2/15/2021

cuanto más subscribamos el mito de la superioridad del sector privado, peor estaremos frente a futuras crisis

 

Lanzamientos a la Luna, lanzamientos a la Tierra


 

Para una correcta comprensión de este artículo, originalmente titulado “From moonshots to earthshots”, ha de tenerse en cuenta que Mazzucato utiliza el término “moonshot” (lanzamiento de una nave tripulada a la Luna), habitual en la carrera espacial de los años 60 del siglo pasado, para crear a su vez el neologismo “earthshot”, que traducimos como “lanzamiento a la Tierra”, el cual constituye, metafóricamente, el núcleo de su tesis. - SP

La Covid-19 ha dejado al descubierto las innumerables debilidades del capitalismo moderno. Y en muchos países, los recortes a los servicios sociales y la sanidad pública han amplificado el daño causado por la pandemia, mientras que otras heridas autoinfligidas al Estado han llevado a una inadecuada coordinación y puesta en práctica. Las pruebas y el rastreo masivos, la producción de equipamiento medico durante los confinamientos, todo ha sufrido como consecuencia de ello.

No deberíamos temer un mundo que no será el mismo, tras la pandemia, que el del status quo ante. Deberíamos aceptarlo y utilizar todos los foros apropiados y las oportunidades disponibles para convertirlo en un mundo mejor haciendo avanzar la causa de la cooperación internacional.

Por contra, los países y estados que han invertido en sus competencias de sector público se han desempeñado mucho mejor en conjunto. Esto ha resultado de lo más llamativo en el mundo en desarrollo, en donde sobresalen Vietnam y el estado indio de Kerala.

Inversor de primera opción

En lugar de actuar como inversores de primera opción, ha habido demasiados gobiernos que se han convertido en prestamistas pasivos de última opción, encarando los problemas sólo una vez que han surgido. Pero como deberíamos haber aprendido durante la Gran Recesión posterior a 2008, cuesta bastante más rescatar las economias nacionales durante una crisis de lo que cuesta mantener un enfoque proactivo de la inversion pública.

Hay demasiados gobiernos que han hecho caso omiso de esta lección. Enfrentados a otro reto que abarca a la sociedad entera, queda hoy claro que han renunciado a su debido papel en la configuración de los mercados, permitiendo que se desfondasen instituciones públicas por medio de la subcontratación y otras eficiencias falaces. La retirada del sector público ha dejado paso a la idea de que el emprendimiento y la creación de riqueza son dominio exclusivo de la empresa, una perspectiva respaldada hasta por aquellos que abogan por el ‘valor de las partes interesadas’ [ ‘stakeholders value’].

De hecho, cuanto más subscribamos el mito de la superioridad del sector privado, peor estaremos frente a futuras crisis. ‘Volver a construir mejor’ a partir de la actual, como se han comprometido a hacer la administración del presidente norteamericano, Joe Biden, y muchos otros gobiernos, exigirá renovar el sector público, no sólo a base de rediseñar medidas políticas y ampliar las capacidades organizativas, sino de resucitar el relato del gobierno como fuente de creación de valor.

Sector público capaz

Tal como explico en mi ultimo libro, Mission Economy: A Moonshot Guide to Changing Capitalism [“Misión Economía: Guía de lanzamientos a la Luna para cambiar el capitalismo”], poner a un hombre en la Luna exigió tanto un sector público extremadamente capaz como una forma de asociación orientada a objetivos con el sector privado. Debido a que hemos desmantelado esas capacidades, no podemos esperar que se repitan anteriores éxitos, y no digamos ya alcanzar metas ambiciosas, como las delineadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODSs) y el acuerdo sobre cambio climático firmado en París.

El programa Apolo demostró de qué modo un resultado claramente definido puede impulsar un cambio organizativo en todos los niveles, contratos de compra orientados a una misión, una innovación impulsada por el Estado y la disposición a asumir de riesgos. Además, esos empeños tienden a crear efectos colaterales — “software”, teléfonos con cámara, leche maternizada — que tienen benéficas consecuencias de gran alcance.

El modelo original de lanzamientos a la Luna ofrece percepciones e inspiración para perseguir hoy ‘lanzamientos a la Tierra’. Así, por ejemplo, para lograr los 17 ODS, deberíamos transformar cada uno de ellos en varias misiones claramente definidas que pusieran los cimientos de una mayor innovación multisectorial, de abajo arriba. Un océano libre de plásticos, por ejemplo, exigirá inversion e innovación en áreas tan distintas como el transporte marítimo, la biotecnología, la química, la gestión de residuos y el diseño. Eso es lo que consiguió el programa Apolo al desencadenar innovaciones en aeronáutica, nutrición, ciencia de materiales, electronica, “software” y otros campos.

