Carlos Kike Muñoz
La Dictadura de Onganía había permitido su ingreso al país desde Montevidéo a sabiendas , por informes de inteligencia, de que el cáncer que afectaba al prófugo mas buscado estaba en su etapa terminal.
Treinta y seis horas antes, había iniciado el último viaje hacia el imponente edificio de la avenida Córdoba en un viejo Kaiser Carabella, acompañado por "el mejor de sus oficiales", Carlos Lafforgue que oficiaba de chofer, custodio, y compañero de máxima confianza y por su entrañable compañera Alicia Eguren.
Cooke trazó un recorrido muy preciso , atravesando la zona norte de la ciudad, rodeando los lagos de Palermo y el Rosedal, para pasar en silencio frente a la embajada norteamericana, que catalogaba a Cooke como "peligroso elemento comunista" desde que había enfrentado junto con el Che, Fidel y el pueblo cubano el intento de invasión de Bahía de los Cochinos, con metralleta en la mano y un compromiso revolucionario inquebrantable.
El viaje transcurrió en silencio, solo acompasado por el sonido del poderoso motor del Kaiser, y algún comentario casi en cuchicheos amorosos de John para Alicia y con Deitra sobrevolándolo todo.
Cooke daba solo las precisas indicaciones del recorrido, hasta que llegaron a las puerta del Clínicas. Al descender, con las dificultades propias que originaba el tumor, el "Gordo" le dijo a Carlos casi como un susurro mirándolo fijamente a los ojos :"sabe?, este mismo viaje, este mismo recorrido que le pedí que hiciera, lo hice yo en calidad de chofer como hoy usted, en mayo de 1951 cuando lo traje a morir a Homero Manzi".
Carlos comprendió las profundidades de las palabras de Cooke y se fundió en el último largo abrazo con el mayor revolucionario de la historia del Peronismo.
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