
Tiempos difíciles para la unidad – Por Darío Capelli
El sociólogo Darío Capelli reflexiona y debate en esta nota, en torno al documento “La unidad del campo popular en tiempos difíciles” firmado por funcionarios del gobierno nacional, intelectuales y periodistas. Capelli afirma que mediante la argucia retórica de la búsqueda de la unidad y la estabilidad del espacio, lo que se propone es eliminar la parte maldita que lo tensa con su sola presencia.
Por Darío Capelli*
(para La Tecl@ Eñe)
Se ha escrito un texto que insta a la unidad el campo popular. Lo firma un conjunto nutrido de funcionarixs, intelectuales y activistas culturales. Lo leímos y estamos azoradxs: tanta gente que suele producir buenas ideas para un escrito así de menesteroso. Pero no es todo: a la carencia, agréguele lector o lectora, un poco de canallada. Cuando para preservar la unidad se declama la necesidad de que las tiranteces internas de una totalidad no escalen a los extremos y al mismo tiempo se le pide a una de las partes que renuncie a su identidad, no es unidad lo que en el fondo se busca ni –al cabo- la estabilidad del espacio sino eliminar la parte maldita que lo tensa con su sola presencia. La argucia retórica para esconder esa verdadera intención consiste en machacar sobre la prevalencia de la contradicción principal por sobre las secundarias. Para dar un ejemplo de otro campo semántico que nada tiene que ver con el texto que aquí glosamos: si uno dice que la derecha es el verdadero enemigo del pueblo y que, para impedir su avance, el kirchnerismo debe renunciar a ser kirchnerista ¿Cuál sería, pues, la contradicción fundamental que debe desarrollar el activismo al que se supone que estamos interpelando? Por otro lado, no hay la misma exigencia hacia otras identidades: ni a Massa se le pide que deje de ser moralista ni a Morales que deje de ser massista, siendo –además- que no hay modo de llegar a concebir que el carcelero de Milagro Sala pueda ser un aliado natural del campo popular. No es seguro cuáles podrían ser los buenos usos de la vieja teoría maoísta de los dos tipos de contradicciones pero éste, claramente, es un uso espurio: no es tanto lo que preocupa el crecimiento del fascismo sino la persistencia del kirchnerismo, pero como eso no puede decirse sin costos, se propone que para combatir al primero es necesario, en esta etapa, resignar al segundo. Dentro de la amplitud del movimiento peronista, es lógico que haya sectores que no se sientan contenidos por el kirchnerismo, que –por otra parte- también contiene a parte del progresismo y la izquierda popular. Eso (que haya sectores del peronismo que no se sientan contenidos por el kirchnerismo, decimos) no constituye un problema. Tampoco los sectores que le disputan su lugar preponderante en el Frente de Todxs o, para no decirlo con palabras tan altisonantes, los que también quieren aportar su color ideológico al espacio. El verdadero problema son los sectores que pretenden negarlo –al kirchnerismo- porque lo ven como una desviación del ideal justicialista
¿Hay un kirchnerismo antiperonista? ¿Cómo podría, si el kirchnerismo es conducido por una mujer que ha aplicado y actualizado la doctrina peronista (con sus ideales de justica social y soberanía nacional) en su propia gestión de gobierno?
¿Hay un peronismo antikirchnerista? Desmentirlo es una ingenuidad a o un engaño a conciencia pues no es posible desconocer que hay actores dentro del peronismo que aprovechan cualquier oportunidad para intentar debilitar al kirchnerismo a la espera –hasta el momento vana- de que alguna vez puedan sacárselo por fin de encima. El texto que desde el domingo circula entre portales y redes, titulado “La unidad del campo popular en tiempos difíciles” no es sólo una oda a la moderación, tal como correctamente ha sido caracterizado por numerosas voces, sino además un argumento que calza con la intencionalidad del peronismo antikirchnerista.
