"Ganó, hasta el final de sus mejores años, poco más de veinte miserables rublos.
Las pequeñas propinas de los compradores tampoco hicieron mejorar su sueldo. Pero mi padre no fue un muchacho pobre.
La fotografía de sus años de juventud y mis incursiones en el guardarropa me demostraron que mi padre se casó con mi madre dotado de una cierta fuerza física y financiera que le permitió regalarle —a una chica joven de baja estatura que todavía creció después de casarse— una magnífica bufanda"...
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