Mientras los temas de agenda metropolitanos , cargados de ideología y polémica entre dirigentes políticos todos menores , pueblan la tapa de la mayoría de los grandes medios, en desde Santa Fe ya nos llegan recuerdos del futuro. Leemos:
La oscura trama narco policial
La vinculación entre policías y narcos en Santa Fe quedó de manifiesto a principios de este año con el triple crimen de militantes sociales en Rosario. Luego vino una seguidilla de ajustes de cuentas, con decenas de muertos.
La complicidad policial con el narcotráfico en Santa Fe fue puesta en la tapa de los diarios el primer día de este año, cuando una banda armada liquidó a tres jóvenes militantes sociales en la zona sur rosarina, creyéndolos miembros de otra banda a cuyo jefe buscaban para vengarse.
El triple crimen de Villa Moreno dejó al desnudo la complicidad de brigadas varias y hasta la propia comisaría del barrio. La lista de muertos creció en espiral desde entonces: el desvelo de quienes disputan la calle es el cobro de dinero para brindarle seguridad al que comercializa. Así, quien dice manejar el territorio es quien pretende ese dinero. Cuando no hay aceptación, hay tiros. Entre soldaditos, o entre jefes, que seguro arrojarán muertos del propio vecindario.
La protección tiene su precio, tal como parece tenerlo cuando es brindada por la propia fuerza policial. Y cuando es el propio jefe el sospechado, hay que explicar cómo es el funcionamiento operativo: Hugo Tognoli es el jefe provincial, pero operativamente su segundo, Cristian Sola, es quien maneja el tema Drogas, las Tropas de Operaciones Especiales y la lucha contra la trata de personas en el sur santafesino. Tognoli responde por el norte de la provincia.
El comisario Sola es un hombre con buena imagen en el gabinete socialista, y muchos lo miran como el reemplazante natural de Tognoli. Por eso, la desconfianza entre ambos y la interna que sostienen es indisimulable: cualquier hecho es mirado con lupa para ver a quién daña y a quién beneficia.
Las muertes ocurridas en los últimos tiempos en Rosario, directamente ligadas con la lucha entre dos bandas de narcos, impactaron fuerte en la agenda política. Por un lado, los investigadores apuntan a una reconocida familia del extremo sur rosarino, con al menos dos generaciones ligadas al negocio de sustancias ilegales. Y por el otro, a un empresario del rubro automotor, incluidos coches de alta gama del oeste rosarino, quien también diversificó inversiones en un boliche nocturno.
La banda del sur cobraba protección al empresario. En agosto, un operativo llevado adelante por la Gendarmería por comercio de autos robados terminó con la prisión de Esteban A., la mano derecha del empresario en cuestión, que se vio obligado a quedar durante 40 días “guardado” en territorio bonaerense.
El empresario volvió en septiembre. La realidad local había cambiado: con un crecimiento sostenido por un verdadero ejército que maneja el territorio, la banda del sur rosarino pretendió quedarse con todo el negocio. En buen romance, quisieron pasar de soldaditos a generales.
En cuanto volvió, el exiliado hizo tronar el escarmiento, tumbando una pieza fuerte de ese esquema. El primer episodio fue el sábado 8 de septiembre: el homicidio de Martín Paz, alias “el Fantasma”, tuvo lugar en 27 de Febrero y Entre Ríos, en el macrocentro rosarino. El asesinato a plena luz del día y con un cargador vaciado sobre el vehículo fue el primer capítulo.
La respuesta no se hizo esperar y llegó el sábado 15. Con las últimas horas del día, dos asesinatos: el de un hombre de 52 años a bordo de un Fiat 147, que en un primer momento se presentó como un desenlace violento al robo de una cartera ocurrido en zona oeste, y el del Gordo Santillán, acribillado a balazos en San Juan y Larrea, a bordo de un Peugeot 308 cabriolet. Las dos víctimas fueron señaladas por los investigadores consultados como “gente de Esteban A”. “Domingo ‘Chuky’ Vivas caminaba por Empalme Graneros, y no fue una cartera lo que le sacaron, sino una bolsa –apuntó una alta fuente de la investigación–. Ese fue el vuelto.”...
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