10/21/2018

debilitamiento generalizado de la negociación colectiva como mecanismo de regulación de las relaciones laborales.



Negociaciones colectivas
La cantidad de homologaciones registradas a lo largo del primer semestre de 2018 cayó respecto a los dos años anteriores, y es un 79% inferior a la totalidad de negociaciones homologadas en el primer semestre del año 2015. En relación a los convenios colectivos de trabajo, en el primer semestre del corriente año sólo se homologó un convenio de actividad y nueve convenios de empresa. 

El de actividad fue firmado por el Sindicato de Obreros y Empleados de los Cementerios, y los de empresa corresponden a las siguientes actividades: estaciones de servicio, ferroviaria, naval, petrolera, marina mercante y juegos de azar. 

Tal como venimos sosteniendo en informes previos, una de las explicaciones posible a este declive pareciera estar vinculada a la decisión de les trabajadores y las organizaciones sindicales de no negociar condiciones de trabajo en un contexto de crisis económica como es el actual. 

A ello debe sumarse el discurso de numerosos funcionarios que insisten en la necesidad de incluir cláusulas de flexibilidad laboral en las negociaciones colectivas, iniciativa que ya ha comenzado a plasmarse en demandas patronales que condicionan la apertura de negociaciones salariales a la discusión de dichas cláusulas.

Los acuerdos colectivos de trabajo también descendieron en el primer semestre de 2018, tanto a nivel de actividad como de empresa. Los acuerdos de actividad en su gran mayoría fijan aumentos salariales anuales, de diversas formas, ya sea a través de porcentajes, sumas fijas, incorporación al salario de sumas no remunerativas o bien, sumas no remunerativas por única vez, en cuotas o de forma mensual. 

Los acuerdos de empresa, adecúan condiciones de trabajo salariales y no salariales a los lugares de trabajo; si miramos la dinámica del conflicto laboral y especialmente la caída en los conflictos en el nivel de empresa (debido al cierre de establecimientos, los despidos y el fuerte disciplinamiento laboral) vale decir que la baja en la cantidad de estos acuerdos podría estar relacionada con la inexistente necesidad de canalizar conflictos vía negociaciones colectivas. 

La disminución registrada en la primera mitad del año profundiza una tendencia iniciada en el 2016 que, en términos cuantitativos, implica un debilitamiento generalizado de la negociación colectiva como mecanismo de regulación de las relaciones laborales.


Conflictividad laboral:
En el segundo trimestre de 2018 la cantidad de conflictos laborales se mantuvo sin variaciones respecto al mismo trimestre del año anterior. Este comportamiento incluye una caída del 18% de los conflictos en el sector privado, compensada por un incremento muy pronunciado de los conflictos con participación simultánea de trabajadores del sector público y privado.

A pesar de haberse mantenido constante la cantidad de conflictos, la cantidad de acciones conflictivas creció casi un 30% en comparación con un año atrás. Ello se explica por un incremento de la cantidad de acciones por conflicto, tanto en el sector privado como en los impulsados por trabajadores de la economía informal y por trabajadores de ambos sectores.

Las acciones conflictivas que más crecieron en el período son aquellas que poseen una mayor intensidad: paros, movilizaciones, cortes y acciones en la vía pública.

Tanto en el sector público como en el sector privado la dinámica de los conflictos sigue estando vinculada a situaciones de crisis económica: el 49% de los conflictos se originaron en despidos, suspensiones o reclamos por deudas salariales. Por oposición, los reclamos por aumentos salariales apenas estuvieron presentes en uno de cada tres, proporción que desciende a apenas el 22% en el sector privado.


Mercado de trabajo:
La participación relativa de los asalariados registrados del sector privado en el mercado de trabajo continúa en franco retroceso. El último dato disponible, correspondiente a mayo de este año, da cuenta de un crecimiento interanual del 0,8%, inferior al incremento poblacional. En función de la evolución de la actividad económica en los meses siguientes, todo indica que este indicador continuará deteriorándose.

El reciente incremento del Salario Mínimo, Vital y Móvil decidido unilateralmente por el Gobierno Nacional volvió a implicar un retroceso en términos reales. En el 2018 la caída en términos reales será de aproximadamente el 8,5%, mientras que en comparación con los máximos registrados en 2011 el retroceso es de casi el 22%.

La caída del salario real ha impactado significativamente en los trabajadores del sector público. En el caso de la Administración Pública Nacional y las Universidades Nacionales, la magnitud del retroceso se ubica en torno al 15% en comparación con los niveles de mediados de 2015.

El mercado de trabajo sigue mostrando brechas significativas entre varones y mujeres. Estas últimas presentan tasas de desocupación superiores, perciben salarios inferiores a pesar de poseer mayores niveles de estudio y suelen acceder a puestos de trabajo a tiempo parcial en mayor medida que los trabajadores varones.


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