4/26/2021

tiempo de multipolaridad y soberanía...

Valores ¿compartidos? – Por Carlos Raimundi


La idea de «las Américas» o de «hemisferio occidental» como un todo homogéneo de valores compartidos, corresponde a otra etapa del sistema mundial. Con los EEUU vencedores de la guerra, se suponía que los Estados americanos pertenecían a su «área de influencia». Y que tendrían en común una serie de valores y alianzas políticas y económicas. Carlos Raimundi procura demostrar en este trabajo que en el mundo actual no hay condiciones para tal “pertenencia”, ni compartimos la totalidad de aquellos valores que en su momento se llamaron “valores occidentales”. Es tiempo de multipolaridad y soberanía.


Por Carlos Raimundi*

(para La Tecl@ Eñe)



Presentación

En 2021, los Estados Unidos debían ser anfitriones de la IX Cumbre de las Américas, pero, como consecuencia del COVID-19, la misma se pospuso para principios de 2022.

Estas reuniones presidenciales, bajo el nombre de Cumbre de las Américas, se iniciaron en Miami, en 1994. Se trata de una denominación que suele utilizarse indistintamente como sinónimo de Cumbre Hemisférica. Tanto en un caso como en el otro, ambas designaciones responden a una matriz ideológica y geopolítica surgida a partir de la última posguerra, en 1945. Según ella, ´las Américas´ constituirían una suerte de ´todo homogéneo´, aunque, en realidad, no se trate de una homogeneidad social, lingüística o productiva, sino más bien a la pertenencia común a lo que –en aquellos tiempos de posguerra y guerra fría- se denominaba “área de influencia de los EEUU”, en contraposición a las “áreas de influencia” reservadas al control de la Unión Soviética.

La justificación discursiva de esta dicotomía se centraba en la definición de ciertos valores compartidos por “occidente”, tales como la libertad y la democracia, a diferencia de la opresión y el dirigismo estatal predominantes en el bloque socialista. Aunque, en realidad, en nombre de la libertad, la democracia y la preservación de los valores “occidentales”, nuestra región padeció persecuciones, asesinatos, invasiones, golpes de estado y dictaduras, hasta llegar al paroxismo de los crímenes acaecidos bajo regímenes como el de Chile, instalado en 1973, y el de Argentina, iniciado en 1976.



Las primeras cumbres

Las ´Cumbres´ de los años 90 se enmarcaron en otro contexto. Aunque muy lejos de las nociones de multiculturalidad y las instituciones de poder popular establecidas en las Constituciones de Venezuela, Bolivia y Ecuador en el primer tramo del siglo XXI, a las reuniones presidenciales de esa década concurrirían gobernantes surgidos de elecciones libres, y los temas de agenda giraban en torno de la democracia representativa, la protección de los derechos humanos y la participación de la sociedad civil. Postulado, este último, orientado a legalizar el financiamiento externo de ONGs para que tomaran un rol activo en áreas en las que el Estado neoliberal estaba en franca retirada.

Otro de sus objetivos, la lucha contra el terrorismo y el tráfico ilícito de drogas, hizo que la región se familiarizara con el rechazo a políticas que cuestionaran el discurso hegemónico y con la mayor presencia física de la DEA como mecanismo de control social y económico. Entidades como BID, Banco Mundial y USAID adquirieron protagonismo en términos financieros.

Los noventa eran tiempos de unipolaridad y liderazgo excluyente de los Estados Unidos. O, más bien, del capital financiero transnacional. Y el objetivo de las Cumbres era preparar el terreno para establecer un área de libre comercio. Eran tiempos de globalización, vocablo engañoso si los hay. A partir de las nuevas tecnologías, la raíz de esa palabra nos remite al supuesto alcance universal de las mismas, aunque nunca el mundo estuvo tan segregado en cuanto a las posibilidades materiales y efectivas de disfrutarlas.

Fue por esto último, la desigualdad, que aquella pretendida unipolaridad fue dando paso, al menos en nuestra región, a experiencias políticas de mayor autonomía, a tal punto de rechazar la iniciativa de libre comercio hemisférica en la IV Cumbre celebrada en Mar del Plata, a principios de noviembre de 2005.








