A un día de recordar el inicio del desembarco neoliberal en nuestro país que supuso además de las violaciones a los derechos y garantías individuales un colosal proceso de deconstrucción de los segmentos medios, leemos en Alto dato las conclusiones del Banco Mundial sobre la evolución de los segmentos medios en la última década.
Muchos integrantes de los sectores medios en Latinoamérica se sienten frustrados. Perciben que la sociedad no les da el lugar que merecen, que los estados y gobiernos no están a la altura de sus expectativas y que las economías de la región atentan contra sus esfuerzos e intereses.
Buena parte de ellos están movilizados, discuten, debaten y reclaman un cambio de rumbo en las políticas que se han venido sosteniendo en la región. Pretenden una matriz acumulativa y distributiva diferente, más liberal.
Sería muy útil para esos sectores sociales contar con un panorama más amplio, estructural y no tan coyuntural para decidir a qué modelo político económico van a confiar su futuro. Para ellos va este informe comparativo acerca del devenir de la clase media en la última década en Latinoamérica y EEUU.
Por Marcelo De Angelis
El informe “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina”, publicado en 2013 por el Banco Mundial, afirma que “en la última década, la clase media en América Latina creció un 50%, y ahora representa el 30% de la población”.
Según los expertos del organismo, este crecimiento se debe a la generación de empleos. “Más de 50 millones de personas han escalado posiciones sociales y económicas durante la última década en América Latina para convertirse en miembros de la clase media, lo que significa un aumento de más del 50%. Casi un tercio de las familias latinoamericanas se consideran ahora de clase media, hecho que también ha reducido la proporción de pobres de la región en un porcentaje casi exacto al de clase media (o el 30% de la población)”, según el informe difundido.
Tal vez allí se encuentre la explicación para la frustración de algunos sectores medios, aquellos que ya pertenecían a esa clase y han visto cómo se incorporaban a su mismo estatus millones de “ex pobres”, mientras ellos no podían ascender en la escala social.
Para Augusto de la Torre, economista jefe regional del Banco Mundial, “es un incremento histórico, relacionado con la baja de las tasas de desempleo y la informalidad. Por ello, el crecimiento de la clase media en los últimos diez años tiene que ver con la dinámica de crecimiento y de la generación de empleos”.
Al menos el 43% de todos los habitantes de América Latina cambiaron de clase social entre mediados de los años noventa y finales de los años 2000, y la mayor parte de este movimiento fue ascendente. Sólo el 2% de la población vivió una transición de clase descendente. “La mayoría de los movimientos de clase fueron progresivos: casi todos los que ascendieron se desplazaron ya sea de la pobreza a la vulnerabilidad o de la vulnerabilidad a la clase media”, aclara el informe del BM.
Estas estadísticas promedio ocultan las variaciones dentro de cada país y entre países. Para las mediciones del BM, El alcance de la movilidad económica fue mucho mayor en Brasil y Chile, por ejemplo, que en Guatemala o Paraguay.
En Argentina y Brasil, la disminución de la desigualdad de los ingresos contribuyó sustancialmente a la expansión de la clase media, pero en todos han jugado un papel importante el mejor acceso a educación de calidad y a redes fiables de protección social en la movilidad social ascendente que logró sacar de la pobreza y colocarlos en la clase media a millones de latinoamericanos. Según los resultados del reporte, los latinoamericanos pasaron a un promedio de 8 años de escolaridad por alumno, frente a los 5 años que tuvieron históricamente.
Pero el informe también advierte que no se trata de una situación consolidada, ya que en la medida en que las condiciones económicas globales empeoran, esos recién llegados a la clase media pueden ser expulsados de su nuevo estatus.
“Resulta que la vigorosa expansión de la clase media es el resultado directo del boom económico y creación de empleo de los últimos años en América Latina, factores que podrían convertirse en las primeras víctimas de la turbulencia económica en Europa y un crecimiento más lento en China”, enciende la alarma el informe del BM.
Los números de la nueva clase media latinoamericana
Más de 73 millones de personas abandonaron las filas de los pobres en la última década. Más de 70 millones de mujeres se incorporaron al mercado laboral en los últimos años, jugando un papel fundamental en la reducción de la pobreza y la ampliación del centro económico, gracias a sus mejores credenciales académicas y competencias profesionales.
