Dos niños abusan de otro en el colegio y lo graban en vídeo.
Mar Sevilla Martínez
María Sánchez-Monge
El acoso escolar o bullying es la exposición que sufre un niño a daños físicos y psicológicos de forma intencionada y reiterada por parte de otro, o de un grupo de ellos, cuando acude al colegio. El acosador aprovecha un desequilibrio de poder que existe entre él y su víctima para conseguir un beneficio (material o no), mientras que el acosado se siente indefenso y puede desarrollar una serie de trastornos psicológicos que afectan directamente a su salud o incluso, en situaciones extremas, conductas autodestructivas.
El bullying escolar se suele producir durante el recreo, en la fila para entrar a clase, en los baños, los pasillos, los cambios de clase, al entrar y salir del centro, en el transporte escolar o en el comedor. También puede ocurrir en el aula, cuando el profesor está escribiendo en la pizarra o mientras está atendiendo a otros alumnos.
Prevalencia
Es difícil estimar la prevalencia del acoso escolar, pero los expertos en la materia coinciden en señalar que se trata de un problema muy frecuente. "Se estima que entre un 15% y un 50% de los niños y los adolescentes pueden haber sido víctimas de acoso escolar en algún momento", señala Covadonga Díaz-Caneja, investigadora del Instituto de Psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón. "Los datos de prevalencia son muy variables porque dependen mucho de los estudios y de los instrumentos que se utilicen. Hay medidas que se basan en lo que dice el alumno; en lo que dicen el resto de compañeros…". En todo caso, agrega, "la mayor parte de las personas tenemos riesgo de estar expuestas a este problema a lo largo de la vida".
Algunos colectivos son más vulnerables y tienen mayor riesgo de ser víctimas de acoso escolar. Son aquellas personas percibidas como diferentes, como los niños con discapacidad, trastornos del espectro autista (TEA), obesidad o dificultades de integración social.
Causas
Las causas que originan el bullying dependen de cada caso concreto, aunque suelen tener unas características comunes: el acosador escolar no tiene empatía y, por tanto, es incapaz de ponerse en el lugar del acosado y ser sensible a su sufrimiento
El origen de la violencia del acosador puede venir causado por problemas sociales o familiares, que pueden provocar que el niño desarrolle una actitud agresiva y que en la adolescencia sea violento. "En muchas ocasiones, los acosadores son personas que también han sido acosadas", precisa Díaz-Caneja.
Otros factores que pueden incidir son una situación socioeconómica desfavorable en casa, poca organización en el hogar o tensiones entre los padres.
También influyen factores relacionados con el colegio y los profesionales que allí trabajan. "El clima escolar es clave", afirma la experta. La psiquiatra resalta los elementos que más inciden: "La convivencia y el hecho de que haya una cultura que no solo prevenga el bullying, sino que promueva otros valores". A largo plazo, se ha comprobado que se obtienen mejores resultados al fomentar lo positivo que al prevenir lo negativo.
Síntomas
Existen una serie de indicadores que el niño acosado puede presentar y alertar a los padres y profesores en caso de que esté sufriendo bullying escolar:
Problemas de memoria, dificultad en la concentración y atención y descenso del rendimiento escolar.
Depresión, ansiedad, irritabilidad, falta de apetito, dolor de cabeza, malestar generalizado, cansancio, sensación de ahogo, etc.
Dificultades para dormir, pesadillas o insomnio.
Aislamiento social, apatía e introversión.
Mantenerse en estado de alerta de manera constante.
No querer ir al colegio, ni juntarse con otros niños.
Faltar al colegio de forma recurrente.
Sentimientos de culpa y asunción de responsabilidad de los hechos.
Conductas de huida y evitación.
Negación de los hechos e incongruencias.
Llanto incontrolado, respuestas emocionales extremas.
Miedo a perder el control o a estar solo.
Síntomas como temblores, palpitaciones, inquietud, nerviosismo, pesimismo, etc.
Ideas e intentos de suicidio.
Existen una serie de indicadores que el niño acosado puede presentar y alertar a los padres y profesores en caso de que esté sufriendo bullying escolar:
Problemas de memoria, dificultad en la concentración y atención y descenso del rendimiento escolar.
Depresión, ansiedad, irritabilidad, falta de apetito, dolor de cabeza, malestar generalizado, cansancio, sensación de ahogo, etc.
Dificultades para dormir, pesadillas o insomnio.
Aislamiento social, apatía e introversión.
Mantenerse en estado de alerta de manera constante.
