balance de viernes: la primera semana de los últimos cuatro años y medio

Pasó la primera semana de Cristina Kirchner al frente del gobierno nacional y aquello que fue atributo central para su contundente triunfo electoral del 28 de octubre, ser la continuidad absoluta del gobierno anterior, ha irrumpido con fuerza en la escena pública. En efecto, conflictos en desarrollo o sin resolver durante la anterior gestión han reaparecido y lo seguirán haciendo. Por caso, la interna sindical por el desplazamiento del líder camionero de su posición hegemónica en la CGT, que dividió y divide aguas también al interior del gobierno nacional (fernandistas y devidistas como polos enfrentados, aunque (ay!) no únicos) y cuyo inicio espectacular fue el traslado del cuerpo de Juan Perón a la quinta de San Vicente, continua su curso y entró en una nueva fase de desarrollo, ya con un crescendo de sus aristas violentas, inocultable. El deterioro de las relaciones con la administración de George Bush, cuyo punto de mayor visibilidad fue la cumbre marplatense de noviembre de 2005, ha desplegado ahora la insólita forma de una suerte de reproche judicial estadounidense (SIC) sobre casos de muy probable corrupción argentina sucedidos durante el anterior gobierno, denuncia cuya oportunidad y formato resultan tan burdos que incluso el Canciller oriental Reinaldo Gargano, insospechado de animadversión hacia el gran país del norte, señalara ayer que “se trata de un montaje para dañar la imagen de Cristina Kirchner“. Por otra parte , la reaparición del reclamo piquetero muestra a parte de los heridos en la repartija de cargos del oficialismo y el intento de recuperación del protagonismo por los partidos de la izquierda bonsai, que tras la elección de octubre ya ni siquiera mantienen representación parlamentaria. Ambas bandas usufructuando la persistencia de situaciones de extrema carencia que, como ya señalamos muchas veces en Ramble, luego de un crecimiento del PBI del 51,4% desde junio de 2002, mantiene a tres millones de argentinos debajo del umbral de la indigencia, dependientes de que la ayuda oficial les de acceso a una canasta de sobrevida. Finalmente, el dato más contundente que marca de manera taxativa, inexorable, inexcusable (todo con x, ojo) la continuidad de escenarios entre la nueva y la anterior gestión nacional, es la desoladora ausencia de la oposición política efectiva que, hoy como ayer, marcha por detrás, a kilómetros de distancia de las cosas, dedicada a comentar el sainete por las radios, diarios y la tele, con cara de “pero que barbaridad ! ”