Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont
Desde agosto el bosque tropical del Amazonía ha sido el escenario de la mayor crisis internacional en el gobierno Bolsonaro. Debido a la deforestación récord y la quema masiva, un numeroso grupo de líderes extranjeros han expresado su preocupación por la irresponsabilidad del actual gobierno de Brasil en el cuidado de la selva tropical más grande del mundo, reavivando los temores de los militares sobre su supuesta internacionalización.
La Amazonía es una vieja obsesión militar de Brasil, que ha tenido numerosos planes de desarrollo para contrarrestar los temores castrenses que incursionan desde el imaginario de una invasión, apropiación directa por parte de las potencias extranjeras, hasta la vía indirecta, una internacionalización de la administración y preservación, producida por la incapacidad estatal de llevar a cabo un modelo racional de conservación, que se vería agravado por la actual conducción gubernamental.
La Amazonía ocupa un territorio de 5,5 millones de km², lo que equivale al 56% del territorio brasileño. Su selva se extiende por seis países, con un área total de 7 millones de km² y, en el caso específico de Brasil, seis estados, con unos 13 millones de habitantes y 10.000 km de fronteras con otras naciones.
Con esta descripción como trasfondo, que permite ubicarnos, tomaremos el reciente plan de ocupación y desarrollo, apoyado en documentos y audios del gobierno de Bolsonaro, gestionado por la Secretaría de Asuntos Estratégicos y difundido por el sitio web The Intercept Brasil, para desagrado de los militares de aquel país.
Según The Intercept, desde el siglo XVIII en adelante, Brasil ha tenido múltiples ideas de desarrollo de la región desde “La Valorización Económica de la Amazonía” hasta la instalación posterior al golpe de 1964, de un plan, conocido como Operación Amazonia, que pretendía integrar el territorio con carreteras, poblando sus alrededores con empresas agrícolas y comerciales, bajo el lema: “Ocupar, no entregar” y apoyado en que había “un aspecto de la doctrina que decía que Brasil no podría tener espacios vacíos porque serían amenazas para la seguridad nacional”
Básicamente, las nuevas ideas deambulan por dos derroteros. Uno, un tanto surrealista, que imagina una invasión china desde Surinam, y otra, más razonable, que propone la inclusión a través del desarrollo de una parte importante del norte de Brasil, específicamente el estado de Pará, planteando no solo su integración como motor fundamental del crecimiento del PBI, sino que, además, y de manera disimulada con el discurso de poner fin a la pobreza, generar enormes ganancias en minerales, granos y usurpación de tierra.
Antes de seguir es dable destacar que el abordaje incluye la preocupación del gobierno cuyo epicentro es la “campaña globalista” que, según el material, “relativiza la soberanía en la Amazonía” y este es un punto central de la paranoia oficialista, que, a su entender, está orquestada externamente, y que utiliza como instrumento a las ONG, a los pueblos indígenas y a los ambientalistas. Para contrarrestarla es necesario llevar a cabo obras de infraestructura, inversiones “con retorno garantizado a largo plazo”, como represas hidroeléctricas y carreteras, para asegurar el desarrollo y la presencia del Estado brasileño en el sitio.
Estados de la Amazonía Legal |
Con anterioridad a detallar los idearios del programa, es importante delimitar, como se ve en el mapa, lo que se denomina Amazonía Legal, un área que engloba nueve estados brasileños completos y uno de manera parcial, pertenecientes a la Cuenca amazónica, el área donde se distribuye la vegetación amazónica.
El propósito de detallarlos radica en su participación en el PBI, desarrollo y pobreza, que, en el caso de Pará, es el núcleo central del proyecto.
La participación de los municipios de la Amazonía Legal en el Producto Interno Bruto (PIB) del país era del 8.6% en 2016.
La Amazonía Legal representó también el 21% de la agricultura nacional en ese mismo año (2016). En el sector industrial, la participación de la región es del 8.9%, en Servicios (excepto Administración Pública), del 6,6% y en la Administración pública, del 12,1% (datos de 2016).
“El estado de Pará, con 1.25 millones de kilómetros cuadrados (15% del territorio del Brasil) es superlativo en recursos naturales. Pará contiene el estuario más grande y diverso del mundo y es rico en recursos pesqueros. Los bosques, que ocupan aproximadamente dos tercios del territorio del estado, casi el 9% de los bosques tropicales del mundo, albergan una de las mayores biodiversidades del planeta. Estos bosques también albergan más de 300 mil millones de árboles nativos y conservan grandes reservas de carbono. La vasta red de ríos alberga aproximadamente 40 gigavatios de energía hidroeléctrica (una quinta parte del potencial nacional). Finalmente, Pará tiene uno de los depósitos minerales más ricos y diversos del planeta, especialmente hierro, bauxita, níquel. (https://bit.ly/2kRXErB)
Sin embargo, toda esta abundancia de recursos naturales aún no se ha traducido en calidad de vida para la población de Pará. Por ejemplo, el producto interno bruto (PIB) per cápita del estado en 2016 alcanzó poco más de U$S 3,000, lo que coloca a ese estado en la posición 22 en el ranking nacional (IBGE, 2016 U$S 9.800). Además, una tasa de pobreza extrema del 32% lo ubica en el cuarto lugar en el ranking brasileño (FOSEPA 2016).