No querer ir al colegio, ni juntarse con otros niños.
Faltar al colegio de forma recurrente.
Sentimientos de culpa y asunción de responsabilidad de los hechos.
Conductas de huida y evitación.
Negación de los hechos e incongruencias.
Llanto incontrolado, respuestas emocionales extremas.
Miedo a perder el control o a estar solo.
Síntomas como temblores, palpitaciones, inquietud, nerviosismo, pesimismo, etc.
Ideas e intentos de suicidio.
Prevención
La prevención del harassment o acoso escolar es fundamental para minimizar y reducir sus efectos cuanto antes. Dado que las causas que motivan el bullying son muy diferentes hay que buscar soluciones al problema mediante una propuesta amplia y abierta contando con el diálogo como la principal herramienta para atajarlo.
Las estrategias tienen que ir enfocadas a:
Reducir la incidencia
Los profesores y los padres o tutores de los adolescentes tienen que llevar a cabo medidas que impidan la aparición de nuevos casos de bullying. Para conseguirlo deben identificar los factores de riesgo que los generan y actuar sobre ellos. Pueden realizar acciones como campañas de sensibilización sobre el maltrato infantil, talleres formativos para explicar a los padres los modelos educativos adecuados, etc.
Reducir los casos
Llevar a cabo actuaciones que dificulten que el maltrato se siga produciendo y que el adolescente tenga mayores problemas. En este sentido, es necesario que exista una relación de comunicación fluida entre las familias y el profesorado del centro.
Además, los profesores deben aumentar la vigilancia a la entrada y a la salida del colegio, así como en los lugares donde es frecuente que se produzca el acoso.
Por otro lado, la compañía constante de dos o tres personas de la confianza del acosado hasta que desaparezca el sufrimiento puede ser muy beneficiosa para el alumno.
Los adolescentes víctimas del cyberbullying pueden recibir amenazas las 24 horas del día, incluso cuando están solos.
Tipos
Según el documento Pautas para padres y madres ante el acoso escolar, de Save the Children, las formas que utiliza el acosador para intimidar a su víctima se dividen de la siguiente manera:
Acoso físico: El acosador golpea, empuja o utiliza algún instrumento para hacer daño físico a su víctima. También puede esconder sus cosas.
Acoso verbal: Consiste en insultar, poner motes, hacer amenazas o provocar a otro niño.
Acoso social: Este tipo de bullying se produce cuando el acosador decide aislar a su víctima difunde rumores, convence a otros niños para que no hablen con él o lo humillan en público para que el acosado se sienta aislado.
Acoso sexual: Son todas las acciones que tienen que ver con los actos sexuales (como tocamientos no consentidos) o que se burlan de la orientación sexual de la víctima.
Acoso por internet o cyberbullying: Es un tipo de acoso escolar que ocurre a través de móviles, tabletas, ordenadores, etc. En estos casos el acosador suele enviar mensajes de texto o correos electrónicos desagradables; difundir rumores a través del email o en las redes sociales, o imágenes y vídeos denigrantes, así como crear perfiles falsos que pueden resultar embarazosos.
Este tipo de acoso está aumentando en los últimos años y se caracteriza porque, a menudo, los niños que sufren cyberbullying también son acosados en persona. Además, por las características de internet puede suceder 24 horas al día, 7 días a la semana y afectar al niño cuando está solo.
En el cyberbullying las imágenes y los mensajes pueden publicarse de forma anónima y llegar rápidamente a un gran número de personas. Estos mensajes inapropiados e hirientes son muy complicados de eliminar cuando ya están publicados.
Diagnóstico
La detección del bullying es muy complicada ya que es muy frecuente que los niños lo oculten en el ambiente familiar y no pidan ayuda a nadie de su entorno. Por este motivo, sólo son detectados los casos que no se pueden ocultar por la gravedad de las lesiones o de los síntomas.
Para conseguirlo, los profesores o los padres deben tratar de reconocer una serie de indicadores y comportamientos que pueden llevar a la sospecha de un posible riesgo de maltrato o maltrato.
Hay determinados colectivos que son más propensos a sufrirlo como los homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales, que pueden padecer bullying homofóbico.
Los niños más vulnerables al bullying suelen ser percibidos como diferentes por el resto de niños, pueden ser obesos o muy delgados, padecen alguna discapacidad, utilizan gafas, aparatos dentales o ropa diferente del resto, son nuevos en la escuela, etc.
Los menores son incapaces de defenderse y el acosador los percibe como una persona débil, poco popular y con pocos amigos.