Por lo demás, afirmar que hoy no hay fenómenos de movilización social en la Argentina y que en ese contexto los dirigentes deben tomar decisiones templadas pero transformadoras es una falacia de varias aristas: si en efecto la sociedad transitara un impasse demasiado gris, estaríamos ante un escenario político propicio para los arrebatos de un hechicero y no en la situación ideal para las decisiones moderadas. La sociología de Max Weber señaló de manera definitiva los modos en que el carisma irrumpe cuando la vida común apenas se reproduce sobre fundamentos mecánicos sin que los individuos involucrados encuentren en ello demasiado encanto. Entonces, la falta de movilización no es excusa para resignar convicciones. Insistimos: si en un contexto de agresión hacia los intereses de los sectores populares no hubiera respuesta de sus organizaciones libres, estaríamos en otro momento histórico, más cercano al huevo de la serpiente que al liberalismo de buenos modales. Parafraseando a León Rozitchner: cuando el pueblo no se mueve, el fascismo se alista para il sorpasso y es –entonces- cuando la dirigencia progresista más debe intensificar la convocatoria a la movilización y radicalizar los mecanismos de participación democrática. Si en verdad se percibiera un impasse, como pareciera que el documento “La unidad del campo popular en tiempos difíciles” sugiere, sería pues un acto irresponsable, casi al borde de lesa patria, dejarle un campo orégano al fascismo al apostar por la moderación política. No es que porque el fascismo amenaza hay que poner paños fríos en la frente del Pueblo sino a la inversa: un Pueblo desmotivado es la ocasión para que el fascismo crezca.
Pero de otra parte, y aquí radica el elemento más estulto de la argumentación, es falso que la sociedad argentina esté desmovilizada. Preguntamos a lxs compañerxs que firmaron la carta ¿desconocen al activismo transfeminista que –más allá de haber conquistado un Ministerio (algo cuestionado por su inactividad, dicho sea de paso)- se expresa cotidianamente en marchas, plenarios y asambleas? ¿No perciben lxs firmantes del texto que hay un ambientalismo popular –de naturaleza anticapitalista- que no da el brazo a torcer cuando se trata de defender nuestra soberanía sobre los bienes comunes de la Pachamama? ¿Ignoran acaso a lxs trabajadorxs de la economía popular que se organizan en redes solidarias sin abandonar nunca la lucha reivindicativa para la conquista de más y mejores derechos? No negamos que el movimiento social tenga sus ambigüedades pero desconocer estos ríos profundos de la sociedad actual es negarlos, y negarlos es neutralizarlos.
El texto que han suscrito, compañerxs, está mal por donde se lo mire: lo quieran o no, reniegan ustedes de la identidad que signa una experiencia histórica que, por más que haya sido insuficiente, se propuso (como pocas veces) una distribución de los bienes materiales y simbólicos que nuestra Patria produce, con criterios de justicia social. Todo en un marco de intensa institucionalidad democrática. En numerosas ocasiones, el kirchnerismo en el poder logró que se consagraran nuevos derechos; otras tantas veces fue imposible que avanzara o se quedó a mitad de camino. Nada sucedió sin elevados niveles de participación ciudadana, tanto a favor como en contra de las medidas de gobierno.
Tampoco aciertan ustedes en la caracterización de esta etapa de nuestro desarrollo histórico. Dan por sentado que el Pueblo no se mueve cuando ciertamente hay muestras claras de lo contrario: o no logran ver mucho más allá de sus ventanas o niegan conscientemente lo evidente. No hay por qué sospechar malas intenciones. Más bien parece que se trata de un temor muy fuerte al retorno de la derecha. Por cierto, ésa debe ser la preocupación mayor del Frente de Todxs. Pero llamar a juntarse para desensillar hasta que aclare es una lección mal aprendida del proverbiario peronista. La apuesta debería ser otra: consolidar la unidad tras la vocación de volver a ser el hecho maldito del país burgués.
*Sociólogo, docente UBA-UNLaM, co-editor de la revista El Ojo Mocho.
2 comentarios:
Todo este internismo ideológico y semántico es absolutamente pueril. Hay un desconocimiento atroz de la interrelación de Argentina con el mundo y, en mayor medida, de lo que pasa en el mundo.
Lo que está pensando una "líder" como CFK –que no es de "conducción" en la conceptualización de JDP- es cómo fortalecer al movimiento nacional y popular en un contexto mundial crítico para el país. Esto es indispensable para la ampliación de los márgenes de soberanía nacional en el marco de un mundo que se derrumba y tenemos que evitar que los escombros nos caigan en la cabeza y nos maten.