La Cumbre de 2022

Con motivo de la próxima Cumbre, la OEA recibió algunos documentos de trabajo, uno de los cuales fue presentado por el Council of the Americas y la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, y está dirigido a los allí llamados “líderes” de la región.

El documento propone como objetivos aprovechar el inmenso poder de la digitalización, promover el comercio y las cadenas de suministro, desarrollar fuertes economías y garantizar las inversiones, para lo cual insta a eliminar barreras y facilitar el comercio, emprender una agenda comercial hemisférica (similar a la iniciativa del ALCA), proteger la propiedad intelectual, apoyar a las comunidades empresariales, aumentar la eficiencia, reducir los costos, crear una economía digital de alto rendimiento, aportar mayor claridad a los inversionistas, todo lo que “sólo puede lograrse mediante la inversión del sector privado”.

Recién en el cuarto párrafo, y sin volver a ello en los restantes, consigna la necesidad de que las personas vivan vidas más saludables y productivas. La igualdad racial y de género está mencionada por única vez en el párrafo séptimo. La palabra “pobreza”, por ejemplo, no aparece a lo largo de todo el documento.

El trabajo consta de diez párrafos, y, al menos siete veces, marca obligaciones para los líderes, diciendo textualmente: “los líderes deben” o “los líderes deberían”. Aquí deseo señalar lo que para mí es, o bien una contradicción, o una muestra cabal de lo que subyace en el fondo del lenguaje, que no es otra cosa que el pensamiento profundo de sus autores. Si verdaderamente se trata de las y los “líderes” de la región, ellas y ellos lideran, conducen, determinan los rumbos. Y no son los poderes fácticos los que, en nombre de sus intereses sectoriales, deciden lo que las y los líderes deben hacer.

Ahora bien, si como reitera el documento, los líderes deben actuar como ellos indican, entonces no se trata de verdaderos líderes, sino de meros administradores gubernamentales a quienes se asigna cumplir u obedecer las directivas de quienes efectivamente lideran, que son los grupos privados. A no ser que, intencionadamente, se califique a quienes gobiernan como líderes, para darles la mayor visibilidad y poder así responsabilizarlos de las crisis y desestabilizaciones que pueden causarse en la medida que no sigan las directivas enunciadas en el documento. Los líderes políticos comparecerían así ante la sociedad como los verdaderos responsables del malestar existente, y se los castigaría con el escarnio público y mediático por ello. Es decir, se trataría de una clara manipulación tendiente a despolitizar a nuestras sociedades, para legitimar la gobernanza de los grupos privados.

Otro de los documentos, más político, fue presentado por tres grandes Think tank de los Estados Unidos, el International Republican Institute, el National Democratic Institute y el National Endowment for Democracy. En él sí se alude a la ´desigualdad generalizada´, y se reconoce que, para el año 2012, la tasa de pobreza de la región había descendido al 25%. En ese momento, gobernaban Rafael Correa, Hugo Chávez, Dilma Rousseff, Evo Morales, Fernando Lugo, José Mujica y Cristina Kirchner. Admite también que se reescribieron Constituciones progresistas, pero menos democráticas.

En una visible contradicción, se queja de ´los políticos populistas que usan el recurso de nosotros contra ellos´, pero luego, bajo el subtítulo “Los actores extranjeros malévolos aumentan su influencia”, acusa a Rusia, China e Irán de trabajar con gobiernos autoritarios y corruptos de la región, como, por ejemplo, ayudar a Venezuela a reiniciar sus refinerías inactivas u otorgar préstamos. Paladines de la libertad de expresión y las fusiones de medios, acusan a HispanTV de asociarse con TeleSur y tener presencia en redes de cable y satélite.



La libertad y la opresión. ONGs, grupos de vigilancia y periodistas de investigación

Otro de los subtítulos es “Oportunidades para intervenir de manera exitosa”, dedicado al ´financiamiento para las organizaciones de la sociedad civil que promueven la democracia, los grupos de vigilancia y los periodistas de investigación´, que serán de importancia clave para ´controlar las tendencias autoritarias populistas´.

