El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976: La destrucción del modelo productivo y la subordinación al capital financiero internacional
– Por Horacio RovelliEl plan económico de la dictadura militar respaldado en las fuerzas armadas y el control militar de la Nación, se basó en medidas básicas que reemplazaron el sistema productivo por la valoración financiera y el endeudamiento externo, estructura que retornó con el plan de convertibilidad de Menem-Cavallo, y que se reactualiza con el programa económico de Macri-Cambiemos.
Por Horacio Rovelli*
(para La Tecl@ Eñe)
La Argentina es un país complejo, donde nada es como aparenta, pero con sus contradicciones y enfrentamientos en el período 1943 a 1974 crecía a tasas sostenidas (en torno al 3% anual promedio), generaba empleo e iba formando un tejido social e industrial importante. En 1974 la Argentina era el país del continente americano más integrado, donde imperaba la mejor distribución del ingreso y por ende, donde menos diferencia había entre los más ricos y los más pobres. Se había generado un modelo de sustitución de importaciones que había aprendido de sí mismo, y para 1970 se había comenzado a lograr compensar las importaciones industriales (MOI Manufacturas de Origen Industrial) con la venta de casimires, caños sin costura, acero, aluminio, y en 1973 se obligó a las empresas automotrices a vender vehículos y repuestos al mundo socialista. Por lo que el modelo no sólo no estaba agotado, sino que empezaba a fortalecerse en un salto cualitativo en la producción y exportación industrial.
En un marco internacional que tras la crisis del petróleo (en 1971 sube el valor del barril de petróleo crudo de U$s 8.- a U$s 24.-) se crea la “Trilateral Commission”, fundada en 1973 por iniciativa de David Rockefeller que aglutinaba a personalidades destacadas de la economía y los negocios de las tres zonas principales de la economía capitalista de la época, los EEUU, Europa y Japón. La Comisión Trilateral forma parte del Grupo Bilderberg y el Council on Foreign Relations, y tuvo en Henry Kissinger, primero asesor de seguridad internacional y luego Secretario de Asuntos Internacionales de Nixon, su hombre de confianza en el gobierno de los EEUU, con rol destacado en la coordinación de los golpes militares de Augusto Pinochet y de Jorge Rafael Videla en Chile y Argentina respectivamente, como lo demuestran los mismos cables de la embajada y de los embajadores norteamericanos en nuestros países con Kissinger, como lo dio a conocer el mismo EEUU, pero 30 años más tarde.
La Trilateral Commission pregonaba el libre comercio y sostenía que los Estados debían reducir su participación y dejar que los mercados definan lo que debe producir la economía mundial, eufemismo en que las grandes corporaciones penetran por su mayor conocimiento técnico y economía de escala en todos los países, conformando cadenas globales de valor que los tiene a ellos como centro y los demás deben subordinarse. Es lo que formalmente se denominó “La lógica del capital monopolista” quienes se fijaron como objetivos el control de las industrias básicas (petróleo, acero, cemento,), las finanzas y el comercio exterior, que se logra si esas actividades están en manos privadas, que por la ley de concentración y centralización de capitales termina en monopolios. Sumados al monopolio de la tecnología y del conocimiento, a la necesidad de importar insumos industriales estratégicos (coeficiente técnico de importación), a la necesidad de recurrir al endeudamiento, condicionando el presente y el futuro del país, asociado a la libertad de entrada y salida de capitales.
Para eso era necesario desplazar al Ministro Gelbard y su equipo, y llegar hasta el “Rodrigazo” mediante, plan inspirado y guiado por Ricardo Mansueto Zinn, hombre del Grupo FIAT (y miembro del “grupo Azcuénaga” que fueron los que elaboraron el plan económico de Martínez de Hoz, y años más tarde directivo de SEVEL – MACRI)[1] que fue Vice Ministro de Celestino Rodrigo en junio de 1975, quién en agosto del año 1976 publicara un libro titulado “La Segunda Fundación de la República, y en él va a sostener: “…cuando un país cae en la decadencia, la única salida posible es el aniquilamiento de un modelo para reemplazarlo por otro”.
