el otro manolo

No se trata esta vez de aquél que engalana Ramble con sus lecturas habituales, y se dice en tránsito hacia la ancianidad, no. Sucede que mientras se lijaba duro al licenciado pandereta en el blog, ayer Ramble estuvo de visita en la Intendencia de Lanús con el gran Manolo Quindimil, que con sus 81 pirulos, ha llegado antes que nuestro Manolo digital a esa etapa singular, donde uno vuelve en su buñelo a las manos de mamita. Treinta años de gestión al servicio de la barriada sureña!. Notable tour a su despacho que recomendamos fervientemente, el turista bien pensante pero desprevenido, se encontrará de movida con una romería de humildes ciudadanos, con digamos, cuatro (4) piezas dentales promedio aún disponibles, poblando las escaleras y pasillos muncipales, e incluso debordando el pequeño recibidor previo al despacho. Llama la atención desde el minuto cero del arribo al "Palacio Municipal"que todos ahí dentro, incluso los vecinos que la visitan circunstancialmente, muestran la misma fisonomia sí que decadente. En líneas generales es gente hecha pelota por el tipo de vida que este ispa les ha obligado a vivir a ellos y sus familias en los últimos treinta, veinte añitos, y de la que no pudieron (o quebrados ya ni quisieron, que más da) evitar los efectos más crueles perpetrados incluso sobre sus cuerpos. Habiendo ingresado al despacho de Manolo, para nada lujoso, y con vecinos y empleados desdentados merodeando al zocaire, aparecen ante el visitante sorprendido una infinidad de bustos, cuadros, medallas, botellas de sidra, champagne berreta, vino patero, con las imágenes de Perón y Evita. Plaquetas, banderas, banderines, cascos militares (!) , floreros... y ocupando el centro de la escena, las dos piezas fulgurantes del despacho-mausoleo: Una enorme vitrina exhibidora con un paquetísmo sueter bordó perteneciente al General, la corbata haciendo juego y todo complementado con un antiguo reloj manual de oro y su cadena de plata. A su lado en otra gran vitrina un traje en pana negro de Evita, acompañado de un sombrero con alas breves, de color gris que hace juego con el vestido y sobre el techo de vidrio de la vitrina, la foto amarillenta del año 1950 donde Eva llevaba ese mismo vestido, con el encanto y belleza sobre la que no vale la pena insistir acá : inigualable per Secula Seculorum. La estética que Quindimil ha impreso a su despacho es muy grosa , pero no es sencilla de sostener para los amantes de la república, ni particularmente agradable para Ramble que, aunque no se desvive por la independencia de los poderes, probablemente tampoco resitiría pasar una noche a solas ahí dentro sin descerrajarce un balazo en la sien. Pero la estética de Manolo, no cabe duda imponente , habla del personaje y también, fundamentalmente de la cultura política que representa: Un desencajado recuerdo de los días felices , que se ofrece sin barreras a los desangelados de hoy, y de paso (les) muestra , que ya todo quedó en un pasado muyyy remoto, pero no. Estábamos en medio de ese divague cuando a las 13 ,30 hs. se interrumpió la reunión de manera abrupta. Vamos Manolo, vamos a dormir la siestita, le señalaba firme, pero dulcemente la "compañera de prensa". Descanse en paz, Manolo, que se encamina Ud. a su último triunfo y probablemente su invicta derrota, la definitiva. Hay que agregar que nadie en esta violenta tierra granate pudo con él?.