Como un botón de muestra, Jeanine Añez se presentó como presidenta de Bolivia ante la última Asamblea de Naciones Unidas planteando la necesidad de escoger uno de los dos caminos posibles, el de la libertad o el de la opresión, el de la democracia o el de la dictadura. América Latina, dijo, no ha superado la amenaza autoritaria del populismo caudillista, una casta o clan que pretendería, según sus propias palabras, la captura total de la cultura, pese a que fue precisamente durante el mandato del Presidente que ella derrocó quien designó a Bolivia como Estado Plurinacional y consagró la multiculturalidad como base de la convivencia, en reconocimiento de su mayoría indígena largamente postergada. Pese a señalar en ese mismo discurso que su proyecto se apoyaba en la gente y que era el MAS quien intentaba sabotear las elecciones cometiendo delitos de lesa humanidad, los comicios de octubre de 2020 demostraron claramente en cuál de los proyectos reside la legitimidad democrática en Bolivia.






Como ejemplo de un gobierno de facto respaldado por la ayuda exterior y la cooptación mediática, Añez no vaciló en decir, siempre textualmente: “No quiero terminar este discurso sin denunciar ante el mundo el acoso sistemático y abusivo que ejerce desde Argentina el gobierno kirchnerista contra las instituciones y contra los valores republicanos en Bolivia, para amparar una conspiración violenta en Bolivia desde suelo argentino y garantizar impunidad al ex dictador Evo Morales por, entre otras cosas, violaciones sexuales contra niñas menores de edad y complicidad en asesinato político.” Reitero, transcribí textualmente.

El 18 de octubre de 2020, el MAS venció en la primera vuelta de las elecciones presidenciales por un margen mayor a los 20 puntos porcentuales de diferencia, luego de que la OEA calificara como fraudulentas a las elecciones de 2019 mediante un informe que recibió numerosos cuestionamientos. Y de que el Reino Unido, así como varias firmas trasnacionales dedicadas a la explotación del litio establecieran acuerdos con la administración golpista de Jeanine Añez. ¿De qué lado está la defensa de la democracia y la libertad, y de qué lado la opresión?

Volviendo al documento, el mismo concluye con la siguiente afirmación: “Los programas que trabajan con periodistas independientes, organizaciones de la sociedad civil y órganos legislativos para crear conciencia y dar a conocer los aspectos dañinos de las influencias extranjeras en sus países y en la región merecen un mayor apoyo”. Y más abajo insiste: “es necesario dar prioridad a los recursos para las organizaciones de la sociedad civil, el apoyo a las organizaciones de vigilancia independiente (¿?) y la protección de denunciantes, especialmente los informes de periodistas de investigación, como las herramientas más efectivas para prevenir el robo público”.

Sin necesidad de dar nombres propios de periodistas, programas de radio o tv y legisladores argentinxs porque no es el propósito de estas líneas, quedan más que clara la estrategia, los laboratorios donde ésta se diseña y sus fuentes de financiamiento.


Almirante Craig Faller, Jefe del Comando Sur.



Un todo homogéneo de valores compartidos

En todos estos documentos se alude indistintamente al Hemisferio o a las Américas, no sólo por la geografía sino, como lo dijo el representante alterno de los EEUU ante el BID en la última cumbre de Barranquilla, porque los EEUU, América Latina y el Caribe “están inseparablemente unidos por sus aspiraciones comunes y valores compartidos”.

En el mismo sentido, en su disertación ante la Comisión de Defensa del Senado estadounidense, el Jefe del Comando Sur, almirante Craig Faller, dijo el 16 de marzo último, que su “patria no puede estar segura en un hemisferio occidental que no sea estable y seguro. Actores estatales malignos como Cuba, Venezuela y Nicaragua, perpetúan la corrupción y desafían la libertad y la democracia abriendo sus puertas al crimen trasnacional organizado y a actores estatales externos como la República Popular China.”

