Por Camilo Cagnacci
El exlíder montonero, que acaba de lanzar su candidatura a intendente por San Carlos de Bariloche por un partido vecinal, habló con #PuenteAereo. Porqué decidió competir, su apoyo a los Fernández y su visión de los años 70.
A los 71 años, Fernando Vaca Narvaja decidió volver al ruedo político. El último miércoles, el ex líder montonero lanzó oficialmente su candidatura a intendente de San Carlos de Bariloche, ciudad donde vive desde hace ya doce años.
Vaca Narvaja representará en los comicios del 1 de septiembre a Unión por un Movimiento Popular (UMP), un partido vecinal que a nivel nacional apoya a la fórmula Alberto Fernández – Cristina Fernández de Kirchner (Frente de Todos).
El Vasco, ese contexto, que en la provincia de Río Negro se desempeñó como presidente de Tren Patagónico y ministro de Obras Públicas, habló con #PuenteAereo y no dejó tema por tocar. A continuación, la entrevista:
–¿Por qué decidió competir por la intendencia de San Carlos de Bariloche? ¿Qué cree que podría aportarle a la ciudad?
–Competimos porque tenemos una trayectoria hecha, un buen equipo de trabajo en políticas de Vivienda y en Obras Públicas, conocemos profundamente el tema social y somos innovadores en las propuestas que presentamos. No hablamos en potencial, “habría que hacer”, “se podría hacer”, o “tendrían que hacer”. Hemos realizado cosas concretas. Urbanizaciones, construcción de viviendas. Hemos gestionado el Tren Patagónico y el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia con buenos resultados. Hablamos de realidades concretas.
–En función de la dificultad que implica competir por fuera de los grandes aparatos ¿cuáles son sus expectativas?
–No será fácil, pero tampoco imposible. Evidentemente enfrentamos un aparato político muy fuerte, pero también está clara la necesidad de una oposición coherente con un fuerte perfil peronista y kirchnerista.
–¿Habló o analizó su candidatura con Cristina Kirchner?
–Hablé con toda la dirigencia local y nacional de mi candidatura. Lo sabían, pero no porque uno tuviera que pedir permiso o buscara el apoyo individual sino por ética política.
–¿Y con Alberto Fernández? ¿Qué valoración tiene de él?
–Creo que es una fórmula equilibrada, te diría que es la adecuada para ganar en primera vuelta y recuperar el Gobierno Nacional. La realidad es que desde su presencia en la calle, se han ido alineando los planetas. No es casual que se logró una Unidad mayoritaria en el peronismo y el frente, sino que además obligó a Cambiemos a enterrar su Coalición e intentar “vender” una nueva propuesta política con otro nombre. Ahora se llaman “Juntos por el Cambio”. Nosotros decimos que es “el mismo perro con otro collar”. Alberto y Cristina, por el contrario, plantean la necesidad de un nuevo contrato social, que permita resolver el caos generado por el macrismo en la economía y en la sociedad. Acá también es importante señalar que no se habla sin fundamento o con “globitos”, esta formula ya sacó a la Argentina de situaciones similares como lo fue la crisis del 2001.
–¿Lo sorprendió su elección como candidato presidencial? Hay quienes aún no lo terminan de digerir. Sobre todo, por su discurso moderado…
–Sí, realmente me sorprendió su elección. Y creo que todavía Cambiemos y el gobierno de Macri no terminan de entender. Se les quemaron varios papeles duranbarbistas, y los trolls de este chico, Marcos Peña Brown, no supieron qué hacer. Se perdieron en el ciber espacio. Quedaron, podemos decir, un tanto aturdidos. La gente recibió la formula Fernández- Fernández de Kirchner con alegría y esperanza. Hay unidad, no hay rencores ni revanchismos de ninguna especie. Quizás, como suele ocurrir, faltó prolijidad en los armados de las listas en algunos distritos, pero el Pueblo huele la Victoria en primera vuelta. Eso es lo importante y es el objetivo principal. Primero ganar y después ordenar.
–¿Puede darse con él un caso semejante al de Héctor Cámpora o esta unidad es “genuina”?
