En la cama con Milei. Neofascismo y sexualidad – Por José Luis Lanao
José Luis Lanao sostiene en este artículo que la relación entre fascismo histórico y misoginia explícita, demuestra que las ideas sobre la inferioridad natural de las mujeres es una de las bases de sustentación del pensamiento autoritario y del fascismo social.
Por José Luis Lanao*
(para La Tecl@ Eñe)
“La testosterona viene llegando”, seguidores de Trump
Qué bien sonaba aquel verso: “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”. Esos ojos con aroma a nueces de sándalo, de romero y lavanda. De belleza triste, vacía, que se fue con el recuerdo de haber estado en París buscando la playa bajo el asfalto. Se fue sin saber que debajo de los adoquines estaba Sodoma sumergida en un castigo. Algunos sueños que uno alimentó en la vida temprana ya han sido derrotados. A pocos metros, bajo tierra yacen todos los sueños de la humanidad. Cuando se pudran añadirán un sabor dulzón a la tierra, antes de filtrase por las grietas de la vaguada donde crecen los limoneros. “Si no te gustan mis sueños, empieza a juntar los tuyos; y si tampoco te gustan, cámbialos”, cantaba una anciana en el viejo puente de Carabelo.
Era la poesía que nos habitaba. Ese tesoro de la vida, que es todo lo que hemos aprendido, los libros que hemos leído, la cultura adquirida, las emociones vividas, los dolores compartidos. Ese tesoro que llevamos encima no será detectado por ningún dios, por ninguna patria. Cruzará libremente todas las aduanas, todas las fronteras, y te acompañará siempre, vayas donde vayas, como un refugio de oro que vuelve a brillar sobre tu vida cuando el sol sale cada mañana.
Da la sensación de que la historia humana en su locura vuela hacia ninguna parte dejando atrás una estela de crueldad, de belleza y de culpa. El tiempo deriva con frecuencia del pasado al presente para acelerar la urgencia de la historia. La vida íntima ya no se controla desde los cuarteles, ni desde los púlpitos, pero hay una realidad que ensucia. El neofascismo ha entrado de lleno en la batalla por el dominio de la sexualidad. La represión sexual es la base de la familia patriarcal. Las inhibiciones y el debilitamiento de la sexualidad constituyen los pilares más importantes para la existencia de la familia autoritaria. Wilhelm Reich en su obra «La psicología de masas del fascismo», advirtió que la represión sexual, realizada desde la más temprana infancia, cumple una función política de regulación, ordenamiento y aseguramiento de las relaciones políticas y sociales. Sus teorías sobre la economía sexual, y la influencia de la inhibición y la represión genital en la conformación de la sociedad autoritaria, más la falta de libertad sexual, es la causa y origen de la ausencia de libertad en general.
La relación entre fascismo histórico y misoginia explícita, demuestra que las ideas sobre la inferioridad natural de las mujeres es una de las bases de sustentación del pensamiento autoritario y del fascismo social. Se necesita inferiorizar para dominar, porque la justificación de superioridad de ciertos seres humanos sobre otros, se hace en base a características supuestamente naturales. El desprecio a la mujer justifica y legitima su subordinación, subyace a toda forma de dominio, y en parte legitima la violencia como recurso para imponer un orden social imaginario. Para que la cultura del odio progrese es necesario colocar a las personas contra las personas, distorsionar los hechos, atacar la solidaridad, declarar los movimientos de emancipación social como amenazas.
Así, en la política argentina nos encontramos, sorprendentemente, con un fascismo sin fascistas. Almas que habitan otros cuerpos, que van y vienen, antes de regresar al suyo. Palabras que se han diluido, que han dejado de ser. Eufemismos semánticos que consiguen enmascarar ambientes de lo más “fascistoide”, de enorme pureza, sin que lo parezcan. Así es como Milei se presenta como un chico “libertario”, algo travieso, empecinado en peinarse detrás de una turbina, con unos dientes de leche que hace tiempo que se le han caído. Quien domina el lenguaje domina la realidad. Vamos a pagar muy caro estas vilezas semánticas adornadas de serena frivolidad. Este neofascismo de pandereta se puede convertir en esa gran ola que se gesta lejos de la orilla, donde no alcanza la vista, en medio del mar, y que minutos después acaba por romper en la roca bajo nuestros pies.
Lo decía Paracelso: la dosis decide si algo es veneno o remedio. El relato de la extrema derecha intenta descargar la violencia sexual sobre sus propias víctimas. Degradan a la mujer violentada bajo la sospecha de un comportamiento deliberado de “provocativa coquetería”, que se practica con bastante más fervor que conciencia crítica. Y entonces “pasa lo que pasa”. Y lo que pasa suele ser una especie de conspiración contra ese macho desatado, impedido de todo control, en perpetuo estado de excitación. En esa seducción consentida se contiene todo el poder y la fuerza de la mujer en la historia, aseguran. Así no hay quien escape del todo al mecanismo “pavloviano”. O sea, que tan naturalmente condicionado puede ser un acto de violencia masculina como el más refinado estímulo femenino. Se intenta justificar ese penoso estado de bicho en celo permanente del hombre, esa mísera arrogancia masculina, para así prorrogar el modelo de mujer cautiva, objeto de deseo a los ojos del macho. Un conjunto de ideas incriminatorias como soporte de una opresión concreta, de poder y sumisión, derivados de una estructura social jerárquicamente explotadora.
Este neofascismo sexual que nos asalta no quiere demoler el prejuicio contra la “Mater” floreciente, toda pecho y barriga, sin pies y sin rostro. Prefieren la Venus Calipigia, con sus nalgas ardientes, el arquetipo de la raza y el culto fascista a la virilidad y la fuerza.
Todos hemos llegado a este mundo atravesando el cuerpo de la mujer. Desde la antigüedad han gobernado tu útero, tu sexo y tu cerebro. Hoy son tuyos. Te los has ganado. Es necesario que recuperes aquellos paraísos perdidos, donde los dioses no intervienen, para glosar el misterio inasible de la belleza del mundo.
Escucha, mira, lee, sueña, vive, mujer eterna, y sigue las huellas del gallo del Cyrano de Bergerac que creía que el sol salía no por imperativo de la naturaleza, sino por la hermosura de su canto.
* Periodista. Colabora en Página 12, Revista Haroldo y El Litoral de Santa Fe. Ex periodista de “El Correo”, Grupo Vocento y Cadena Cope en España. Jugador de Vélez Sarfield, clubs de España, y Campeón Mundial Juvenil Tokio 1979.
1 comentario:
Lo que decía Paracelso (la dosis decide si algo es veneno o remedio) también vale para el otro lado, no sólo para los fascistas. Raro que no se haya dado cuenta o que aplique el slogan unidireccionalmente.
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