En otro de sus párrafos señala textualmente que “las organizaciones del crimen trasnacional comparten sus objetivos con la República Popular China, con Rusia y con otros actores malignos”. En su totalidad, aludió a China en 25 oportunidades, a Rusia en 14, y 27 veces al ´hemisferio occidental´, ubicando a su país como el custodio de aquellos valores compartidos, y a su fuerza como uno de los principales responsables de ese rol de custodia. Una vez más, no es necesario hacer nombres propios para graficar una a una cuántas tragedias se sucedieron en nuestra región en nombre de los ´valores occidentales´.

Los Estados del continente americano provenimos de una historia que combina los rasgos de los pueblos ancestrales que habitaron originariamente nuestro territorio, con la colonización europea, en sus distintas etapas y versiones. Eso hizo de nosotrxs pueblos con un lenguaje, una cultura, una manera de organizar nuestros postulados lógicos y éticos con que interpretamos la realidad, que a la vez que son muy diversos, pueden encontrarse en una serie de lineamientos comunes. Podríamos decir que la libertad y la dignidad humana, el sentido de justicia, la convivencia pacífica, la lucha por la no discriminación, la consideración igualitaria de las diferencias de credo o de pigmentación, porte físico, etc. constituyen un rasgo común de las Américas. Con el correr de los tiempos, algunos de estos valores han ido evolucionando con el aporte de las perspectivas de género y de la necesidad de entablar una nueva relación de la sociedad con el ambiente natural.

Pero, de allí a considerar que esos valores son sólo patrimonio de ´occidente´, o que son igualmente compartidos por todos los Estados, o que un Estado puede atribuirse el papel de fiscalizar hasta dónde esos valores son cumplidos por los restantes Estados –que son en teoría soberanos pero considerados subalternos en la práctica-, existe una enorme distancia.

La Organización de Estados Americanos (OEA), como expresión del concepto de ´las Américas´ vigente al momento de culminar la II Guerra Mundial y constituirse en área de influencia de los Estados Unidos recientemente victoriosos, expresa en su carta fundacional de 1948 la necesidad de promover la democracia representativa. Sin perjuicio de que considero a ese concepto como insuficiente a la luz de las nuevas demandas populares, la democracia representativa se expresa de manera diferente en cada Estado de la región. Por poner sólo dos ejemplos, el Estado caribeño de San Cristóbal y Nieves se rige por un sistema parlamentario según el modelo de Westminster, en el cual el Jefe de Estado es la Reina Isabel II, representada por un Gobernador General, y una parte de su Parlamento es designada por el Primer Ministro. El Estado de Santa Lucía, también del Caribe, es miembro del Commonwealth, su Jefe de Estado es la Reina Isabel II, y el Senado se compone de once miembros designados por el Gobernador General. Ambos son miembros plenos de la OEA. Sin embargo, ¿alguien se imagina la ola de protestas o lo que diría cierta prensa internacional si Presidentes como Alberto Fernández, Luis Lacalle Pou o Nicolás Maduro designaran a título personal una parte de los poderes legislativos de sus países?

Nadie podría negarle a cada uno de estos Estados del Caribe su condición de soberano, más allá de su mayor o menor afinidad con nuestro sistema político. Como nadie menoscabó la condición soberana de Chile mientras mantuvo en su Constitución la categoría de senadores vitalicios y designados. Porque no existe un modelo perfecto, sino que cada pueblo americano tiene el derecho de efectuar soberanamente la construcción histórica de su sistema político e institucional, sin injerencia externa de ninguna naturaleza.






El memorándum que el entonces Secretario de Estado de los EEUU Lester Mallory envía al Subsecretario Rubotton el 6 de abril de 1960, en cuyos conceptos está inspirados el bloqueo y la suspensión de Cuba como miembro de OEA, dice textualmente lo siguiente: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro. El único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales. Hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba. Una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.[i] En esa misma línea se preparó el golpe de Estado en Chile, en 1973, luego de haberse planificado un feroz desabastecimiento de productos esenciales acompañado de alta inflación, que malhumoró a las capas medias y dañó profundamente las condiciones de vida de trabajadoras y trabajadores.

¿Nos sentimos parte, sin beneficio de inventario, de ese ´todo homogéneo de valores compartidos´?