–No lo creo, son contextos diferentes. Nosotros fuimos los padres de la consigna “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder” por la proscripción del peronismo y su líder. Hoy el liderazgo, la centralidad de la política, está en Cristina, quien ya además es un sentimiento en nuestro Pueblo. Ella es parte de la fórmula electoral de Gobierno. Diría que oficia de garantía de un futuro mejor, de vida digna. De búsqueda de felicidad del Pueblo, y la recuperación de la Nación Argentina. El macrismo trata de desvirtuar esta realidad planteando una falsedad, como nos tiene acostumbrados. Intentan vendernos que Alberto es un “títere” y que Cristina gobernará desde atrás. Buscan romper la unidad alcanzada por el movimiento nacional y popular. Buscan desesperadamente evitar lo inevitable para ellos, la derrota en primera vuelta el 27 de Octubre. La unidad no solo es genuina es demostrativa de que todos aprendimos de nuestros errores. Para mí eso le da fortaleza y solidez, lo cual de ninguna manera significa “uniformidad”, es la unidad en la pluriralidad, la unidad en la diversidad. Eso significa debate y está muy bueno.
–¿Y en Bariloche qué faltó para que –como ocurrió a nivel nacional– el peronismo juegue unido?
–La unidad a nivel nacional se pudo lograr por varias condiciones: la existencia de una centralidad y liderazgo claro de Cristina, la existencia de un acuerdo programático, un Nuevo Contrato Social para los Argentinos y una amplia generosidad política. En el caso de Bariloche, estas condiciones no están presentes. No tenemos el liderazgo que nos atraiga o nuclee, no existe el debate programático. Se lo reemplaza por la feria de cargos. Venimos de una derrota electoral que nadie se hace cargo ni averigua por qué se dio. Se repiten los armados que nos llevaron a la derrota. Nosotros esperamos para lanzar nuestra candidatura hasta el final de los plazos permitidos, fuimos los últimos, no perdemos la esperanza de que se revean las posiciones y se declinen las ambiciones personales, pero el tiempo corre y estamos a una semana. No obstante sí podemos decir que la unidad existe en lo central que es el apoyo a la fórmula Fernández – Fernández, que es bueno aclarar hace unos meses no existía. También hay unidad en respaldar la fórmula de senadores y diputados nacionales y ambas cosas son muy importantes, es la madre de las batallas. El pago chico queda atrás. Cuando no hay internas abiertas o PASO en un frente que permitan definir los liderazgos ocurre lo que nos pasa, tendremos que someternos al voto popular dando una ventaja al oficialismo.
–¿El pase de Miguel Pichetto al macrismo complicó la unidad del peronismo a nivel local? ¿Qué opinión le merece –como referente político de la ciudad más importante de Río Negro– el giro del senador?
–Una gran pena y desilusión, creo que no hay registro de semejante cambio de identidad política, de ser el jefe de bloque de la oposición a ser el jefe de mini-bloque del oficialismo, intentar ser el ariete , el instrumento de la división del campo nacional y popular. De intentar aferrarse a los cargos que por naturaleza no le corresponden. Una falta de moral y ética política descomunal, sus colegas en el Senado fueron lo suficientemente duros y claros con el senador Miguel Ángel Picheto. Triste y solitario final.
–Volviendo a su candidatura: ¿Considera que su pasado montonero puede jugarle en contra en la elección?
–De ninguna manera. Yo no lo escondo, llevo más de medio de siglo de militancia política, nunca lo hice. Este debate ya lo viví cuando ocupe otros cargos ejecutivos, como secretario de Industria en la localidad bonaerense de General Sarmiento, en la presidencia del Tren Patagónico y como Ministro de Obras Públicas de Rio Negro.
–En lo personal ¿ese pasado lo vive con orgullo o como un peso? ¿Se arrepiente de algo?
–Lo vivo como parte del desarrollo de las luchas políticas y sociales en la Argentina, como un proceso aún no definido con avances y retrocesos, con conciencia histórica, como un militante más entre miles. La historia juzgará los aciertos y los errores. Sí creo que tenemos una responsabilidad en mantener nuestra militancia, nuestras convicciones. Muchos compañeros, muchos familiares hoy no están y engrosan la listas de muertos y desaparecidos, son nuestra referencia permanente. La famosa palabra del “arrepentido”… Hoy con el macrismo queda más claro su significado ¿no? D’ Alessio es un arrepentido. Fariña es un arrepentido. Nuestra generación no se arrepiente de la lucha, de la rebeldía contra la injusticia y la desigualdad. Sí debemos ser autocríticos con nuestra práctica y con nosotros mismos, y en esto seguramente hay muchos errores por señalar. En lo personal con mi militancia descuide y me sacó mucho tiempo familiar. Además, la represión se ensañó con nuestra familia. Son demasiados los muertos y desaparecidos que tenemos, al igual que a muchas otras, buscaban quitarnos la voluntad de lucha. Aceptar el indulto de Menem fue un error, le dimos espacio a la teoría de los dos demonios. El no abrir la organización a partir del retorno de la democracia en 1983 es otro error, veníamos con la inercia de la resistencia. En fin, hay muchos temas para analizar y lo podemos profundizar en otro momento. Pero lo que sí tengo en claro es que nos persiguen, nos denigran, por nuestros aciertos, no por nuestros errores.