El nombre del grupo de los golpistas se debe a la mansión en la calle Azcuénaga 1.673-CABA, propiedad de la familia Blaquier-Larrieta (dueños del Ingenio Ledesma en Jujuy), donde se reunían para conspirar con los generales Guillermo Suárez Mason, Albano Harguindeguy (Primero Jefe de la Policía Federal nombrado por Isabel Perón y luego ministro del interior de Videla), Alcides López Aufranc, Federico de Álzaga y Omar Riveros, asesores del futuro gobierno militar como Jaime Perriaux y Hugo Miatello (Jefe de la SIDE inteligencia entre 1971-1973 gestión de Lanusse), junto a Mario Cadenas Madariaga (dirigente de Confederaciones Rurales Argentinas -CRA y secretario de Agricultura bajo la gestión de Martínez de Hoz), Horacio García Belsunce y Ricardo Mansueto Zinn (FIAT), Guillermo Zubarán (Secretario de Energía de Videla), Enrique Loncan (Barrick Gold y Banco Gral de Negocios), Armando Braun (principal accionista de la cadena de supermercados La Anónima, de los Astilleros Astarsa, de Aconcagua Seguros, el Banco General de Negocios, el Banco Argentino de Comercio y parte de Austral Líneas Aéreas. Y tío de Marcos Peña Braun, actual Jefe de Gabinete de Ministros de Cambiemos y de Miguel Braun, actual Secretario de Comercio de Cambiemos) y Juan Etchebarne (Presidente de la Comisión Nacional de Valores con Martínez de Hoz). Todos ellos ocuparon lugares destacados de la dictadura y a su vez eran conspicuos miembros del CEA (Consejo Empresario Argentino).
El CEA fue creado en el seno de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina) en 1967 en apoyo al ministro de la dictadura de Onganía, Adalbert Krieger Vasena, su presidente antes del 24 de marzo de 1976 fue José Alfredo Martínez de Hoz y como tal propició el acuerdo “APEGE”[2] que hizo el lock out (paro patronal) en febrero de ese año como antesala del golpe militar. Desde el año 2002, el CEA se fusionó con la Fundación Invertir, conformando la Asociación Empresaria Argentina (AEA) como se la conoce hoy, presidida por un hombre ligado a la embajada de los EEUU, y como tal, principal convocante para conmemorar los 4 de julio, Jaime Campos. Pero los principales directivos y Vicepresidentes de AEA son Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Héctor Magnetto (Clarín), Fernán Saguier (La Nación), Cristiano Ratazzi (FIAT), Alfredo Coto (supermercado Coto), y Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó); a todos ellos, el Presidente Mauricio Macri los rebautizó el “Círculo Rojo” y si bien Magnetto, Saguier y Ratazzi son los principales apoyos del gobierno de Cambiemos en la AEA, es claro que la misma tenía como candidato a Massa y a Scioli, pero los acontecimientos la llevaron a optar por el “macrismo” ante el “populismo kirchnerista”, y así les fue.
Paola Rocca no va preso porque los que lo mandan a Bonadío deciden que esté en libertad, pero vienen por Tecpetrol que es su empresa mimada en Vaca Muerta. Arcor de los Pagani se endeudaron en dólares creyendo que el tipo de cambio iba a crecer menos que los precios y las tasas de interés por unos cuantos años y derrapó no bien comenzado el tercero[3]. El nieto de Anelli debe recibir el insulto de sus primos porque como el mismo reconoce, por cada vehículo que logra exportar pierde 500 dólares, y en el mercado interno está vendiendo la mitad que en el primer bimestre del año pasado, sus trabajadores están suspendidos por turnos y los que trabajan lo hacen 4 –cuatro- días a la semana (están sobre stockeados de automóviles, de piezas y repuestos, etc. etc.) No es muy distinta la situación de los dueños de cadenas de supermercados que mes a mes disminuyen sus ventas.
Si bien el golpe militar se desarrolló con muy poca resistencia directa (sí quite de colaboración, boicot a la producción, etc.) lo cierto es que la represión se centró en los trabajadores y fundamentalmente en las Comisiones Gremiales Internas de las empresas, quienes eran el principal objetivo militar, de allí la intervención de las FFAA en las fábricas, convirtiéndose muchas de ellas en campos de concentración y centro de detención clandestina.
La desaparición forzada, las detenciones arbitrarias, la tortura, la declaración de estado de sitios, la quema de libros, el cierre de cuanto periódico o boletín ose cuestionar la dictadura, etc., fueron la práctica constante, conducido por asesinos e inescrupulosos, que fueron capaces de pegarle un tiro de 9 mm a una niña de 16 años (confundiéndola con una guerrillera) en la espalda dejándola paralítica (y luego asesinaron para que no se supiera el error, que el valiente padre de la niña desenmascaró) y se rindieron sin disparar un tiro frente a los ingleses en Malvinas.
La dictadura militar cambió los paradigmas de la sociedad. La derrota sobre el campo popular se reflejó en la falta de organización y en propuestas del campo popular, siendo la sociedad permeable a los valores de las clases dominantes, que es el verdadero logro ideológico de la dictadura.
