5/08/2020

anticomunismo bizarro

El zurdaje enemigos de la humanidad - Info en Taringa!

El fracaso rotundo de la bizarra marcha “contra el comunismo”, convocada por la coalición Cambiemos en general y el PRO en particular, muestra fehacientemente la pérdida del sentido de realidad de la conducción de la fuerza de derecha conservadora.

El trípode “des norteado” conformado por Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Miguel Ángel Pichetto no logra hacer pie en una coyuntura dominada por los aciertos de Alberto Fernández en materia de estrategia contra la pandemia, estrategia que hoy lo empina en la opinión pública con más de 65% de imagen positiva.

Junto al trípode conservador, el fracaso y la desorientación incluye a los medios opositores y sus principales referentes periodísticos y opinators varios, que ya no interpelan con éxito a sus interlocutores comunitarios, o al menos no lo hacen con la misma eficacia de apenas tres años atrás.

Cierra el círculo de derrotados tras el fracaso de la cruzada anticomunista los sectores del poder económico, en particular grandes exportadores, sector financiero y principales formadores de precios domésticos, que no paran de sabotear abiertamente las medidas de política económica desplegada por el gobierno nacional.

En sentido contrario el gobierno nacional avanzó en la perspectiva de profundizar un modelo opuesto frontalmente al desarrollado por el neoliberalismo durante la gestión Mauricio Macri.

Intransigencia con el tema deuda a pesar de las presiones de bonistas locales e internacionales, decisiones estratégicas en organismos claves para la salida futura de los efectos de la pandemia como la designación de Fernanda Raverta en ANSES y un sin numero de medidas de transferencia de ingresos con distinta eficacia sobre hogares y sectores económicos golpeados especialmente por la crisis.

Como puntos débiles de la gestión nacional al menos dos parecen observarse y están implicados. Por el lado de los egresos familiares, el descontrol de precios, en especial de alimentos, no parece tener fin y la caída de ingresos familiares, sigue marcando el acontecer cotidiano de los argentinos.

Al respecto, el recorte del 25% de salarios acordados entre la Unión Industrial Argentina y un sector de la Confederación General del Trabajo con el visto bueno del gobierno nacional,  el mayor desde la recuperación democrática, parece destinado a profundizar la crisis económica por caída de consumo y peor aún, desautorizar la valiosa palabra pública del presidente, construida hasta hoy muy eficazmente.

En efecto, Alberto Fernández prometió que no habría recortes salariales en su gestión y ya los hay en una magnitud récord desde la recuperación democrática.

Al mismo tiempo que prohibió los despidos en este tramo signado por la lucha contra el virus, y hay despidos no solo los de Techint, y aún más grave, el enorme recorte salarial pactado por la UIA, la CGT y el Gobierno, tiene como fundamento evitar los despidos que paradojalmente fueron prohibidos por el presidente.

Estas graves circunstancias dañan la credibilidad de la palabra presidencial, sin duda el valor más preciado que construyó la actual gestión desde que sumiera la presidencia Alberto Fernández, tras cuatro años de devaluación absoluta de la palabra pública donde Mauricio Macri afirmaba que hoy era sábado y todos pedíamos un almanaque.

Un traspié del gobierno nacional y en particular del presidente de la nación quien, como señalamos en la columna anterior sabe bien, por ser testigo privilegiado de época, que la primera y gran tarea que acometió Néstor Kirchner en el año 2003 – tras la mega crisis del año 2001 y el “que se vayan todos” – fue reconstruir la palabra y autoridad presidencial, sin la cual nada es posible en la gestión, y menos enfrentar una crisis de la magnitud que enfrentamos y la que sobrevendrá a la pandemia.

Y la clave para sostener la autoridad presidencial que ha construido ejemplarmente no es satisfacer las demandas corporativas de los grupos de poder, incluidos los gremios que se hacen cómplices de las demandas patronales, sino mantener sólida su relación con la opinión pública, que en una mayoría notable hoy lo acompaña en su tarea.

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