Si estos datos fueran poco, Pará es el estado con la tasa de deforestación más alta en la Amazonía Legal. En enero de 2019 tenía, según datos del Boletín de Deforestación (SAD) del Instituto Amazónico del Hombre y el Medio Ambiente (Imazon), el 37% del total deforestado en toda la Amazonía Legal, que registró un aumento del 54% en la tala de vegetación nativa en comparación con enero de 2018.
Los chinos en Surinam
“En un audio grabado durante la reunión y enviado a The Intercept por una fuente que pidió no ser identificado, el general Santa Rosa dijo que Brasil debe actuar para garantizar la soberanía en la frontera con Surinam, un país que recibe inversiones e inmigrantes chinos. Según él, China ha estado resolviendo conflictos fronterizos promoviendo políticas de inmigración masiva en regiones problemáticas o consideradas estratégicas, como Siberia, Nepal y Surinam”.
Los militares tienden a ver la presencia de extranjeros en la Amazonía, especialmente de países fuera de América del Sur, como un problema y un riesgo para la seguridad nacional. Esto dice más sobre la cosmovisión de las Fuerzas Armadas de Brasil que sobre los objetivos de otras naciones de la región. Estamos hablando de una de las fronteras más deshabitadas que existen. Sin embargo, bajo tierra, hay un potencial desconocido. “Hay una región inexplorada desde el punto de vista mineral. Tiene mucho oro y bauxita”.
Lo cierto es que para proteger la frontera los militares intentan desarrollar la región sin preocuparse por los costos financieros, ambientales o sociales. Lo que se quiere es acercar el PBI de la región el 50% del PBI de Brasil, lo que es un verdadero disparate ya que, como vimos, a la Amazonía Legal le corresponde al 8,6% del PBI total de Brasil. Para alcanzar el valor propuesto, la Amazonía necesitaría generar riqueza por casi el doble que la de San Paulo, el estado más rico de Brasil, que ahora representa el 31% del PIB.
El plan de saqueo, algo más racional
Hay otra parte del plan que tiene un poco más de sentido. Se basa en la ampliación y pavimentación de la ruta 163 (RB-163). La ruta se comenzó a construirse en la década de 1970, con el proyecto de extenderla hasta la frontera norte de Brasil, uniendo las vías fluviales y cortando el Amazonas de Surinam con el “centro de energía” del país. El objetivo es drenar la producción de soja del Medio Oeste e integrar una región hasta ahora “desértica”. Según el proyecto, la carretera también cruzaría la Reserva Nacional de Cobre y Asociados, rica en minerales, y daría acceso a una región de sabana que se puede convertir en cultivos de soja y maíz.
El gobierno dice que la expansión “permitirá la movilidad gratuita de unos 800.000 habitantes” que viven en las ciudades de la región y dependen de las vías fluviales. También apuesta que la construcción tendrá un “impacto directo” en la reducción del valor del transporte de granos en la región. En total, la interconexión de las carreteras, que incluye un puente sobre el río Amazonas, beneficiaría a 2 millones de personas, argumenta la Secretaría Especial para Asuntos Estratégicos.
El plan prevé también tres obras principales, todas en Pará: una presa hidroeléctrica en Oriximiná, un puente sobre el río Amazonas en la ciudad de Óbidos y la nombrada extensión de la BR-163.
El objetivo de la presa en Oriximiná sería reducir la cantidad de apagones en la región y abastecer a la Zona Libre de Manaos. Según la Secretaría Especial de Asuntos Estratégicos, además de la seguridad energética, la presa hidroeléctrica de Trombetas también permitirá la industrialización del mineral de alúmina-aluminio, “abundante en los municipios de Calha Norte, especialmente en Oriximiná y Óbidos”. Y disminuirá el gasto público en plantas termoeléctricas, “con un impacto directo en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono”.
Aunque no fuera de manera sutil, se sobreentendía que la minería y el desplazamiento indígena para beneficiar el agronegocio formaba parte de su lógica, de manera tal que fue presentado en la sede de la Federación de Agricultura y Ganadería de Pará, porque cada proyecto afecta a las tierras indígenas, de las cuales hay que apropiarse.
Hay una serie de referencias del gobierno que llaman la atención y conforman el paquete completo de las iniciativas. El desmantelamiento del IBAMA (Instituto Brasileño de Medioambiente y Recursos Naturales Renovables) y del INPE (Instituto Nacional de Investigación Espacial) que, en rasgos generales, conservan, demarcan y verifican, la fauna, la flora, las tierras indígenas y la deforestación.
Para 2019, los datos indican que la deforestación es un 50% más alta que el año pasado, y la estimación puede ser mayor, ya que los datos consolidados de fin de año a menudo son mucho más grandes que los datos mensuales del INPE. Bajo este sistema, julio fue el peor mes, con un aumento del 278% en la deforestación en comparación con julio del año pasado.
Bolsonaro siguió el manual en respuesta a la crisis. Primero, acusó a las ONG de haber causado que los incendios “llamaran la atención”. En una reunión con los gobernadores de los estados de la Amazonía Legal dijo que las reservas indígenas están destinadas a “hacer que el país sea inviable” y que las políticas de protección han utilizado a los pueblos indígenas “como una maniobra” y han evitado el uso de las riquezas de la región ” por el bien común”. También dijo que las ONG son una forma de dejar intacta la Amazonía para la “explotación futura de otros países”.
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