8/12/2021

justificando lo injustificable

 

Hiroshima...y Nagasaki, “mon amour “, en el 76 aniversario del horror atómico


Manuel García Fonseca 

 

Hace unos meses estuvieron en nuestra casa un matrimonio japonés que viven en Hiroshima, y ella hace un servicio voluntario de acompañar a visitantes al museo y al centro donde sucedió una de las mayores atrocidades del siglo XX. Fue una delicia la convivencia de unos días con personas de Hiroshima, que viven todavía para mostrar el horror, y lograr la reconstrucción física pero sobre todo moral de los habitantes de Hiroshima: no olvidan, informan, y lo hacen con una serenidad y grandeza moral contagiosa: que la paz no permita que se repita el horror.

Cada año en el aniversario se recuerda lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki y se organizan actos emotivos para recordar a las víctimas como si todo hubiera sido un accidente de la historia, olvidando que fue un acto premeditado llegado a cabo con conocimiento de los daños que causaría y con desprecio absoluto por el sufrimiento humano.

Estados Unidos ha justificado este inmenso acto terrorista culpabilizando a los japoneses y mostrándolo como un mal necesario para un futuro mejor; esos son exactamente los argumentos que los nazis usaron para que los ciudadanos alemanes participaran en el genocidio nazi, pero ni las personas inocentes que estaban en sus casas eran culpables, ni se consiguió un mundo mejor, todo lo contrario, llevó terrible dolor y sufrimiento innecesario a millones de personas y algunas de ellas todavía sufren las consecuencias y siguen muriendo a causa de la radiación.

Leyendo y escuchando los comentarios dominantes en los medios de comunicación, me han parecido tan sesgados y evasivos que me siento obligado a exponer otras opiniones absolutamente diferentes. Tuve la suerte de conocer en una visita a Gijón al historiador norteamericano Gabriel Jackson, y oírle comentar uno de sus libros más interesantes y documentados, “Civilización y barbarie en la Europa del siglo XX”. Me parecen muy importantes sus reflexiones sobre este hecho terrible, que me hicieron verlo de forma muy distinta de la que transmiten los gobiernos de Estados Unidos, hoy las versiones dominantes.

La primera observación que me llama la atención es que en los medios de opinión se habla del aniversario de Hiroshima pero apenas se menciona que, tres día más tarde, fue lanzada la segunda bomba atómica sobre la población civil de Nagasaki, sin darle al gobierno japonés la menor oportunidad razonable de reconsiderar su postura ante una acción tan singular y aterrorizante.

Para Jackson los actos de mayor barbarie del siglo fueron los ejecutados por el nazismo, el estalinismo y las dos bombas atómicas sobre ciudades. Se usó la atroz arma atómica de forma deliberada sobre poblaciones civiles, buscando el mayor efecto posible, es decir el mayor número de muertos civiles (hoy ya se cuentan más de dos millones de personas) que produjera un terror generalizado. Jackson hace un detallado análisis crítico sobre las diversas justificaciones oficiales de este genocidio, exponiendo otras posibilidades de un uso nuclear disuasorio sin víctimas civiles que se hubieran podido llevar a cabo; y cómo la “justificación” de “rendición incondicional” que habían planteado los americanos a Japón, no impidió que de hecho los Estados Unidos aceptaron finalmente la principal condición en la que habían insistido los japoneses: que no se obligara a abdicar al emperador y que no fuera juzgado como criminal de guerra. Si se hubiera aceptado esta condición previamente, el gobierno japonés se hubiera rendido sin haberse producido el bombardeo atómico.

Achacar tamaña decisión al pueblo norteamericano es injusto y es un error. La democracia americana está dominada, como advirtió el mismo Eisenhower, por el pentágono militar y la industria armamentística. Cito la tremenda reflexión con la que termina Jackson este análisis:

“A mi como norteamericano que en aquel tiempo prestaba servicio como cartógrafo militar, me pareció un “crimen de guerra”, y en el (más de) medio siglo transcurrido desde entonces jamás he leído ninguna explicación convincente de porque no se pudo hacer una prueba en una zona deshabitada o escasamente habitada para salvar vidas humanas y no solo la de los soldado norteamericanos. En las circunstancias específicas de agosto de 1945 el uso de la bomba atómica demostró que un Ejecutivo desde el punto de vista psicológico muy normal, elegido en elecciones democráticas, pudo utilizar el arma exactamente igual que la habría utilizado el dictador nazi. Ninguna persona a quien le preocupe las distinciones morales en la conducta de diversos tipos de gobierno puede dejar de pensar que, con el lanzamiento de las bombas atómicas, Estados Unidos redujo la diferencia entre fascismo y democracia” .

Una segunda observación sobre la ideas centrales que se difunden en las opiniones oficiales y dominantes es la del peligro para la humanidad del posible uso del arma atómica por otros países, particularmente los del tercer mundo. Se habla del peligro atómico que supone que tengan el arma atómica Rusia, Pakistán, la India, o sobre todo Corea del Norte, o Irán. No se suele citar a quienes más amenazan de usar el arma atómica, al margen de los acuerdos internacionales, es decir a Israel. Y no se dice nada de las opiniones de altos cargos políticos y militares de Estados Unidos, particularmente los miembros del Tea Party hace años y Trump y su grupo de descerebrados sobre su predisposición a utilizar incluso como medio disuasorio, el arma nuclear. Y sobre todo no se exige ni se plantea responsabilidad jurídica o moral alguna al gobierno que tomó consciente y deliberadamente la decisión del pasmoso genocidio.

No es suficiente con recordar a las víctimas, ni se puede perdonar a los verdugos mientras sigan justificando lo injustificable, mientras no pidan perdón a las víctimas y reconozcan lo terrible e innecesario de sus actos. Por el futuro de la humanidad, Justicia y Paz.
 
Veterano militante de la izquierda asturiana, profesor jubilado de filosofia y diputado de IU Asturies de 1986 a 1995.

1 comentario:

oti dijo...

En abril de 1945 murió FDR, menos de 4 meses después tiran las bombas atómicas.

Desde la muerte de Roosvelt, los intereses geopolíticos del establishment angloamericano tomaron el mando.

Mientras duró el proceso de investigación y experimentación para la fabricación de la bomba nuclear, surgieron los ideólogos de ocasión, tanto del lado británico como estadounidense, que postularon que, luego de la guerra, había que dominar el mundo por medio del terror nuclear. Que bajo ese terror, los pueblos y naciones del mundo se iban a someter a los dictados del establishment angloamericano.

Japón ofreció la oportunidad perfecta para poner a prueba esa idea.

Ese país estaba negociando la rendición mediante diplomáticos en el Vaticano. Por supuesto, a los geopolíticos angloamericanos de la bomba nuclear no les interesaba un comino todo ese tipo de negociación, porque ya tenían la idea preconcebida de tirar la bomba y ver qué pasa, si aumentaba la sumisión mundial a un gobierno mundial regido por el establishment angloamericano.

Ese fue el contexto en que ocurrió eso.

No es un hecho que quedó en el pasado. Porque la geopolítica que lo ocasionó sigue existiendo, aunque con otras formas más sutiles, en algunos casos. El objetivo es el mismo: neutralizar las soberanías nacionales que pudieran surgir, sometimiento a los dictados de un gobierno mundial, en lo político, económico, financiero, monetario, climático, etc.

Saludos.

Oti.