Comprensión y diálogo entre civilizaciones, no choque de civilizaciones

Los últimos tiempos comprueban que aún los modelos que se preciaban como más invulnerables a los conflictos, tensiones e imperfecciones propios de una etapa del mundo muy convulsionada, muestran flancos de profunda litigiosidad política y social. La historia de cada Estado, aún de aquellos que pretenden erigirse en estándar de calidad como si fueran una norma IRAM de la democracia, está documentada de magnicidios no esclarecidos por su sistema judicial, crímenes perpetrados por el supremacismo étnico, acusaciones de fraude, entre otras calamidades. En definitiva, nadie puede pensarse como modelo, y mucho menos como guardia pretoriana de un sistema de valores que, ni siquiera puertas adentro, puede sostener.

Por eso el camino más aconsejable para mantener la convivencia pacífica entre los Estados y entre los Pueblos, es el respeto por la diversidad cultural y de sistemas político-institucionales. Es la comprensión, el diálogo y la comunicación, y no el “Choque de Civilizaciones” con que Samuel Huntington intentó sellar el papel de los Estados Unidos en el mundo. Samir Amin nos llama a interpretar el proceso mundial desde un enfoque que otorgue su lugar a todas las civilizaciones en su tiempo histórico, y no analizando desde una visión generalizadora, simplificadora y estereotipada, que niegue los aportes respectivos de cada una.[ii]

En una larga entrevista concedida a la agencia Xinhua, Jorge Taiana, ex canciller y actual responsable de las relaciones internacionales del Partido Justicialista que preside Alberto Fernández, señaló ante el centenario del Partido Comunista Chino, que la relación de éste con el progreso de la sociedad china en general son inseparables. La República Popular China, con aproximadamente 1.400 millones de habitantes, acaba de anunciar la erradicación de la pobreza absoluta, y trabaja en pos de logros trascendentes en materia social, ambiental, financiera y tecnológica para 2049, cuando se cumplan 100 años de la revolución de Mao Tse Tung en medio de un país hambriento, enfermo y desindustrializado. Y está edificando un nuevo sistema de instituciones económicas a través de su proyecto transcontinental de Cinturón y Ruta de la Seda, con un discurso que recurre a la cooperación y a la idea de ´ganar-ganar´ más que a la imposición de condicialidades económicas ni políticas. Desde 1949 en adelante, se sucedieron allí sólo tres grandes liderazgos, el del propio Mao, Deng Xiaoping y Xi Iimping, su actual presidente. China no necesitó cambiar cada cuatro años su liderazgo político, y no obstante alcanzó metas sorprendentes en cuanto a la igualdad social.

Pese al bloqueo de los Estados Unidos y el empobrecimiento que sufre en algunas áreas, Cuba acaba de mostrar al mundo la solidaridad de sus médicos y su capacidad para producir insumos, reactivos e incluso una nueva vacuna contra el Covid. Probablemente no lo hubiera logrado sin un liderazgo tan perdurable como el de Fidel Castro, es decir, si hubiera aplicado el sistema electoral demo-liberal en lugar de su propio procedimiento de legitimación de la autoridad. Todo esto no procura ser una apelación a traspolar esas experiencias a nuestra cultura, pero sí afirmar que nadie tiene el patrón de medida para dar indicaciones sobre cuál es el modelo perfecto. Y mucho menos para interferir en la soberanía de nadie.






Dos interrogantes

Vuelvo al concepto de ´las Américas´ o del llamado ´hemisferio occidental´. Aunque dicho concepto tenga que ver más con la propaganda política que con la geografía, caben por lo menos dos preguntas. ¿En el actual contexto mundial, es apropiado otorgar al concepto de las Américas y de hemisferio occidental el mismo valor político y simbólico que tuvo en sus orígenes, cuando los Estados Unidos emergieron como vencedores de la guerra y disputaban el mundo con la Unión Soviética, por lo cual toda América debía estar dentro de su “zona de influencia”? Aquellas comunidades nacionales a quienes imaginamos dentro de esa convención llamada ´las Américas´, ¿formamos verdaderamente parte de un todo homogéneo de valores compartidos?