Tratamientos
Para atajar el acoso escolar es necesario actuar en diferentes niveles, que se resumen en acabar con la situación que genera el acoso y atender adecuadamente a la víctima. En este segundo aspecto, el tratamiento dependerá de cada caso y requerirá el estudio individual del paciente y un abordaje conjunto por parte de diferentes especialistas.
La estructura organizativa de la clase puede favorecer el acoso escolar.
Intervenir en todos los casos
La psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón cree que hay que partir del reconocimiento de que es "un problema grave y hay que intervenir". Recuerda que hace no demasiado tiempo "se planteaba que era un problema de niños" al que se restaba importancia porque se aseguraba que no tenía repercusiones y se resolvía por sí mismo.
La intervención tiene que ser precoz y se realizará de forma individualizada. "En muchas situaciones es necesario modificar la estructura de la clase porque puede ser que esté fomentando el acoso; ahí pueden ayudar los profesores".
Otro punto importante es actuar sobre los alumnos implicados, tanto las víctimas como quienes les están acosando. "Hay que averiguar si las personas que están implicadas tienen algún tipo de dificultad adicional y les tenemos que ofrecer un apoyo complementario", expone la psiquiatra. "Puede ser de gran ayuda trabajar con los compañeros que están alrededor de las personas implicadas en el bullying, pero que no han participado directamente". Un objetivo fundamental es acabar con el muro de silencio que se levanta en torno a quienes sufren acoso escolar.
"Al final", concluye la especialista, "la idea es actuar de forma coordinada en todos los niveles: las familias, los colegios, salud mental, los alumnos... Proporcionarles el conocimiento adecuado y promover desde el principio el respeto a la diversidad".
Atención a las víctimas
En cuanto a la atención psicológica y psiquiátrica a las víctimas de acoso escolar, Díaz-Caneja insiste en la necesidad de ir caso por caso: "Hay personas que, una vez que se resuelva la situación de acoso, no van a necesitar mucho apoyo adicional; sin embargo, otras pueden requerirlo". Dependerá de factores como las manifestaciones clínicas odel tiempo que se haya producido la situación. "No hay un protocolo estándar. Recomendamos a los profesores y, en general, al personal del centro escolar que estén pendientes de cómo responde el afectado ante esa situación de acoso, pero cada persona tiene diferentes mecanismos de enfrentarse a las situaciones negativas, es decir, distintos niveles de resiliencia". La intervención variará según el grado de afectación de la víctima, que puede desarrollar ansiedad y fobia al colegio o episodios depresivos, entre otros trastornos.
Otros datos
Cómo actuar
Los padres
Si el niño muestra cambios de humor o de comportamiento es importante tratar de hablar con ellos para determinar cuál es el motivo. Deben mantener la calma y escuchar todo lo que tenga que decir, siempre confiando en que lo que cuenta es la verdad. En caso de que el niño confiese sentirse acosado, hay que reforzar su autoestima y apoyarle, haciéndole saber que no es culpa suya.
A continuación, ponerse en contacto con el colegio es lo primordial. Se puede concertar una cita con el tutor del niño o con otros responsables del centro para hacerles conscientes de la situación, de forma que se pueda poner alguna solución al problema. Si el colegio no sabe cómo actuar o se niega a tomar parte, se puede denunciar el acoso en cualquier comisaría de policía o un inspector de Educación.
Los profesores
En cuanto los educadores tengan conocimiento sobre la situación, es importante vigilar a los niños implicados en todas las situaciones para controlar que el problema no se agrave. Deben recoger toda la información posible sobre los hechos e informar a la dirección del centro.
Cuando se vaya a hablar con los niños, no deben limitarse únicamente al acosador y a la víctima, sino también al resto de niños implicados, aunque no participen de forma activa en el acoso. De esta forma, consiguen educar sobre las consecuencias que puede tener el acoso, al mismo tiempo que se resuelve el problema.
Consecuencias del bullying
Las consecuencias afectan principalmente a la víctima, que puede tener fracaso escolar, niveles altos de ansiedad, fobia a ir al colegio, insatisfacción y cambios de personalidad, pasando a convertirse en una persona insegura, con baja autoestima. Si el acoso se intensifica, pueden desarrollarse síntomas de histeria o depresión.
La imagen que pueden llegar a tener las víctimas de sí mismos es muy negativa y llegan a creer que no son competentes desde la perspectiva académica y socialmente. Esto puede provocar que en algunos casos tengan reacciones agresivas que terminen en intentos de suicidio.
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