LA VALORIZACION FINANCIERA DEL CAPITAL
El plan económico de la dictadura militar respaldado en las fuerzas armadas y el control militar de la Nación, es de una estructura muy sencilla y se instrumenta en tres medidas básicas, que son las misas que repite (mientras pueden) el plan de convertibilidad de Menem-Cavallo y el de Macri-Cambiemos
a) Retrasar el tipo de cambio (Ejecutado por Martínez de Hoz en una “tabita” cambiaria que prefijaba el valor del dólar muy menor al del crecimiento de los precios)
b) Baja generalizada de los aranceles y disminución de medidas para arancelarias (desprotección aduanera)
c) Tasas de interés positivas y por encima del crecimiento del dólar
De esa manera propiciaba el ingreso de capitales especulativos atraídos por tasas de interés que eran mayor que el crecimiento de los precios y muy superior a la evolución cambiaria, a su vez que se encarecía el crédito a las empresas y a las personas, siendo confiscatorio de su capital, generando una brutal transferencia de la producción y del consumo al favor del sector financiero. La burguesía local pedía préstamos en el exterior (en dólares) a bajas tasas y compraban títulos públicos o acciones o depósitos a plazo fijo en pesos, ganando la diferencia y luego se volvían al dólar retirando la renta. Renta que se abonó con más endeudamiento externo y cuando no se pudo pagar ni los intereses de la deuda (default de 1989), se cedieron los más preciados activos públicos: YPF, FFCC, SEGBA, Gas del Estado, se privatizaron las rutas, puertos y hasta el sistema previsional, etc.
El problema es que esos capitales especulativos, encabezados por los mismos bancos que los trajeron (JP Morgan, Merrill Lynch, HSBC, Deustsche Bank, Morgan Stanley, etc.) decidieron irse y con ello voló por el aire el valor del dólar. Esto los obliga a abrazarse al FMI como orientador de la política económica de todos los gobiernos que deben subordinarse a sus recomendaciones en interminables acuerdos stand by y de condicionamientos suscriptos desde fines de 1975 hasta el 25 de mayo del año 2003.
En los estertores del gobierno constitucional de Isabel Perón, cuando fue su ministro de economía Antonio Cafiero, firmó un acuerdo con el FMI pero que no logró plasmar en créditos contingentes por el desenlace de los acontecimientos que llevaron al golpe militar del 24 de marzo de 1976. La deuda pasó de ser de U$s 5.189 millones en diciembre de 1975 a U$s 28.6216 millones en 1982, y a U$s 43.610 millones en diciembre de 1983 cuando asume el nuevo gobierno constitucional encabezado por el Dr. Raúl Alfonsín. El descomunal endeudamiento benefició a un sector muy concentrado y se extranjerizó la economía en el CEA (Consejo Empresario Argentino), para luego transferir la deuda al Estado argentino fortaleciendo la dependencia con el capital financiero internacional. Esto es de tal manera que a 43 años del golpe militar, las 200 (doscientas) empresas más grandes del país concentran el 22% de lo que se produce; 50 empresas generan el 65% de nuestras exportaciones, y 10 bancos realizan el 90% de las operaciones cambiarias, y encima el hijo primogénito de uno de los grandes beneficiados de la dictadura, por más que ahora reconozca que el padre cometió delito de soborno, es el presidente constitucional de la Argentina.
FMI QUO VADIS
Todo el perverso y remanido camino de endeudarnos en dólares para pagar gasto público en moneda nacional, que hizo la dictadura militar, que repitió Cavallo en la Convertibilidad y que el gobierno de Cambiemos ejecutó endeudando al Estado en U$S 35.000 millones en el año 2016, otros U$S 35.000 millones en el año 2017 y en el 2018 hasta marzo por U$S 15.000 millones, más el endeudamiento con el FMI por unos U$S 52.500 millones hasta que termine la gestión de Macri, que benefició a los ricos de este país quienes se lo compraban al BCRA[4].
El FMI nos asiste porque es la quinta columna del capital financiero internacional que tiene su base en los EEUU y que no quiere que nosotros produzcamos un alfiler, y pretende que sólo seamos proveedores al mundo de minerales, energía y alimento, reduciéndonos a una colonia en su patio trasero.
Esto es, mientras se asegura que paguemos, si no es con dólares va a ser en activos, como fueron las privatizaciones, sólo que esta vez vienen por Vaca Muerta (con Tecpetrol, los Bulgheroni e YPF incluido), las acciones que están en poder del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS (y también por la privatización del sistema previsional) y por las reservas de agua potable, litio y cuanto ellos consideren de valor, sin tirar un solo tiro. Sobre los 30.000 desaparecidos que la dictadura produjo, sobre esos muertos y quebrada la voluntad popular, avanzan con el beneplácito de nuestros supuestos dirigentes como si fuera una visita de amigos.
