Esta señora no debería poder hablar publicamente. Esta instigando a la violencia https://t.co/NgP4w1HFTd— Xime 🇦🇷 (@xfv) December 18, 2019
Una oposición a sangre y fuego
Por: Artemio López.
Por fin se van! Pero lamentablemente también se quedan.
Como “pesada herencia”, el macriato deja 300% de inflación acumulada en cuatro años, 500% de devaluación, 40% de pobreza habiendo recibido 27%, 9% de indigencia, 11% de desempleo partiendo del 5,9% del año 2015 (según la Undav, solo en el último año se destruyeron 16 puestos de trabajo por hora), una deuda que supera el 80% de un PBI similar al de fines de 2010 por la recesión profunda y extendida.
Y aun más grave, un 40% de electores convencidos de que, a pesar de los nefastos datos socioeconómicos, “sí, se puede”.
Sobre esta obstinación notable de un amplio segmento ciudadano, se montan los pilares de la futura oposición al gobierno popular-democrático que asumirá sus funciones el martes venidero.
En este nuevo escenario, habrá que esperar un tipo de oposición cuyo eje articulador serán los medios hoy oficialistas (la mayoría), una oposición a sangre y fuego, a imagen y semejanza de la que la mayoría de los actores integrantes de la coalición Cambiemos ejerciera ya en el período en que gobernó Cristina Kirchner.
En efecto, en el lapso 2007-2015 la mayoría de los actores políticos de la coalición Cambiemos no solo no acompañó una sola ley junto al oficialismo, sino que hasta dejó al gobierno nacional sin presupuesto al tiempo que impulsó prácticas que en su momento fueron caracterizadas muy certeramente como destituyentes, en particular durante la crisis abierta tras la Resolución 125.
Recordemos que incluso el vicepresidente violentó el funcionamiento institucional hasta escindirse de su rol de integrante del Poder Ejecutivo con su antológico “voto no positivo”.
No habrá tregua para el gobierno popular. https://t.co/fpEHE0r2NT 👇🏼 https://t.co/Xdp6FiDeUj— Artemio López (@Lupo55) December 18, 2019
Así las cosas, en esta nueva etapa, y frente a las dificultades que las políticas de Cambiemos sembraron en términos socioeconómicos y que deberá sortear el gobierno que asume, los nuevos opositores harán lo necesario para obstruir la gestión nacional y reconstruir una alternativa electoral exitosa de cara a las parlamentarias del año 2021.
Más allá de todos los cuestionamientos que hoy recibe, el liderazgo opositor lo va a ejercer Mauricio Macri.
El ala dura de la coalición será finalmente la que se imponga, el resto acompañará, se subordinará o, eventualmente, romperá, pero la ruptura no tendrá gran relevancia en términos políticos ni electorales.
El escenario de una oposición colaborativa, responsable o constructiva es lo que “dice” el actual presidente y esto es lo que realmente no van a hacer.
Se prefigura un tipo de oposición política que viene, dura y frontal, con eje en la supuesta “corrupción populista”, articulada con parte del Poder Judicial y mediático. En esta dirección, la campaña opositora se lanzó con la saga de treinta actos que realizara Mauricio Macri tras las PASO y de cara a una elección general que sabían perdida en primera vuelta.
En la misma dirección de construcción de oposición dura hay que inscribir los relatos realmente fantásticos que diversos referentes de la coalición Cambiemos realizan sobre los “logros” de la gestión 2015-2019 y el emblemático nombramiento de Patricia Bullrich como presidenta del PRO.
Los cimientos de la “oposición dura” se anclan en el dato del 40% de votos e incluso en perspectiva suma eventuales electores “moderados” del FdT.
Lo expresó bien Eduardo van der Kooy al señalar: “El 40% de votos que se llevó la oposición, pese a la gran crisis económica, representaría un gigantesco ojo fiscalizador. Incluso una porción de los votantes del binomio de los Fernández apostó por la imagen moderada de Alberto. Con la esperanza también de que toda la mugre no sea barrida bajo la alfombra de la impunidad”.
Nueva oposición que también contará con plexo regional enmarcado en la estrategia del Departamento de Estado para territorios que consideran propios en medio de una etapa de reacomodamientos comerciales y geopolíticos tan intensos como los ocurridos tras la caída del Muro, hace ya treinta años.
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