4/13/2021

lo que excede a la definición de autoritario es un proyecto sin estado


Ante la evidencia de una veloz segunda ola de Covid-19 instalada en nuestro país y en la región, el discurso de la oposición política argentina gira en torno de la ampliación del concepto de autoritarismo hasta hacerlo coincidir con la totalidad del discurso y las políticas gubernamentales, lo cual implica, según sostiene Daniel Rosso en este artículo, la promoción de un totalitarismo de la libertad donde sólo hay individuos libres. En este contexto, cualquier intervención del Estado es contra la libertad. Esta construcción ideológica de un discurso que pone en jaque políticas de regulación estatal, no debería permear en el terreno de las decisiones que un gobierno debe tomar ante una situación epidemiológica grave.


Por Daniel Rosso*

(para La Tecl@ Eñe)



Una teoría del movimiento pandémico

Lo alarmante es que no haya alarma. Un ejército de microorganismos sigilosos recorre el mundo con cada vez mayor velocidad y eficacia. Camuflados en la invisibilidad, ingresan en los cuerpos a través de la respiración de otros cuerpos. Finalmente, casi todo sucede en la respiración: en su momento expansivo transmite el virus, en su instante final el virus la apaga.

Estos microorganismos no tienen límites. Impactan con su andar traicionero incluso sobre las últimas fronteras de la visibilidad televisiva: allí está el sentido caso de Mauro Viale, devastado en dos días, como el testimonio de la cruel intervención del virus dentro del mundo del espectáculo. Lo invisible operando con eficacia en el interior de lo muy visible.

Parapetados en las zonas de contacto, estos virus se desplazan con sus saltos clandestinos desde un organismo a otro. Con movimientos secretos van desde lo humano hacia la humano. Por eso, la terapéutica social es resistida: porque donde gobierna la memoria cultural del estar juntos debe implantarse la decisión coyuntural de separarse. Hay una teoría de la circulación que podemos enunciar del siguiente modo: mientras más se mueve el virus menos debe moverse la población, mientras menos se desplaza el virus más puede desplazarse la población. Un movimiento es inversamente proporcional al otro.



La oposición dice: vamos hacia el virus

Se trata de microorganismos que se perfeccionan mientras circulan y, por lo tanto, se los va renombrando con distintas denominaciones en la medida que cambian. Por eso, las distintas variantes toman el nombre del territorio donde mutan. De allí las cepas del Reino Unido, de Manaos -en Brasil- y de Sudáfrica, entre otras.

La Argentina, según algunos informes periodísticos, integra un grupo de países, junto a Italia y los Estados Unidos, en donde ya se verificó la circulación conjunta de las dos primeras mutaciones del virus señaladas arriba. ¿Qué características tienen esas nuevas cepas? Poseen mucha mayor capacidad de transmisión. Por ejemplo, la variante británica es entre un 50% y un 70% más transmisible. La cepa de Sudáfrica parece tener la capacidad de neutralizar las vacunas que se están utilizando contra la enfermedad. En simultáneo, se conocieron informaciones sobre una presunta menor eficacia de la que se preveía de alguna de las vacunas en uso en otros países.

La infantería viral ha crecido en capacidad de transmisión y la estrategia defensiva ha decrecido en consistencia. ¿Qué parece decir la oposición en este escenario? “No importa, aun cuando más se mueva el virus hacia nosotros, igual tenemos que movernos nosotros hacia el virus”. Un movimiento debe ser directamente proporcional al otro. ¿Eso no significa chocar de frente con el virus? Dirán: “no, porque en ese instante, cuando el virus está ante nosotros, el cuidado individual es lo que nos salva”. No hay novedad: es la promoción de políticas sin Estado. Individuos solos que se cuidan solos. Ello sucede en un escenario regional donde la segunda ola del coronavirus es casi el doble que la primera.




Imagen: NA



El Estado como culpa

Hay, en esa perspectiva, dos mundos integrados por partículas: el de los virus y el de los individuos. Ambas actúan en soledad. Pero hay un devenir cultural, social y económico que no se suspende fácilmente: es el de los encuentros de las partículas entre sí. El individuo solo es alguien que utiliza su libertad para dejar de estar solo. Es el que participa en fiestas multitudinarias y el que asiste a bares, restaurantes y otros espacios con mucha gente. Son lugares donde los individuos libres se encuentran entre sí pero, al mismo tiempo, donde también se encuentran con el virus. Además, están los individuos obligados: los que van a sus empleos en vagones de subtes o de trenes atestados y trabajan en espacios no cuidados. Estos son libres de no ser libres.

La oposición política llama autoritarismo a la intervención del Estado que intenta regular esos encuentros sociales, culturales y económicos en tiempos de pandemia. Dicen: “si todo es Estado no hay nada del individuo”. Pero ello es tan autoritario como lo inverso: si todo es individuo no hay nada del Estado. Promueven un totalitarismo de la libertad: sólo hay individuos libres. Por lo tanto, se minimiza lo social, lo político, lo común y, entonces, parecen no ser necesarias las elecciones, ni los gobiernos. Volvemos a un mundo tribal donde Robinson Crusoe se encuentra con Robinson Crusoe. Un estado de naturaleza novedoso bajo las siluetas nocturnas de las cervecerías de Palermo. El punto más paradójico de la libertad es la negación de todo lo que no sea considerado libertad.

De un plumazo derogan las corrientes sociológicas originadas en Durkheim, en Comte, en Weber y en Marx, entre otras: en ellas, además de individuos, hay sociedades y estas requieren intervención. En contraste con ello, el discurso opositor toma algunos de sus componentes de corrientes que culpabilizan la reivindicación del Estado: debe haber individuos autorregulados y no individuos regulados por el Estado. Por eso, el gobierno aparece limitando, restringiendo, cerrando, prohibiendo, clausurando. Es lógico: si la libertad es lo único existente, entonces, cualquier intervención es contra la libertad.



La estrategia discursiva de la oposición

¿Cuál es la estrategia discursiva de la oposición? Ampliar el concepto de autoritarismo hasta hacerlo coincidir con la totalidad del discurso y las políticas gubernamentales. Es otra de las variantes del relato único: lo que excede a la definición de autoritario es un proyecto sin Estado, de emprendedores que se valen por sí mismos, de individuos responsables que saben cuidarse y de electores libres que eligen sin presiones. Es decir: el único discurso no autoritario es el neoliberal. Por lo cual, en el contraste entre autoritarismo y democracia realizan la siguiente operación discursiva: si autoritarios son todos los que no son ellos, entonces la democracia es un campo sólo ocupado por ellos. Junto al totalitarismo de la libertad, pregonan una democracia del discurso único.

Estas construcciones ideológicas no deberían generar, en el campo propio, un discurso sobre un Estado a media máquina. Un temor al empleo de la palabra Estado o dudas sobre las políticas de regulación estatal. Por el contrario, es en esa palabra donde no puede haber temblor: debe haber en ella la convicción altiva de una identidad siempre emergente en defensa de los desposeídos.



*Sociólogo, docente y especialista en Comunicación. Ex Subsecretario de Medios de la Nación.

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