1/24/2006

LA DECLINACION DE LA CLASE MEDIA ARGENTINA

Recientemente Consultora Equis editó en formato de libro una investigación sobre las transformaciones en la estructura social argentina en los últimos treinta años, realizada por primera vez con datos oficiales extraídos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC. En la imagen que se inserta al inicio de esta entrada se representan mediante dos didácticas y tradicionales pirámides, la morfología de la estructura social metropolitana para los años 1974 y 2004, mostrando los cambios ocurridos en ese lapso - para poder observar bien los distintos segmentos poblacionales se recomienda hacer un click sobre la imagen -. Hasta mediados de la década del setenta, la sociedad Argentina mostraba (ostentaba incluso) fuertes señales de homogeneidad social que constituían su signo distintivo respecto a otras sociedades en desarrollo. La clase media, actor central del acontecer económico, político y cultural desde el primer cuarto de siglo en el país, fue sin duda una pasión argentina. Símbolo vital de la movilidad social ascendente característica del país clausurado por la última dictadura, sufrió desde entonces una extensa secuencia de planes de supuesta “estabilización y ajuste” neoliberales, que lograron impactarla hasta hacerla declinar. Mientras la pobreza tradicional metropolitana encarnada en los hogares pobres estructurales o con Necesidades Básicas Insatisfechas desciende en las últimas décadas desde el 21,1% de la población en el año 1980, al 16,2% en el año 1991, hasta ubicarse hoy en torno al 15,2% de la población impactando a casi dos millones de ciudadanos; la Encuesta Permanente de Hogares correspondiente al segundo semestre del año 2004 muestra que sobre el total de pobres por ingresos metropolitanos, el 60%, es decir más de tres millones de residentes empobrecidos, provienen de familias de distintos segmentos de la otrora amplia clase media. Por otra parte, los que aún logran sostenerse sobre la línea de la pobreza, sectores medios plenos y medios altos que en el año 1974 representaban el 78% de la población metropolitana, hoy han caído hasta incluir apenas al 29% de los residentes metropolitanos. Sin embargo y a contrapelo de su extensión inusitada, el sistema político e institucional argentino se empecina en ignorar a la declinación de la clase media como el fenómeno de empobrecimiento específico más profundo y voraz de fin de siglo, demandante al menos y en un principio de reconocimiento simbólico. Un habitante de Ciudad Oculta, los niños de Villa Jardín se reconocen y son reconocidos en situación de pobreza y aún deficientemente, hasta se asignan sobre ellos recursos institucionales para su contención y asistencia. ¿Pero qué lugar ocupa una familia de Flores o Villa Crespo donde el padre ha sido despedido en los años noventa y no logra aún reinsertarse, o está hoy trabajando “en negro” en alguna pequeña fábrica renacida al calor del cambio de precios relativos que introdujo la mega devaluación del año 2002 con salarios inferiores a los $300 mensuales? ¿Y qué son sus hijos? Gobierno, partidos políticos, consultoras, organismos de crédito internacional solo conciben y dan asistencia a la pobreza bajo su modalidad tradicional de estructural. En su nombre se hace poco, se gasta bastante pero, al menos, se habla y mucho. En sentido contrario, sobre los millones de ciudadanos provenientes de familias de clase media declinada por ingresos, los “nuevos pobres”, y los que aún superando la línea de pobreza han descendido de los segmentos medios plenos y altos al borde mismo del empobrecimiento, hay poco dicho y menos analizado, por cuanto la suya resulta una pobreza silenciosa, de puertas adentro que sólo se descubre una vez transpuestos los umbrales del hogar. Permítasenos entonces concluir con una cita extensa pero justificada, extraída de un documento de trabajo de UNICEF Argentina que muestra con singular profundidad tanto la especificidad de la nueva pobreza como los silenciosos avatares de millones de hogares de sectores medios empobrecidos: “El derrotero de los nuevos pobres, un pasado próspero y la antigua confianza en el progreso está de alguna manera presente en las características del hábitat: en objetos que perduran mas allá de la cuenta, que van quedando en un estado de desperfecto continuo, con remaches caseros y a los que se van superponiendo otros de distinto estilo y calidad. También los vaivenes de la propia historia se hacen presentes en las ampliaciones y refacciones truncas o en la transformación de parte del hogar en un improvisado taller, kiosco o almacén que son testimonios de la intensa búsqueda familiar de nuevos ingresos. Como resultado, la mayoría de los hogares empobrecidos presentaba una estética particular; estética, si se quiere, no producto de la imposición deliberada de un estilo, sino gestalt resultante de la superposición de objetos adquiridos en épocas de diferente status económico. Hablamos de una estética particular, pues el conjunto presenta un aspecto difícilmente asimilable a otros modelos de hogares: no se podría decir que se trata de hogares de sectores populares, ni tampoco ya de clase media pero deteriorado. El hogar de los nuevos pobres era más bien un híbrido que, curiosamente, hacía pensar en ciertos planteos teóricos de la posmodernidad (superposición de objetos de distintos períodos, ruptura de la noción de estilo, etc.): algo así como una posmodernidad de la decadencia."(1) Esta reflexión breve intenta entonces mostrar por primera vez y con datos oficiales las modificaciones regresivas de la estructura social metropolitana tras treinta años de neoliberalismo, al mismo tiempo que de este mismo estudio surge la necesidad de construir una nueva mirada sobre la especificidad de la pobreza en la Argentina que contribuya al menos a poner en palabras lo que ahora mismo esta ocurriendo a millones de familias argentinas pertenecientes a la vapuleada clase media que declinan en silencio frente, a la frecuente y más absoluta indiferencia institucional e invisibles para el resto de la sociedad. (1)Minujín, Alberto; Kessler, Gabriel: “Del progreso al abandono. Demandas y carencias de la nueva pobreza”.UNICEF Argentina.Documento de Trabajo Nro.16.año 1993. Artemio López

1 comentario:

Edukadores dijo...

¿Cómo se traduce ésto en la reciente votación porteña?
Escribí algo respecto de un fenómeno que se da en los Colegios de Caballito en http://edukadores.blogspot.com