No, el camino lo señala Néstor Kirchner, que conocía como nadie nuestro “ser nacional” como le gustaba definir a Hernández Arregui; Néstor Kirchner suspendió todos los pagos de la deuda (es cierto que tenía el amparo legal del default de diciembre de 2001), durante dos años[5] y recién en mayo de 2005 les ofreció canjear los títulos de deuda por uno nuevo, pero con una quita del 65% del valor y extendiéndolo en el plazo hasta el año 2021, en ese ínterin aumentó los salarios, jubilaciones y pensiones por Decreto, desdolarizó las tarifas públicas, y bajó las tasas de interés aumentando la oferta de dinero. En su afinada filosofía sostenía que había que darle plata al pueblo: “Sin Consumo no hay ni inversión ni producción, sin producción no hay exportaciones”
La disyuntiva es FMI o volvemos a crecer con lo nuestro; mientras no tomemos todos clara consciencia de ello estamos destinados a padecer por los mismos errores.
Lo decía otro gran patriota, Mariano Moreno: “Se dice generalmente que un empréstito bajo las seguridades que están a disposición del Gobierno, sería capaz de remediar los presentes apuros; pero V.E. puede estar seguro de que jamás encontrará esos socorros que se figuran tan asequibles y que a su consecución se seguirían consecuencias tan perniciosas, que quedaría arrepentido de haberlos encontrado. Todas las naciones en el apuro de sus rentas han probado el arbitrio de los empréstitos, y todas han conocido a su propia costa que es un recurso miserable con que se consuman los males que se intentaban remediar”.
Referencias:
[1] Falleció el 3 de mayo de 1995, en un accidente de aviación cerca de Quito, Ecuador, cuando concurría junto al presidente y CEO de YPF José Estenssoro (artífice de la privatización petrolera bajo Carlos Menem) a una reunión de ejecutivos petroleros sudamericanos, junto a otros ejecutivos del sector energético, como el gerente general de la chilena ENAP, el español nacionalizado chileno Juan Pedrals, junto a su ingeniero asesor y jefe de proyectos Jorge Rodríguez Sobarzo, así como Manfred Hecht Mittersteiner, jefe de producción de la subsidiaria internacional de ENAP, Sipetrol y el estadounidense Ernest Schneider
[2] APEGE (Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias) fue una agrupación de federaciones empresariales en la Argentina fundada en agosto de 1975 que dejó de funcionar después del golpe militar del 24/03/1976. La APEGE estaba integrada por el Consejo Empresario Argentino (CEA), la Sociedad Rural Argentina, la Unión Comercial Argentina, la Cámara Argentina de la Construcción, la Cámara Argentina de Comercio, la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires, Confederaciones Rurales Argentinas, la Cámara de Sociedades Anónimas, la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario y la Copal (alimentación). El 16 de febrero de 1976 la APEGE organizó una huelga general empresaria, la única de la historia argentina, que fue el apoyo y el inicio de la cuenta regresiva del golpe de estado que derrocó a la viuda de Perón.
[3] Conducta de muchos como Longvie, Molinos Cañuela, los Grobocopatel, el mismo grupo Clarín, que emitieron obligaciones negociables en dólares y ante la depreciación del 100% tienen pérdidas en sus balances y hasta pedidos de concurso y quiebra.
[4] El BCRA es banco de bancos y asesor financiero del Estado. El Tesoro de la Nación toma la deuda en dólares y le vendía esos dólares al BCRA (porque el Tesoro paga sus compromisos en pesos: Salarios, gastos operativos, obra pública, jubilaciones y pensiones, etc.) Y esos dólares el BCRA se lo vende a los bancos que desean comprarlo (para ellos o para sus clientes) al tipo de cambio vigente (hoy en torno a los $ 42.- y no sabemos cuál es el valor de dólar para fin de año y por supuesto el Tesoro que recauda en pesos debe pagar ese mayor valor del dólar).
[5] Dividió la deuda en performing (que era con los organismos internacionales de crédito que no era la más importante y pago los intereses), pero hizo la quita sobre el resto que representaba el 75% del total adeudado.
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*Economista especializado en temas fiscales y monetarios. Profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires. Ex Director de Políticas Macroeconómicas del Ministerio de Economía. Miembro de EPA (Economía Política para la Argentina).
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