Del 45,7% de la población que era pobre en 1995, menos de la mitad (22,5%) todavía era pobre en 2010, mientras que el resto fundamentalmente ascendió para convertirse en vulnerable (21%) y una minoría (2,2%) saltó directamente a la clase media.
Del 33,4% de la población que empezó como vulnerable en 1995, más de la mitad (18,2%) ascendió y pasó a pertenecer a la clase media.
La Década Perdida
En el otro extremo, en el norte del continente, la clase media siente los efectos negativos del modelo neoliberal. En EEUU, “desde el 2000, la clase media se ha reducido en tamaño, retrocedido en ingreso y riqueza, y perdido algunas -pero no todas- de su fe característica en el futuro”, señala el informe del Pew Research Center, titulado “La década perdida de la clase media – Menos, más pobres y más sombríos”.
La evaluación es el resultado de una nueva encuesta nacional realizada por ese instituto entre 1.287 adultos que se reconocen de clase media, datos complementados con el análisis de datos de la Oficina del Censo de EE.UU. y del Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal.
El informe, publicado en 2012, concluye que “el 85% de los adultos autodenominados de clase media dicen que es más difícil de lo que era hace una década mantener su nivel de vida para la gente de clase media. De los que sienten de esta manera, el 62% dice que `mucho´ de la culpa es del Congreso, mientras que el 54% dice lo mismo de los bancos e instituciones financieras, el 47% de las grandes empresas, el 44% responsabiliza a la administración Bush, el 39% a la competencia extranjera y el 34% a la administración de Obama. Sólo el 8% culpa a la propia clase media”.
En su pormenorizado informe, el Pew Research Center destaca que “por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la media de los ingresos familiares se redujo para los estadounidenses en todos los niveles de ingreso. Para el grupo de ingresos medios, la `década perdida´ de los años 2000 ha sido aún peor para la pérdida de riqueza que para la pérdida de ingresos. El ingreso medio para ese sector cayó un 5%, pero la riqueza media (activos menos deudas) se redujo en un 28%. Durante este período, la riqueza media de la capa superior de ingresos se mantuvo sin cambios. Mientras tanto, la riqueza de los niveles de ingresos más bajos se desplomó en un 45%”.
Es que el patrimonio neto de las familias de ingresos medios -activos menos deudas- también recibió un golpe en la última década. “Según datos de 2001 a 2010 de la Encuesta de Finanzas del Consumidor de la Reserva Federal, el patrimonio neto medio cayó un 28%, borrando dos décadas de ganancias”, afirma el estudio.
El contrato social
El informe del Banco Mundial hace una interesante reflexión respecto al devenir de la clase media en la región, respecto al “contrato social” o combinación de acuerdos implícitos y explícitos que determinan lo que cada grupo contribuye al Estado y lo que recibe de él.
Según el estudio, el contrato social de América Latina en la segunda mitad del siglo XX se caracterizó por un Estado pequeño al que la elite -y la pequeña clase media a ella unida- contribuía con impuestos bajos y del que se beneficiaba en gran parte mediante un conjunto “truncado” de beneficios en efectivo, como pensiones de jubilación e indemnizaciones por despido para los trabajadores formales del sector privado. Los servicios públicos en estos sectores, como educación, salud, infraestructuras y seguridad, generalmente eran de baja calidad. “Mientras que la amplia mayoría de la población (pobres y vulnerables) no tenía alternativa, los ricos y la pequeña clase media renunciaron a ellos y escogieron alternativas ofrecidas por el sector privado”.
Sin embargo, “a medida que evoluciona hacia una estructura social más madura, con una clase media más grande que hace oír su voz más resueltamente, América Latina se encuentra en una encrucijada: ¿romperá (aún más) con el contrato social fragmentado que heredó de su pasado colonial y seguirá persiguiendo una mayor igualdad de oportunidades o se entregará aún más decididamente a un modelo perverso en que la clase media se excluye de participar y se vale por sí misma?”, se interroga el informe sin intentar una respuesta.
De la decisión histórica que tome la clase media en esta encrucijada, y su posicionamiento ante los modelos de crecimiento y desarrollo con inclusión social, dependerá el futuro de los sectores pobres y vulnerables de la región, y el suyo propio.

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