Respecto del primer interrogante, un mundo en el que el valor agregado chino en manufacturas de alta tecnología pasó del 7% del valor mundial en 2003 al 27% en 2014; un mundo en el que China construyó en los últimos 15 años el equivalente a todo el sock de viviendas de Europa; que entre 1996 y 2016 construyó 4,18 millones de km de carreteras, incluyendo 112.000 km de autopistas[iii]; un mundo en el cual en las Universidades chinas se graduaron en 2019 más de 8,3 millones de estudiantes, mientras en 1950 sólo lo hicieron 17000[iv], y en el que China ocupó la primera posición en la solicitud de patentes internacionales, desplazando de ese lugar a los EEUU por primera vez desde 1978[v], no es un mundo comparable al de la posguerra de 1945 cuando la construcción de sentido pretendía que ´las Américas´ debían pertenecer a los Estados Unidos.

Pasemos al segundo interrogante.

En el mundo helénico y en Roma, las grandes culturas que forjaron los valores europeos que luego colonizaron América y constituyeron lo que genéricamente se conoce como “occidente”, la sabiduría y la fuerza ocuparon, o bien espacios territoriales o bien tiempos diferentes. En Grecia, Atenas es la muestra de lo primero, mientras que el predominio de Esparta residía en su organización militar. En Roma, por su parte, el poder de la República y de sus leyes no derivaba de principios superiores sino de combinar los atributos del Senado y las Magistraturas en la institución de la Asamblea. La etapa del Imperio, en cambio, consistió en unir sus categorías jurídicas y valores éticos, haciéndolos funcionar como un todo orgánico de jerarquía universal. Su objetivo era romanizar las nuevas identidades conquistadas.

En el Imperio, las reglas jurídicas –como su expresión ético-política- deben abarcar la totalidad del espacio de lo que se considera civilización, un espacio universal, ilimitado, y, además, todo el tiempo. El Imperio presenta su orden como “permanente, eterno y necesario”. Para Michael Hardt y Antonio Negri, en los Estados Unidos convive articuladamente el “modelo de las dos Romas”[vi], el de las instituciones republicanas hacia el interior del país, y el de la dominación imperial con pretensión de alcance universal.

La Constitución de los Estados Unidos establece una Carta de Derechos, cuya primera premisa (primera enmienda) es consagrar la libertad religiosa, de expresión, de prensa y de reunión, como asímismo la exigencia de que el gobierno también debe cumplir con la ley. Estos principios republicanos, que se completan con una serie de instituciones públicas en materia de salud, educación, vivienda, infraestructura y derechos del/la consumidor/a de alta calidad, como asimismo un sistema de democracia interna que permite no sólo la elección ciudadana de sus autoridades políticas, sino en muchos casos también judiciales y policiales, conforman un plexo de valores que las sociedades latinoamericanas asumimos como propicios y saludables para afianzar nuestra convivencia y organización interna.

Pero la segunda enmienda constitucional consagra el derecho del pueblo a poseer y portar armas de fuego, lo que hace que, en la actualidad, casi 400 millones de armas estén en poder de la sociedad civil. Para la mayoría de lxs latinoamericanxs, al menos de los y las argentinas, ese no es un ´valor compartido´.

Al mismo tiempo que aplican aquel sistema institucional al interior de su país, centenares de bases militares de los Estados Unidos y la OTAN –símbolo de occidente- están desplegadas a lo largo del mundo, y de América Latina y el Caribe en particular. La base en nuestras Malvinas es un ejemplo categórico. Telma Luzzani alude a ellas en su libro “Territorios vigilados”, basándose en los Informes de la Brown University, los listados de la antropóloga estadounidense Catherine Lutz y los propios documentos del Pentágono.[vii] La Argentina no admite bases militares de ningún país extranjero en su territorio.

