Leemos: Si se refrena por un momento la predominante pasión por la anécdota, el mensaje presidencial del jueves reafirma la primacía de la política sobre los intereses corporativos, ya se trate de las Fuerzas Armadas, la jerarquía eclesiástica, la policía, la Justicia, las cámaras patronales, de la ciudad o del campo o, ahora, los sindicatos. Aunque la oposición política o mediática no pueda reconocerlo, Cristina fue consecuente con la promesa de mayor calidad institucional que, según Néstor Kirchner, implicaría su mandato.
El discurso de José C. Paz también está en línea con algunas de las concepciones del ex presidente Raúl Alfonsín, aunque con un par de diferencias apreciables: como la propia Cristina dijo, su gobierno no es neutral porque está del lado de los trabajadores, y tiene resto político para respaldar sus palabras con actos.
No es casual que esto ocurra en la semana previa a la definición de las candidaturas en los importantes distritos de Santa Fe y la Capital Federal y a tres meses exactos de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, nacional y bonaerense.
Pero reducir la explicación a la coyuntura electoral dejaría fuera de cuadro algunos de los significados de fondo de esta nueva reivindicación de la política y, dentro de ella, de la figura presidencial, que llegó a su máxima devaluación hace diez años, cuando el país tuvo cinco débiles encargados del Poder Ejecutivo en una semana, de Fernando de la Rúa a Eduardo Duhalde.
Completo acá.
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