Vicentin y el fondo de la cuestión – Por Ricardo Rouvier
El Presidente Alberto Fernández cambió la agenda política al anunciar la intervención y posterior expropiación de la empresa Vicentin. El mayor compromiso del Estado haciéndose cargo del problema pone a la decisión interfiriendo en un lugar sagrado del sistema capitalista: la propiedad privada, amparada por un subsistema jurídico.
Por Ricardo Rouvier*
(para La Tecl@ Eñe)
“La visión y la pasión puesta en el porvenir”
La pandemia logró convertirse en el único protagonista del escenario político desde que comenzó. Las razones, suficientes, tuvieron que ver con el primer impacto sorpresivo que causó la aparición en el mundo de un peligro mortal, producto de la naturaleza. La posibilidad de morir a manos de un desconocido virus, generó una herida en el imaginario de la inmortalidad. La muerte parece una abstracción, hasta que logra atravesar el muro entre sueño y realidad y, de pronto, uno tropieza con esa verdad incontrastable.
La agenda estaba monopolizada por la epidemia hasta que apareció Vicentin SAIC y un conflicto que pondría en el tapete la cuestión sobre la legitimidad de la propiedad privada y la importancia de la función social de la misma como lo consagraba la constitución del ’49 o los documentos surgidos del Papa Francisco. Esta firma nace como empresa familiar en 1929 en Avellaneda y Reconquista, provincia de Sta. Fe, y se ocupa de Cereales y Oleaginosas, Desmotadoras, Hilandería y Tejeduría, Biodiesel (de interés para YPF), Jugo concentrado de uva, Feed lot, vinos y Acopio y exportación de miel. Buena parte de estas actividades se realizan en el interior de su provincia, pero la evolución los llevó a tener explotaciones en Rosario, San Lorenzo, Ricardone; y fuera del país en Asunción, Montevideo y San Pablo. Es la sexta exportadora del país, en un mercado fuertemente concentrado, con empresas extranjeras como grandes jugadores. Esto la convierte en una empresa estratégica para mantener la presencia de lo nacional y que pueda incidir en las políticas para el sector relativas al comercio interior y exterior.
El Presidente, con el anuncio sobre Vicentin, cambió la agenda, salió de la totalización provocada por la bomba sanitaria para avanzar sobre el futuro del emprendimiento, generando un mensaje potente que la dirigencia y los medios opositores sorprendidos impugnaron. Pero, también alcanzó a sorprender a los propios en la Provincia de Santa Fe, incluido el gobernador, y a los cercanos como Lavagna. Este último, rápidamente, se desmarcó de la jugada oficial. La candidatura de Omar Perotti surgió de una fuerte negociación interna en la provincia, en donde su mérito era su perfil moderado, y que podía achicar el mal recuerdo del conflicto del 2008. Ahora, está preocupado por el costo político-electoral que pueda tener de cualquier movimiento que haga.
Este mayor compromiso del Estado haciéndose cargo del problema, pone a la decisión interfiriendo en un lugar sagrado del sistema capitalista. Da la impresión que, para muchos observadores, incluidos los propios, la decisión acertada se había tomado acompañada de titubeos y declaraciones que parecieron mostrar que había dudas en el camino. Es más, los grandes medios, pocas horas después anticiparon (no sólo el grupo Clarín) que el Gobierno, luego de anunciada la intervención, volvería atrás con la expropiación. Pero ese pronóstico mediático no ocurrió.
Es cierto que es una empresa, como tantas que hay en el interior, y que a veces no se ve desde las grandes ciudades la particular relación con los vecinos y con los actores institucionales locales. Los que trabajamos en investigación social, sabíamos que la medida requería de prudencia, porque en esa zona, como en parte de Entre Ríos, o de La Pampa, o del sur de Córdoba o en el interior de la Provincia de Bs. As., el episodio de la 125 genera, aún hoy, irritación. Por lo tanto, más allá de alineamientos ideológicos, la reacción fue más contra el Gobierno que contra el Estado. A pesar de la independencia entre unos y otros, la reacción local envalentonó a los dirigentes opositores, pero aprovecharon menos de lo posible porque carecen de un líder que capitalice
Hay temor en el oficialismo nacional y provincial de un escalamiento de la oposición comunal, pero esto hasta ahora no ha ocurrido. Lo que sí podemos asegurar es que hay una opinión pública más atenta a los próximos movimientos.
