialismo. La coalición gobernante tiene un déficit de candidatos y sería ingenuo pensar que el carisma de Vidal, hoy la dirigente mejor evaluada del país, se trasmitirá fácilmente a figuras que no tengan bagaje propio. En el top five está Elisa Carrió, una aliada del gobierno, pero resistida como opción en Buenos Aires. Otra cuestión es si el oficialismo podrá y querrá conseguir candidatos próximos al peronismo. Son dilemas que Macri deberá evaluar: candidatos fuertes, con entidad y perfil propios, o candidatos que dependan de su impulso y el de Vidal. Otra cuestión es la capacidad para imponer la agenda de la campaña; desde ya, al gobierno le conviene más discutir de calidad institucional que de economía”.

Artemio López:  La tendencia de la opinión pública es a sostener los niveles de polarización del año 2015 y a los dos liderazgos nacionales ordenadores de entonces: Mauricio Macri y Cristina Kirchner. 

Sin embargo, es cierto que la elección de 2017 será parlamentaria y de componente local fuerte, pero tendrá en Buenos Aires el distrito clave que le dará dimensión nacional En este gran territorio de disputa, el oficialismo tiene en la gobernadora María Eugenia Vidal una figura de consideración ciudadana alta, lo que supone un respaldo de campaña fuerte. La provincialización parece la mejor estrategia de campaña para el oficialismo y los candidatos de Cambiemos deberán tener impronta provincial y ser capaces de replicar la popularidad de la gobernadora. 

Por el contrario la nacionalización de la elección bonaerense será la clave de la oposición en general y el FpV en particular y sus candidatos deberán replicar el volumen electoral de Cristina Kirchner que en Buenos Aires es de 30% como piso. Si los candidatos principales del FpV tienen fuerte impronta bonaerense combinada con autonomía de Cristina Kirchner, lo que se pondrá inmediatamente en juego será la discusión provincial, y entonces, aún en un contexto socioeconómico complicado y de polarización fuerte, el oficialismo tomará ventajas que pueden ser electoralmente decisivas en elecciones que se anticipan muy competitivas a pesar de la taxativa afirmación de el ingeniero civil Mauricio Macri: “Nos los vamos a empernar a todos”. 

Manuel Mora y Araujo: “Se va definiendo lentamente el panorama electoral. Por lo pronto, la tabla de posiciones de políticos con mejor imagen muestra una combinación de oficialismo (Vidal, Macri), líberos semi-oficialistas (Carrió), opositores moderados (Massa, Stolbizer), y una declinación de los dirigentes del peronismo cercano al anterior gobierno (Cristina, Scioli) en tanto que los peronistas más renovadores no levantan demasiado vuelo. Eso no habla de voto, pero sí de expectativas. El voto dependerá sobre todo de las ofertas de candidatos y cuánto prevalezca el enojo o satisfacción con el gobierno”.

Ricardo Rouvier: “Las elecciones reales serán distritales, pero la lectura periodística y de los políticos nacionales mirarán algunos distritos, sobre todo el de provincia, y juzgarán como un resultado nacional. El parámetro de lectura de las elecciones será gana o pierde el gobierno, gana o pierde la oposición. Y de esos triunfos y derrotas se va estableciendo la arquitectura para la renovación presidencial, y el futuro de las alianzas y disposición de las fuerzas políticas. Es decisivo para definir el escenario si CFK va a ser candidata o si será solamente Scioli. Por el momento, las encuestas muestran que el tercio de Cambiemos aún no se expresa en la opinión pública y tampoco sabemos el valor en votos de la figura de Vidal en la campaña. También es prematuro saber que si la combinación de Massa con Stolbizer (que crece en imagen) pone un freno a electores peronistas que rechazan a la diputada pero que atrae algunos votos de sectores independientes. Todo indica que la izquierda va a crecer”.

Ignacio Ramírez: “La sociedad dará su primer paso en el 2017 con menos expectativas que las que tenía un año atrás, cuando el cambio abría nuevas esperanzas. El paisaje electoral aún le sonríe al oficialismo ya que el archipiélago opositor se mueve mas por sus contradicciones internas que por el clivaje de oficialismo vs oposición. La oposición por el momento atraviesa una etapa de competencias tribales, lo cual favorece naturalmente al oficialismo. Para entender el escenario del 2017 es importante enfatizar una particularidad de las legislativas: tienen una indefinición intrínseca: no se sabe quién gana (la victoria se construye al día siguiente) y es una eleccion fuertemente envuelta de sentidos narrativos. Nadie vota diputados, sino que a través del voto los ciudadanos expresan mensajes articulados por las campañas”.

Artemio López: Aún muy lejano la confianza y expectativas ciudadanas respecto al año 2017 están a la baja comparada con los picos de aceptación del primer semestre de este año. Sucede que Argentina está en una profunda recesión con más de dos trimestres de caída en la actividad y destrucción de empleo creciente, con más de 350.000 nuevos desocupados urbanos y 550.000 si proyectamos a la PEA nacional.

Hay adicionalmente una caída de 12 pp. en el poder adquisitivo de la masa salarial total y un régimen inflacionario de 42% anual. En este contexto socioeconómico tan adverso toda recuperación en el año 2017 será invisible a la percepción de la opinión pública , un mero rebote estadístico o “rebote del gato muerto”, tal como se lo llama, encarnado en un felino que el Presidente Macri, sin proponérselo, ha puesto de moda en especial entre los jóvenes.

Persistiendo este clima socioeconómico adverso en principio el gobierno deberá extremar su capacidad de construir “burbujas de bienestar relativo” transfiriendo ingresos a la base de la pirámide social vía planes de ayuda diversos motorizados por municipios y referentes propios combinados con los autodenominados “Movimientos Sociales”, en rigor dispositivos para estatales ya de muy vieja data , con el objetivo de darle la mayor autonomía posible a la estrategia electoral y sus candidatos respecto a las deterioradas condiciones estructurales de la economía nacional.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los economistas los odian dicen que son niños bien que están tomando de giles a todos, que no saben un carajo y por lo que mas los odian, es por que han invertido todas las graficas y todos los economistas de hace rato que andarían con tortícolis.
por otro lado endeudan y venden las joyas como Menem.
devalúan , endeudan como Martinez de Hoz y encima hacen unas crisis precorralitos como el chupete están manoteando los depósitos de los ahorrista en dólares.
Macri tienen junta todas las nefastas virtudes de los peores gobiernos.

Anónimo dijo...

Coincido. Es una cruza de siglo xvll y menem