–¿Por qué habiendo pasado tanto tiempo los años setenta siguen siendo un tema tan álgido para los argentinos?
–Bueno, una cosa esta conectada con la otra. Tiene que ver con la repuesta anterior. Peleamos contra dos dictaduras militares, les dimos un soberano susto a los grupos económicos diversificados de la oligarquía argentina aliados al imperio en 1973. Difícilmente nos olviden. Además el debate político, la lucha política, entre dos modelos de país sigue vigente. Por suerte, ya no con dictaduras. En eso nosotros pusimos el cuerpo. Ahora, imponen sus políticas con el llamado lawfare. Derriban gobiernos, imponen la matriz financiera rentística con la timba y la fuga de capitales para financiar sus propias crisis, concentran la riqueza en manos de unos pocos. Intentan destruir todo proyecto de integración latinoamericana. En fin, no solo los 70 siguen vigentes. Esta historia continúa en debate, nuestra presencia electoral parece que trae esos recuerdos al presente.
–¿Unir a los argentinos es posible? ¿Cómo?
–Claro, con un proyecto de país que nos contenga a todos y todas. Nosotros en 1979 planteamos una base programática para el debate que titulamos “Alianza para las bases Constituyentes de una nueva Argentina”. Un debate profundo.
–Sí, realmente me sorprendió su elección. Y creo que todavía Cambiemos y el gobierno de Macri no terminan de entender. Se les quemaron varios papeles duranbarbistas, y los trolls de este chico, Marcos Peña Brown, no supieron qué hacer. Se perdieron en el ciber espacio. Quedaron, podemos decir, un tanto aturdidos. La gente recibió la formula Fernández- Fernández de Kirchner con alegría y esperanza. Hay unidad, no hay rencores ni revanchismos de ninguna especie. Quizás, como suele ocurrir, faltó prolijidad en los armados de las listas en algunos distritos, pero el Pueblo huele la Victoria en primera vuelta. Eso es lo importante y es el objetivo principal. Primero ganar y después ordenar.
–¿Puede darse con él un caso semejante al de Héctor Cámpora o esta unidad es “genuina”?
–No lo creo, son contextos diferentes. Nosotros fuimos los padres de la consigna “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder” por la proscripción del peronismo y su líder. Hoy el liderazgo, la centralidad de la política, está en Cristina, quien ya además es un sentimiento en nuestro Pueblo. Ella es parte de la fórmula electoral de Gobierno. Diría que oficia de garantía de un futuro mejor, de vida digna. De búsqueda de felicidad del Pueblo, y la recuperación de la Nación Argentina. El macrismo trata de desvirtuar esta realidad planteando una falsedad, como nos tiene acostumbrados. Intentan vendernos que Alberto es un “títere” y que Cristina gobernará desde atrás. Buscan romper la unidad alcanzada por el movimiento nacional y popular. Buscan desesperadamente evitar lo inevitable para ellos, la derrota en primera vuelta el 27 de Octubre. La unidad no solo es genuina es demostrativa de que todos aprendimos de nuestros errores. Para mí eso le da fortaleza y solidez, lo cual de ninguna manera significa “uniformidad”, es la unidad en la pluriralidad, la unidad en la diversidad. Eso significa debate y está muy bueno.
–¿Y en Bariloche qué faltó para que –como ocurrió a nivel nacional– el peronismo juegue unido?
–La unidad a nivel nacional se pudo lograr por varias condiciones: la existencia de una centralidad y liderazgo claro de Cristina, la existencia de un acuerdo programático, un Nuevo Contrato Social para los Argentinos y una amplia generosidad política. En el caso de Bariloche, estas condiciones no están presentes. No tenemos el liderazgo que nos atraiga o nuclee, no existe el debate programático. Se lo reemplaza por la feria de cargos. Venimos de una derrota electoral que nadie se hace cargo ni averigua por qué se dio. Se repiten los armados que nos llevaron a la derrota. Nosotros esperamos para lanzar nuestra candidatura hasta el final de los plazos permitidos, fuimos los últimos, no perdemos la esperanza de que se revean las posiciones y se declinen las ambiciones personales, pero el tiempo corre y estamos a una semana. No obstante sí podemos decir que la unidad existe en lo central que es el apoyo a la fórmula Fernández – Fernández, que es bueno aclarar hace unos meses no existía. También hay unidad en respaldar la fórmula de senadores y diputados nacionales y ambas cosas son muy importantes, es la madre de las batallas. El pago chico queda atrás. Cuando no hay internas abiertas o PASO en un frente que permitan definir los liderazgos ocurre lo que nos pasa, tendremos que someternos al voto popular dando una ventaja al oficialismo.