A nivel global las cartas están echadas. Es difícil que haya marcha atrás. El imperio angloamericano (que no es el país EE.UU. o GB) ya abandona los esfuerzos por administrar la crisis monetaria y financiera occidental que viene desde antiguo (incluso antes de lo de Lehman en 2007/8) y va a dejar que las cosas colapsen, en la idea ridícula que toda la culpa se le puede echar a una sola persona (Putin) y que, con eso, van a evitar la rebelión social.
La política de sanciones a Rusia y a los díscolos es absolutamente irracional y va provocar desórdenes y problemas por todas partes, no solo en los llamados países “emergentes” sino también en Europa Occidental y EE.UU. mismo.
Las condiciones de vida van a empeorar para grandes masas de población en todos los continentes.
Ante esta situación, los actores cuerdos (Rusia y China) van a impulsar la organización de un sistema monetario y financiero nuevo que sirva para las necesidades de la población humana, primero de ellos y, luego, de todo el mundo.
Argentina debe alejarse lo más rápido posible del edificio noroccidental que se derrumba porque, si no lo hace, va a quedar sepultada; y las discusiones internas que ahora se ven en el F de T va a parecer una pelotudez atómica.
Sigo en el próximo comentario y termino.
Continuo con el comentario anterior y termino.
Así que, por favor, volvamos a la cordura.
Argentina es un país con mucho potencial, absolutamente desperdiciado por la función que cumple (desde la muerte de JDP, hace casi 48 años) dentro del sistema oligárquico noroccidental transatlántico.
El mentado debate sobre la “inflación” como el principal “problema” es absolutamente errado.
La inflación es un síntoma de un problema, no “el problema”.
El problema es que la estructura distributiva del ingreso que introdujo –como ruptura- el peronismo histórico nunca se pudo consolidar y tener su correlato a nivel tecnológico e industrial.
JDP tenía muy claro este problema, hizo notables esfuerzos para resolverlo pero no pudo porque fue derrocado y, además, muy poca gente lo comprendía de verdad.
La renta agropecuaria proveniente del comercio internacional debe ser reducida al mínimo por medio de una capitalización en industria e infraestructura a gran escala.
Un gobierno nacional y popular debe hacer planes quinquenales orientados a satisfacer las necesidades energéticas, alimentarias, vivienda, salud, educación e infraestructura para 45 millones de habitantes y 10 millones de familias. Planes que deben prever una tasa de crecimiento demográfico del 2% anual.
Todo lo necesario para conseguir los ingredientes físicos para producir para esas 10 millones de flias. (máquinas-herramientas, materias primas, energía, etc., etc.) deben ser gestionados por una empresa del Estado que se ocupará de las relaciones con los interesados del exterior (China, Rusia, India, Alemania, etc.).
Por supuesto que el intercambio dejará de hacerse en dólares. Se copiará el modelo de lo que está intentando hacer ahora mismo Arabia Saudita con China y la India con Rusia, de hacer el intercambio pagando en monedas nacionales prescindiendo de la divisa.
Es evidente que para tener reservas en dólares que no sean robadas por EE.UU. e Inglaterra hay que ser esclavos a perpetuidad. Es mejor alejarse de esa clase de locos y pensar una “economía real” impulsada por el Estado y con profundas relaciones con Oriente.
Esta es la única forma existente actualmente no solo de evitar que empeoren en el corto plazo las condiciones de vida de millones de personas, sino también, de que mejoren sustancialmente.
Dejemos que el antiguo tema de la "escasez de dólares" quede en el pasado, no por conseguir dólares sino por no necesitarlos.
A través de la geopolítica de guerra y las provocaciones (estrategia ocultada e invertida por el sistema mediático imperial) las oligarquías occidentales dominantes en el mundo actual han trastornado las cosas a tal punto que todo ocurre como si en un manicomio los locos (soliviantados por personas ajenas) tomaran el control y dispusieran de los psiquiatras y los enfermeros como si fueran locos. Y los medios de comunicación y cronistas en el lugar dijeran las 24 hs. del día que los locos son los psiquiatras y los enfermeros y que las actuales autoridades del manicomio no van a tolerar y van a sancionar a todos aquellos que digan que las actuales autoridades son los locos, no los psiquiatras y enfermeros.
Tal es el estado del mundo hoy y el pueblo argentino debe defenderse con todas las fuerzas posibles de ese estado de cosas. De lo contrario sufriremos horrores.
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