Leonardo Eric Calcagno (Especial para sitio IADE-RE) | A esta altura del partido queda claro que la pandemia del COVID19 no es una gripecita, como dijeron Trump o Bolsonaro, ni que el virus vaya a mutar para hacerse buena persona, como dijo el Ministro de salud de Chile Mañalich el mes pasado.
Desde que surgió en diciembre 2019 en China, la enfermedad se ha propagado en todo el mundo, ha causado cientos de miles de muertes y llevado a la economía mundial a la peor depresión económica desde al menos 1929, tal como lo declaró la Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva. Llegamos al punto en que miles de millones de personas estamos en cuarentena, para limitar la propagación del Coronavirus.
Es que, si bien la enfermedad COVID19 es por suerte poco letal si se la compara con otros virus como el Ébola u otras cepas de SARS, es muy contagiosa. Varias investigaciones estiman que el virus tiene una tasa de reproducción (Rt) de alrededor 2,5 si no se toma ninguna medida ; dicho de otro modo, diez enfermos contagian en promedio a 25 personas (Li et. al., 2020; Zhang et. al., 2020). Esta alta tasa se debe a que entre 20% y 30% de los casos son asintomáticos y, también, se es contagioso durante el período de incubación, que es de una semana. Como es además un virus nuevo, la población no está todavía inmunizada, y tampoco hay vacuna ni tratamiento farmacéutico eficaz contra este virus. El Coronavirus puede por lo tanto propagarse de modo exponencial y terminar afectando en escasos meses a la mayoría de la población de un país.
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