–¿El pase de Miguel Pichetto al macrismo complicó la unidad del peronismo a nivel local? ¿Qué opinión le merece –como referente político de la ciudad más importante de Río Negro– el giro del senador?
–Una gran pena y desilusión, creo que no hay registro de semejante cambio de identidad política, de ser el jefe de bloque de la oposición a ser el jefe de mini-bloque del oficialismo, intentar ser el ariete , el instrumento de la división del campo nacional y popular. De intentar aferrarse a los cargos que por naturaleza no le corresponden. Una falta de moral y ética política descomunal, sus colegas en el Senado fueron lo suficientemente duros y claros con el senador Miguel Ángel Picheto. Triste y solitario final.
–Volviendo a su candidatura: ¿Considera que su pasado montonero puede jugarle en contra en la elección?
–De ninguna manera. Yo no lo escondo, llevo más de medio de siglo de militancia política, nunca lo hice. Este debate ya lo viví cuando ocupe otros cargos ejecutivos, como secretario de Industria en la localidad bonaerense de General Sarmiento, en la presidencia del Tren Patagónico y como Ministro de Obras Públicas de Rio Negro.
–En lo personal ¿ese pasado lo vive con orgullo o como un peso? ¿Se arrepiente de algo?
–Lo vivo como parte del desarrollo de las luchas políticas y sociales en la Argentina, como un proceso aún no definido con avances y retrocesos, con conciencia histórica, como un militante más entre miles. La historia juzgará los aciertos y los errores. Sí creo que tenemos una responsabilidad en mantener nuestra militancia, nuestras convicciones. Muchos compañeros, muchos familiares hoy no están y engrosan la listas de muertos y desaparecidos, son nuestra referencia permanente. La famosa palabra del “arrepentido”… Hoy con el macrismo queda más claro su significado ¿no? D’ Alessio es un arrepentido. Fariña es un arrepentido. Nuestra generación no se arrepiente de la lucha, de la rebeldía contra la injusticia y la desigualdad. Sí debemos ser autocríticos con nuestra práctica y con nosotros mismos, y en esto seguramente hay muchos errores por señalar. En lo personal con mi militancia descuide y me sacó mucho tiempo familiar. Además, la represión se ensañó con nuestra familia. Son demasiados los muertos y desaparecidos que tenemos, al igual que a muchas otras, buscaban quitarnos la voluntad de lucha. Aceptar el indulto de Menem fue un error, le dimos espacio a la teoría de los dos demonios. El no abrir la organización a partir del retorno de la democracia en 1983 es otro error, veníamos con la inercia de la resistencia. En fin, hay muchos temas para analizar y lo podemos profundizar en otro momento. Pero lo que sí tengo en claro es que nos persiguen, nos denigran, por nuestros aciertos, no por nuestros errores.
–¿Por qué habiendo pasado tanto tiempo los años setenta siguen siendo un tema tan álgido para los argentinos?
–Bueno, una cosa esta conectada con la otra. Tiene que ver con la repuesta anterior. Peleamos contra dos dictaduras militares, les dimos un soberano susto a los grupos económicos diversificados de la oligarquía argentina aliados al imperio en 1973. Difícilmente nos olviden. Además el debate político, la lucha política, entre dos modelos de país sigue vigente. Por suerte, ya no con dictaduras. En eso nosotros pusimos el cuerpo. Ahora, imponen sus políticas con el llamado lawfare. Derriban gobiernos, imponen la matriz financiera rentística con la timba y la fuga de capitales para financiar sus propias crisis, concentran la riqueza en manos de unos pocos. Intentan destruir todo proyecto de integración latinoamericana. En fin, no solo los 70 siguen vigentes. Esta historia continúa en debate, nuestra presencia electoral parece que trae esos recuerdos al presente.
–¿Unir a los argentinos es posible? ¿Cómo?
–Claro, con un proyecto de país que nos contenga a todos y todas. Nosotros en 1979 planteamos una base programática para el debate que titulamos “Alianza para las bases Constituyentes de una nueva Argentina”. Un debate profundo.
My generation repents - oh yes!, yes!,yes! -
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