Vicentin en febrero del 2020 pidió su concurso preventivo y marchaba a la quiebra. La irregularidad de las acciones de los dueños y de los prestamistas obliga a una investigación a fondo, del cual no queda afuera el directorio del Banco Nación, por mala praxis de la principal banca estatal o por corrupción. Su deuda alcanza a la fecha un total de 1.350 millones de dólares, principalmente en manos de banca extranjera y sobre todo del Banco Nación y la AFIP. Obviamente que se trata de un salvataje que evitará el derrumbe de un grupo económico que integra diversas unidades de negocios e involucra a otras empresas, incluidas extranjeras, con miles de trabajadores y productores que abastecen a la empresa de fuerza de trabajo y de productos y servicios. Algunas corporaciones y un operador del mundo económico como José Luis Manzano, aleteaban alrededor de la agonía de la empresa. Las circunstancias aconsejaban tomar la iniciativa para no perder la oportunidad y evitar lo peor. La peor ya es conocido: desguace, extranjerización, destrucción de puestos de trabajos quebranto para los productores.
Hay varias alternativas sobre la mesa para lograr normalizar a Vicentin, entre las cuales hay que considerar la posibilidad que tenga el cooperativismo como una manera de evitar el control de las grandes corporaciones, y la primacía del interés social sobre el particular. Además, en las soluciones está implicada la situación del peronismo santafesino que trata de encontrar una salida sin dañar la moral comunitaria.
Se da un nuevo desafío para el perfil moderado de Alberto Fernández, poniéndolo frente a una de las columnas principales de la lucha de ideas: qué hacer ante la propiedad privada de medios de producción, dentro de un sistema que ha fijado desde hace varios siglos la entronización de la propiedad privada y que además la asegura desde el subsistema jurídico. Los dueños de la empresa van a reclamar por sus derechos a la justicia, considerando la dificultad institucional que supone un Poder Ejecutivo que decide la intervención con un DNU, y la existencia de un juez que atiende el concurso. No despeja preocupación saber que el destino de este proyecto entra en los vericuetos judiciales, con un final incierto.
La discursividad alrededor del tema se concentró en dos palabras claves: intervención y expropiación; la primera menos fuerte que la segunda, porque en la expropiación el Estado dispara el imaginario sobre la voracidad del monstruo que se deglute la libertad de mercados. La oposición ejerció su latiguillo de Venezualización o Chavismo asociándolo con las nacionalizaciones ocurridas en dicho país. Al realizar estas asociaciones con el país de Centro América, siguen no viendo el contexto, la estructura económica y social; la analogía es demasiado grosera.
También hubo reparos, mayoritariamente oblicuos en las redes sociales de parte de algunos peronistas y kirchneristas, que temieron que el Presidente retrocediera en la expropiación. Y la mesura de Alberto Fernández en su estilo está expuesta a la mirada más fuerte o más dura de propios respecto a los valores centrales sistémicos. Los adversarios, en cambio, tratan de posicionarlo subordinado a la ex Presidenta. No puede decirse que esta última cuestión pueda ser una narrativa coyuntural, suponemos que esta campaña va a continuar.
Sí se abrirán caminos de negociación de varios proyectos de ambos lados de la mesa. Esta cuestión estimula aquello que está larvado y no aparece en forma manifiesta y es el interrogante sobre cuál será la participación que tendrá el Estado en la política económica que viene. Hace unos días el Presidente confirmó su adhesión al capitalismo como el modelo, por supuesto que haciendo las reservas de que este apoyo desaparece sino sirve para avanzar en la igualdad social. En realidad, hoy adherir al capitalismo desde un gobierno que reivindica lo nacional y popular, requiere de aclaraciones varias. Ya que el sistema por su nombre solo no nos dice todo.
Las posiciones entre una actitud más decidida de la intervención del Estado y una actitud de avanzar en última instancia, como es el caso, si bien no están institucionalizadas ni organizadas, no requieren modificar las reglas de juego ni los jugadores del sistema, todo está de algún modo presente en el escenario político. Ya conocemos la posición de los grandes medios y de los dirigentes de Cambiemos o Juntos por el Cambio, pero aunque dividida la oposición entre palomas y halcones, se unifican en la negativa. Pero hay que advertir que en el oficialismo no existe una única posición respecto al papel del Estado y el mercado. Todos en el oficialismo, están lejos del dogma neoliberal, pero con distancias diferentes cobijados por una palabra que tampoco lo dice todo: heterodoxia.
1 comentario:
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