‘Nada de beneficios extraordinarios’

Un enfoque orientado a cumplir una misión no consiste en que el gobierno ‘escoja ganadores’ sino en elegir rumbos de cambio —tales como la transición verde — que requieren inversión e innovación en muchos sectores. Debería utilizarse todo el poder de los instrumentos politicos para desarrollar soluciones de diferentes agentes dispuestos a ello.La NASA diseñó sus contratos de compras para centrarse en metas, a la vez que alentaba soluciones de abajo arriba, e incluyendo cláusulas de ‘nada de beneficios extraordinarios’ y costos fijos, de manera que ir a la Luna entrañaba compartir tanto riesgos y recompensas. Se trata de una lección importante para muchos gobiernos que han sufrido con los costes más elevados y la menor calidad causada por la subcontratación.

Los lanzamientos a la Tierra tienen mucho en común con los lanzamientos a la Luna, pero no son ambos sinónimos. Entre sus semejanzas, ambos requieren un liderazgo audaz y visionario de parte de gobiernos que se han mostrado adecuadamente equipados para ‘pensar a lo grande y a lo grande emprender’.

Consideremos la vacuna de la Covid-19. El espíritu colectivo y el enfoque orientado a resultados del año pasado recordaba el programa Apolo. Si bien los avances tecnológicos pueden proporcionar nuevas herramientas, no son necesariamente soluciones en sí mismas. Los lanzamientos a la Tierra requieren atención a los cambios politicos, regulatorios y de comportamiento. Se crearon y se probaron en tiempo récord vacunas seguras y eficaces gracias a las formas de colaboración público-privada, en las que la inversión pública se demostró absolutamente crucial. Pero la disparidad en la adquisición de vacunas entre países de rentas más elevadas y rentas más bajas apareció de inmediato y no ha hecho otra cosa que ahondarse.

Cuando se trata de un lanzamiento a la Tierra como la vacunación global, la innovación tecnológica resulta solo tan útil cuanto lo es su aplicación en el mundo real. Un ‘apartheid de vacunas’— antes que una Vacuna Popular— constitutuiría una catástrofe moral y económica. Si las empresas farmacéuticas son serias en su declarado apoyo al principio del valor de las partes interesadas, deberían ir compartiendo las patentes de la vacuna de la Covid-19, los datos y el conocimiento (“know-how”) mediante el Grupo de Acceso a la Tecnología de la Covid-19 (Covid-19 Technology Access Pool), que sigue sin utilizarse.

Asimismo, los gobiernos deben adherirse de veras al principio del valor de las partes interesadas, que no se aplica sólo a la gobernación empresarial. Las colaboraciones público-privadas deben gobernarse también siguiendo el interés público, y no repetir los fracasos asociados a la economia digital de hoy, que surgió en su actual forma después de que el Estado proporcionara el cimiento tecnológico y descuidara después regular lo que se erigía sobre ello. Como resultado, unas cuantas empresas tecnológicas grandes, las Big Tech, han marcado el inicio de una nueva era extracción de valor algorítmico, beneficiando a unos poco a expensas de muchos.

Visión común

La tecnología por si sola no resolverá nunca problemas sociales y económicos. Al aplicar el principio del lanzamiento a la Luna a desafíos complejos aquí en la Tierra, los responsables politicos deben prestar atención a otros innumerables factores sociales, politicos, tecnológicos y de comportamiento, y apprehender una visión común que recorra la sociedad, las empresas y las instituciones públicas.

Así pues, esos lanzamientos a la Tierra deben entrañar un amplio compromiso ciudadano. La neutralidad de carbono, por ejemplo, debe diseñarse de acuerdo con los ciudadanos, allí donde viven, igual que la vivienda social. Al adoptar de veras un enfoque inclusivo de las partes interesadas, el cumplimiento de una mission se puede desarrollar como potente plataforma cívica y motor de crecimiento sostenible, tal como se contempla en los llamamientos del Green New Deal, Health for All y en los planes para salvar la brecha digital.

No podrían ser más pertinentes estas lecciones para la administración Biden, que podrá aprovechar el poder de un Estado emprendedor ya existente que comprende organismos como la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de la Defensa [Defense Advanced Research Projects Agency] y los Institutos Nacionales de Salud [National Institutes of Health], que invierten hasta 40.000 millones de dólares anuales en innovación de medicamentos.

Se da ahora una inmensa oportunidad de perseguir medidas de política industrial más allá de los tradicionales silos sectoriales y tecnológicos, y restaurar la gobernación orientada a server a una misión en interés público. Una estrategia industrial moderna encaminada a un Renacimiento Verde, por ejemplo, exigiría que innovaran todos los sectores — de la inteligencia artificial y el transporte a la agricultura y la nutrición — y girasen siguiendo un nuevo rumbo. El presidente John F. Kennedy tuvo sus lanzamientos a la Luna. La misión de Biden consiste en devolverlos a casa.
 
Es profesora de economía de la innovación y valor público, y directora del University College London Institute for Innovation and Public Purpose. Es autora de "Mission Economy. A Moonshot Guide to Changing Capitalism" (2021); "The Value of Everything: Making and Taking in the Global Economy" (2018) y "The Entrepreneurial State: Debunking Public vs. Private Sector Myths" (2013).

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