Economía real
Por David
Cufré
La economía
real atraviesa en abril una agudización de su deterioro. La producción
industrial, la construcción, las ventas de supermercados y del comercio en
general, la inflación y el empleo presentan peores resultados que en el primer
trimestre. A esta altura, la Unión Industrial Argentina proyecta una dura caída
del PIB del 2,5 por ciento para 2016, con una inflación del 40 por ciento como
piso en el área metropolitana. Este número podría escalar a 50 por ciento si el
dólar y las paritarias se recalientan, de acuerdo a la visión de los
empresarios, quienes por ahora manejan esta información puertas adentro de la
central fabril. La cámara que reúne a las principales cadenas de supermercados
reportó un derrumbe en las ventas del 8 por ciento en unidades en marzo, en
comparación con igual mes de 2015. En la primera quincena de abril la tendencia
se aceleró: el descenso es del 9 por ciento interanual, con bajas de hasta 15
puntos en artículos de tocador y limpieza. Pese a ello, las empresas que monopolizan
la producción de esos artículos, Unilever y Procter & Gamble, entregaron
esta semana listas de precios con incrementos de entre 5 y 10 por ciento.
Dentro del comercio minorista, cifras preliminares de la Cámara de la Pequeña y
Mediana Empresa (CAME) anticipan para abril una caída más pronunciada que la de
marzo, que fue de 5,8 por ciento interanual. En la construcción, los 2000
trabajadores despedidos ayer por la suspensión de las obras en Atucha III
elevaron a 57.000 los cesanteados desde noviembre del año pasado, según los
aportes a la seguridad social que computa la AFIP.
Todos estos datos alejan la
posibilidad de una recuperación importante de la economía en la segunda mitad
del año, como promete el Gobierno. El equipo económico acumula en poco tiempo
varios pronósticos errados. En noviembre aseguró que una devaluación no
impactaría sobre precios porque “el dólar oficial no afecta a nadie”. En enero
tuvo que corregir. Alfonso Prat-Gay sostuvo que el fogonazo inflacionario que
se había producido tras el alza del dólar de 9,80 a 13,50 pesos era “una
joroba” que quedaría atrás ese mes, para seguir desde febrero con valores
similares a los de octubre de 2015. El instituto de estadísticas de la Ciudad
de Buenos midió entonces una inflación de 1,7 por ciento. Luego el índice saltó
a 2 por ciento en noviembre y a 3,9 por ciento en diciembre, con la devaluación
consumada. En el primer trimestre acumula 11,9 por ciento. Son casi 18 puntos
en cinco meses, a los que abril agregará entre 6 y 8 más, según las proyecciones
de consultoras privadas. Es decir, pasados seis meses de aquella estimación de
Prat-Gay de que una devaluación no afectaría a nadie, la inflación habrá
trepado cerca de 25 por ciento, poco menos que los doce meses previos.
El Fondo Monetario Internacional
presentó esta semana su evaluación de la economía argentina. El dato saliente
fue que el PIB caería 1 por ciento este año, contra un crecimiento de 1,2 en
2015. Para el Indec de Jorge Todesca la expansión del año pasado fue mayor: 2,1
por ciento. En cualquier caso, el hecho es que se pasó de un escenario de
crecimiento y disminución gradual de la inflación a otro de caída del PIB y
aceleración de precios.
La muletilla de Cambiemos de que la
economía no crece hace cuatro años quedó desmentida por las mediciones del
Indec y del FMI para 2015. Otro mito que derrumban datos oficiales es que el
año pasado no se creó empleo privado. Los registros de la AFIP evidencian que
entre febrero y octubre se generaron 142.851 puestos de trabajo en el sector formal,
al pasar de 6.438.596 a 6.581.447. En cambio, durante el gobierno de Macri la
situación del empleo cambió de manera abrupta. Entre octubre y febrero se
perdieron 26.035 puestos (54.774 en la construcción y 7502 en la industria,
compensados por altas en agricultura y ganadería, comercio, servicios y el
sector financiero), bajando el total a 6.555.412 ocupados.
La respuesta que dan los
funcionarios frente a la preocupación empresaria, que involucra a la mayoría de
los sectores, es que una vez terminado el capítulo de los fondos buitre el
Gobierno pondrá en marcha un ambicioso plan de infraestructura. Esa sería la
plataforma para empezar un proceso de recuperación económica. La promesa, sin
embargo, se repite desde principios de año y no termina de concretarse,
mientras que la realidad marca una paralización de las obras públicas, del plan
Procrear y una disparada de los costos para la construcción.
Si la economía termina 2016 con una
caída del 2,5 por ciento como estima la UIA y una inflación de más de 40 puntos,
la continuidad del ministro Prat-Gay puede estar en problemas. Por ahora el
funcionario celebra el acuerdo con los fondos buitre y la emisión de deuda por
15.000 millones de dólares para pagarle a los inversores carroñeros y cubrir
gastos corrientes. El ex ejecutivo del JP Morgan se muestra despreocupado
frente al derrumbe económico, que sigue atribuyendo a la herencia, como si la
devaluación, la escalada inflacionaria, el tarifazo de servicios públicos, el
ajuste fiscal y los despidos no hubieran sido decisiones del gobierno actual.
Esas políticas están minando las expectativas económicas y el consumo. La
pregunta que se hacen en cámaras empresarias es si una eventual salida del
gabinete de Prat-Gay llevará al presidente Macri a optar por un fiscalista más
duro, como Carlos Melconian, o se inclinará por una alternativa más pragmática
desde lo político, que encarnaría Rogelio Frigerio.
La orientación neoliberal de la
política económica está produciendo modificaciones en el comportamiento
empresario. Se multiplican los casos de empresarios que estiran la cadena de
pagos para aprovechar las tasas de interés del 38 por ciento a 30 días que
ofrecen las Lebac. Eso se refleja en la suba por cuatro de las compras de los
títulos que ofrece el Banco Central el último mes. “El gerente financiero
vuelve a ser más importante dentro de la fábrica que el gerente de producción”,
describe un industrial. También afirma que cada vez son más los empresarios que
reducen sus planes de producción y se ponen en contacto con importadores, como
ocurría en los 90. En la zona de Once, en Buenos Aires, se registran mayores
alquileres de locales grandes para despachar productos comprados en el
exterior: mochilas y útiles escolares en marzo y juguetes para el Día del Niño,
pone como ejemplo un referente del sector comercial.
En la industria tabacalera, en
tanto, esperan con ansiedad una decisión que estaría por tomar el Gobierno. El
aumento del 7 al 21 por ciento del componente más importante del impuesto a los
cigarrillos, lo que impactaría positivamente en la recaudación de la AFIP pero
provocaría un salto en el precio de esos productos. Es una medida que podría
entrar en vigencia desde mayo, aunque provincias productoras y las empresas del
sector presionan para evitarlo.
Después de cuatro meses de gobierno
de Cambiemos, los problemas de la economía real se reproducen, mientras el
gobierno se concentra casi exclusivamente en la agenda financiera. Es una
experiencia que la Argentina ya vivió y que terminó en una grave crisis social,
política y económica. Brasil es otro espejo donde podría mirarse el gobierno:
la devaluación, la suba de tasas de interés y el ajuste fiscal que aplicó ese
país desde enero de 2015 lo encerró en un laberinto del que no puede salir. El
FMI lo elogiaba entonces y lo ponía como ejemplo para la región, como ahora le
ocurre al sonriente Prat-Gay.
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