Compañero se escribe con pan
Recientemente se realizó el Plenario del Pensamiento Nacional en la Universidad Nacional de Quilmes. Lo relevante fue la claridad conceptual planteada por Rubén Dri, que teorizando sobre las bases cristianas del peronismo recordó una frase cubana: “compañero se escribe con pan”. El autor de la Utopía de Jesús reactualiza la forma de abordar la realidad socioeconómica con un marco teórico que, tal vez, precise mayor debate, adecuándolo a los tiempos que corren.
Por un lado, están los que desde la “razón” construyen espacios con categorías como “izquierda y derecha” u “ortodoxos y heterodoxos”, que solo tienen pretensiones de universal cuando lo que hay que comprender es por qué el pan cuesta más o por qué el salario queda atrasado ante los aumentos salariales; y, por otro lado, están los que, sabiendo que el pan esta subiendo de precio, miran al compañero o intelectual orgánico del pueblo y le preguntan: Por qué el pan está caro? La respuesta de los racionalistas es “por la guerra de Ucrania-Rusia”. ¿Con esa respuesta se soluciona algo? No, pero se da una respuesta.
Lo que incomoda es seguir preguntando desde las tripas: ¿Por qué el triple de miga está caro? Otros responden culpando a lo “inercial”, aunque eso lo planteaban los mismos economistas que idearon el Plan Austral. No es que lo inercial sea un error, el error está en que niega un proceso muy simple: industria, proveedores de insumos (nacionales e importados), comercializadores (externos e internos) y usuarios. En este esquema, hay que detectar no solo dónde está el salto de precios, sino que no es tal margen del aumento del combustible, de los peajes y de los alquileres de comercio. Así se vuelve necesaria una política económica que no se quede describiendo los hechos, sino que proponga una herramienta. Por ejemplo, YPF Agro.
Además, los derivados del trigo exigen una lupa sobre las molineras. Pero previamente habría que comprender que existen unos 40.000 productores y 2.300 agentes de acopio para la etapa primaria; 172 molinos harineros -en la parte industrial- que proveen a 30.000 establecimientos que elaboran pan, 80 empresas dedicadas a la elaboración de pastas y 60 empresas dedicadas a la elaboración de galletitas. Un dato relevante que publica FAIM es el consumo anual por habitante de harina de trigo: 104 kg/hab (2019) y 100 kg/hab (2021).
Por eso, hay que leer con agudeza las implicancias del tablero social en 2022, luego de un 2021 con una recuperación económica con respecto al 2020, pero teniendo en cuenta que fue un año caracterizado por la pandemia.
El dato de crecimiento económico que debería tenerse en cuenta será el de 2022, con algunos sectores económicos con recuperación y otros no tanto. Ese rezago en la recuperación redunda en un movimiento desigual. Como reflejan los datos de asalariados registrados del sector privado: si bien la caída fue muy pronunciada en la región Centro y Buenos Aires, la suba fue más rápida en esa zona, aunque las demás regiones también registraron asalariados pero de forma más ralentizada.
Un detalle no menor es que no obstante recuperación del empleo (feb22 vs dic19) en más de 350.000 puestos de trabajo, la evolución por sectores (asalariado privado, público, asalariadas de casas particulares, autónomos, monotributo social e independiente) según lo registra el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo, arroja que hubo un mayor impulso en los asalariados públicos y monotributo. Solo el trabajo por cuenta propia representó el 70% del periodo en cuestión.
Las cifras regionales sobre pobreza evidencian, pandemia de por medio, una situación más complicada en Noreste y Noroeste, con niveles cercanos al 40%, y lo mismo en términos de indigencia, donde se agrega el agravamiento en la región pampeana.
Por lo demás y pese a la disminución del desempleo, hay que esperar a la próxima publicación de las mediciones para observar una tendencia más clara. Porque la aceleración de la inflación podrá marcar que tal vez se esté conviviendo con un bajo desempleo, pero con niveles altos de pobreza y problemas de empleo en las regiones como Cuyo, cercanos a un 30%; Noroeste, un 27,9%; y Pampeana con un 24,3%. Por “problemas de empleo” deberá entenderse el de las personas que, estando ocupadas, demandan otro empleo, tal vez porque el ingreso no alcance. Para finalizar con los datos del tablero, resta indagar cómo se aceleró la inflación, principalmente en los alimentos y las bebidas no alcohólicas. Donde mayor aumento hubo fue en Cuyo (63,2%) y Noroeste (63,5%), seguido por GBA (62,4%). La situación no es de las mejores de cara a lo que resta del 2022, ya se aplicaron medidas como adelantar las modificaciones del mínimo no imponible, se reabrieron las paritarias, se aumentó el salario mínimo vital y móvil y está en discusión la necesidad de las moratorias jubilatorias. Voluntad hay.