Y, a partir de las mismas, el gobierno de los EEUU ordenó en los primeros siete meses de 2017, un número cercano al total de los bombardeos que habían tenido lugar en todo el año anterior. En junio de ese año, se habían arrojado 1600 bombas más que en junio de 2016.[viii] En Medio Oriente, pasó de 23171 explosiones en 2015 a 26171 en 2016[ix] Sin embargo, este incremento de la acción militar no redujo la conflictividad de la región, sino que, más bien, incrementó el reclutamiento de jóvenes en organizaciones terroristas y los riesgos de atentados en las principales capitales europeas. En definitiva, vivir en un mundo sin la amenaza terrorista es un valor evidentemente compartido. Pero no lo es el ponderar que la clave para encarar ese proceso es la búsqueda de uno o más enemigos “ideológicos” para justificar el despliegue armamentista.

El campo de la macroeconomía no es ajeno a estos factores. Los indicadores de OXFAM en materia de concentración de riqueza, el incremento del “shadow banking” según el economista ecuatoriano Pedro Páez, y el Corporate Tax Haven Index 2021 para los fondos depositados en paraísos fiscales como forma de eludir impuestos para la economía formal y restar recursos públicos para su distribución social, están estrechamente relacionados con el financiamiento del complejo militar industrial a nivel mundial. Y dependen, en gran medida, de las desregulaciones autorizadas por ley en numerosos países del ´hemisferio occidental´.

¿Creemos verdaderamente que es un “valor compartido” vivir en una sociedad donde –como en Amazon- los trabajadores votan en contra de la sindicalización porque creen que sin derechos van a tener más derechos? ¿Es ese un signo de libertad o de opresión?



Conclusión

Por todo esto querría, como culminación de estas líneas, afirmar que no es legítimo justificar la intervención de unos Estados de la región sobre otros para interferir en sus decisiones soberanas. Porque no considero vigente la noción de “áreas de influencia”, como sinónimo de pertenencia a un bloque determinado; porque el contexto de las relaciones de poder ha variado mucho en el presente, respecto del momento histórico en que esa noción fue concebida. Y además, porque no todos los valores de quienes intentan hegemonizar ese supuesto ´hemisferio occidental´ o ´de las Américas´ son efectivamente valores compartidos.

Preferimos una mayor libertad de criterio para determinar nuestra inserción internacional, en base a valores como la paz, en primer lugar; la multipolaridad, en beneficio del diálogo y la comunicación de culturas en lugar del choque de civilizaciones; la estatalidad, como capacidad de reglar el comportamiento de los sectores privados en nombre del interés general; la cooperación en lugar de la competencia desenfrenada por una posición relevante en el mercado; y, en el actual entorno de pandemia, la provisión de insumos, reactivos y vacunas bajo el criterio de que son bienes sociales de carácter universal, y no propiedad intelectual de un grupo de laboratorios que han incrementado sus partidas para la investigación por vías en muchos casos reñidas con la legalidad y con la solidaridad.

Esta es una contribución que intento hacer a la defensa y la preservación de los Derechos Humanos.



Referencias:

[i] Foreign Relations of the United States, 1958-1960, Cuba, Volume VI, Office of the Historian. https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d499

[ii] Amin, Samir, El eurocentrismo, crítica de una ideología, Ed. Siglo XXI, México, 1989.

[iii] Allison, G. (2018), Destined for War. Can America and China Escape Thucydides’s Trap?, Boston, Houghton Mifflin Harcourt, citada por Osvaldo Rosales en “El sueño chino”, Siglo XXI y CEPAL, Argentina, 2020.

[iv] Agencia Xinhua, 24 de junio de 2019.

[v] Haro Sly María José y Llaudat Santiago, Lecciones de China en política científica y tecnológica, Buenos Aires, 2021.

[vi] Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, Harvard University Press, Massachussets, 2000.

[vii] Luzzani Telma, Territorios Vigilados, Penguin Random House, Buenos Aires, 2012.

[viii] Wilson Jennifer y Zenko Mican, Donald Trump is dropping bombs at unprecedented limits, Foreign Policy, agosto de 2017.

[ix] Loesche Dyfed, US bombs dropped on foreign soil, Statista, https://www.statista.com, 11 de enero de 2017.




Embajador argentino ante la Organización de Estados Americanos. Abogado, docente universitario y político.

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