Un último detalle atañe a las empresas, sobre todo si se las considera bajo la faena de la oferta. Entre 2015 y 2019, quebraron más de 31.000 firmas producto de las políticas económicas implementadas por Juntos por el Cambio: reducción de los derechos de exportación, favorecimiento de la importación, aumento de las tarifas y reducción de impuestos. Durante el apogeo del Covid19, entre 2019 y 2020, bajaron las persianas 26.586 empresas. Es decir, en un año cayó el 86% de empresas de las que quebraron por la política económica entre 2016 y 2019. Cada rama tuvo absorciones, fusiones y diversas adquisiciones que llevaron a concentrar más la producción.
Dado el paisaje descripto anteriormente, está claro que se precisa una síntesis sobre la razón y las tripas (la pasión). Como decía David Hume, si los conversadores y los eruditos no se juntan, las ciencias sociales estarán en crisis. Y cómo olvidar lo que se dijera en la Hora de los Hornos (Pino Solanas): “es deber de todo compañero actualizar la doctrina según el momento y las circunstancias”, debatir y reflexionar con ideas que sean claras para las personas de a pie y que se sienta en esas tripas que la política económica acompaña, no estabiliza.
Por ello, una primera conclusión es que la política conduce y la economía está subordinada. En definitiva, nunca puede partir un análisis con categorías como heterodoxia ni la izquierda, porque como dijo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner:
A ver, en 70 años no se registra en la historia del capitalismo mundial alguien que haya incorporado la cantidad de hombres y mujeres a un proceso de producción capitalista de bienes y servicios de la entidad que la ha llevado China adelante. Miren, cuando estuve con el presidente Xi Jinping la última vez que viajamos a China, siendo todavía presidenta, le dije «Notable», aquí, en el año 50, cuando gobernaba el peronismo, para nosotros el capitalismo de Estado no, a ver, como peronistas el capitalismo de Estado para nosotros no es ninguna novedad, pero siempre bueno, siempre tienen más buena prensa las categorías de pensamiento si son europeas, las nacionales casi son gronchas, los cabecitas negras… Entonces, le decía, «mire, presidente», porque estaban vendiendo trenes y locomotoras, los trenes y locomotoras que tiene la República Argentina, de última tecnología, que no solamente tecnología china, no, Siemens, Nokia, porque cuando van a invertir a China tienen que hacer transferencia de tecnología.
¿Faltan ideas? No, solo hay que desempolvar el manual de políticas económicas adoptadas en cada momento, adaptarlas y ponerlas en debate, como esta serie de instrumentos: cupo de exportación, regulación de las declaraciones juradas de ventas al exterior (que ya se usaron), modificación de los derechos de exportación o creación de una empresa reguladora de algunos alimentos que son insumos básicos para otros alimentos, utilización de YPF Agro.
Lo que está en juego es el “pan del compañero”, cuando se sabe que Alimentos y Bebidas es el segundo sector que más divisas genera en el país, ese sector vinculado al agropecuario en la generación de riqueza (IVT21). Entre 2017 y 2021, el 66% de la torta sectorial se lo llevó el capital y el 26% el trabajo agrario promedio. Es una rama que se organiza alrededor de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) y su principal dirigente es Daniel Funes de Rioja, quien también conduce a la UIA.
Se probó con los acuerdos, el diálogo y el consenso y se implementó durante 2016-2019 la desregulación de precios. Va siendo hora de poner sobre la mesa otras alternativas que resuelvan con urgencia la situación de las 7.500.000 de personas que pidieron el IFE 4 cuando el primero llegó a contener a 9.000.000 (2020). Se trata de los 9 millones con problemas para alimentarse, como lo mide la FAO, y que son la herencia de Juntos por El cambio. Repensando a Dri, “compañero se escribe con pan”, y pan comienza con “p”. P de pueblo, patria y puja.
Por Ernesto Mattos
*Director del Instituto para el Desarrollo Productivo y la Innovación de la Universidad Nacional de José C. Paz / Economista del CCC / Docente UNPAZ/UNDAV
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