12/17/2018

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1. Neoliberalismo

El neoliberalismo es una ideología que promueve la soberanía del capital. La supremacía de éste en todos los aspectos de la organización y funcionamiento de la sociedad. Hasta de la naturaleza y de la vida misma. Tiene voluntad totalizante y, como todos los grandes relatos, busca imponer su hegemonía como único rumbo universal, cultural, moral, deseable y posible.

A diferencia del cristianismo, del iluminismo, del liberalismo clásico y del marxismo, el neoliberalismo se sirve (y es producto a su vez) de las tecnologías actuales. Especialmente de la revolución informático-comunicacional, con la que no contaron los otros grandes relatos. Algo que le otorga capilaridad para penetrar con sus discursos en todos los ámbitos de la vida, sea social o individual. El neoliberalismo modela a las comunidades, pero también a los espíritus y a los cuerpos con una eficiencia desconocida. Es el poder actuando en un ámbito de la microfísica, según lo entendía Foucault.

El neoliberalismo es el fascismo del capital. Pero no un fascismo ejercido solo desde el Estado. El fascismo neoliberal coloniza espiritualmente a la persona, la penetra capilarmente en cultura, razón, emociones y psiquis. Así convierte al pequeño burgués en el represor del pobre, y al pobre en el segregador del excluido. El fascismo neoliberal necesita hacer de cada uno de nosotros un guardián violento del régimen. Esto porque el régimen neoliberal es violento por antonomasia e incompatible con la compasión y la solidaridad. El neoliberalismo llega a estimular y canalizar en su provecho pulsiones vindicativas y sádicas del hombre, de manera de aniquilar todo atisbo empático o fraternal. Las sentencias proto-genocidas en la verba del taxista o la organicidad barrial para linchamientos a rateros dan cuenta de esto.

A Michel Foucault es a quien también le debemos la noción de sociedad disciplinaria, aquella donde el Poder vigila y castiga desde ámbitos públicos y privados a todo lo que se salga de su cauce. El neoliberalismo sabe cómo hacerlo, practicándolo incluso a través de instituciones clásicas como el Estado. Porque el neoliberalismo es estatista.

El neoliberalismo como ideología con voluntad de Poder, produce verdad. En calidad de tal moldeará su episteme, creencias, sentido común, cultura y otros elementos que el marxismo ubicaría en la superestructura. El discurso neoliberal crea subjetividades y trasciende lo económico con voluntad totalizante.

2. El neoliberalismo es un proyecto político.

El proyecto político global neoliberal es absoluto. Contra lo que se sugiere, es profundamente estatista, antihumano y antilibertario. No nova el liberalismo clásico, que surgió como reacción al absolutismo del poder regio que estaba en la cúspide de la pirámide social de su época. Para limitarlo, el liberalismo clásico caracterizaba a ese poder como artificial e invasivo, siendo lo natural la libertad del hombre, para que estos sin intervenciones del Estado de su tiempo (el monarca) pudieran producir y realizar sus intercambios con independencia.

Pero el neoliberalismo no llega para acrecentar esas libertades individuales defendidas por el viejo liberalismo. Con el pretexto de que el Estado de Bienestar de la postguerra amenazaba esas libertades, lo que hace no es disminuir el Estado, sino cooptarlo a su servicio. Una burguesía capitalista que opera bancaria y financieramente las relaciones de propiedad, tornándose oscura, inasible, y por ende más impune. Con estas características capturan las políticas públicas del Estado. 

¿Quiénes son los fondos Templeton y Black Rock que manejaron la política cambiaria de nuestro país en la mitad del 2018? ¿Dónde están? Las instituciones clásicas del Estado se alinean a los intereses de estas oligarquías financieras trasnacionales. Todo potenciado por la capacidad capilar y microfísica del poder neoliberal para garantizar la dócil conformidad de los explotados.

En el capitalismo de la postguerra, se daba el principio de que por la materialidad y territorialidad del modo de acumulación, el capital tenía que ceder algo a las mayorías para no perderlo todo. Es el capitalismo del pacto keynesiano, aquel donde Henry Ford pagaba un salario suficiente al obrero de su fábrica para que este pudiera comprar un auto de los que él fabricaba. Con las nuevas tecnologías, la des-territorialización y el extractivismo financiero, son las maneras de explotación preponderantes en el presente. Relegando la anterior acumulación basada en la expoliación del trabajador como sujeto productor-consumidor. Ahora no interesa tanto que el trabajador produzca o consuma. Hay otras maneras inmateriales de extraerle el excedente: la financiarización.

3. Las finanzas parasitarias.

El capital del Siglo XXI depreda sin limitaciones y sin acuerdos con las mayorías. La lógica del Estado democrática se invierte. Pierde los atisbos de ser un instrumento para la conquista de Derechos en favor de los votantes y se transforma en el aniquilador de Derechos a favor del capital.

El patrón de acumulación capitalista que promueve el neoliberalismo no está tan atado, según lo caracterizaba el marxismo clásico, al proceso de la producción de la mercancía y su comercialización. Por medio de aquel, el capitalista capturaba el excedente generado por el trabajador. Hoy, esta dirección e intermediación material del proceso productivo de la mercancía para extraer el excedente puede ser obviada. Es el rasgo parasitario del capital que ya vislumbraba Rosa Luxemburgo, que hoy está siendo llevado a su máxima expresión. Ya es posible extraer la sangre del excedente producido por las masas a través de un complejo de cánulas abstractas constituido por la financiarización. Sin que el explotado siquiera se entere, ni mucho menos vea la cara de quien es su explotador. Explotador que probablemente resida muy lejos y hable otro idioma.

El modo de acumulación del capitalismo financiero se acerca más a la acumulación originaria (desposesión violenta) que a la acumulación por reproducción (captura del plusvalía generada por el trabajador una vez que se le otorga a éste lo indispensable para su supervivencia). Ahora la supervivencia del trabajador ya no interesa, por eso se lo excluye. Estamos ante un nuevo modo de acumulación, la acumulación por exacción financiera. Y el programa político para llevar al máximo de sus posibilidades este a patrón de acumulación financiarizado y parasitario, es el neoliberalismo.

Las capturas de excedente características de la economía neoliberal pueden ser continua (a través de la usura capilarizada en las transacciones de toda la economía) o a fuerza de golpes de mano subrepticios. Estos últimos serían por ejemplo el aumento de tarifas de servicios básicos, la manipulación cambiaria, brotes hiperinflacionarios o el endeudamiento estatal. Para el caso de las capturas de excedente continuas, el Estado será el guardián del orden que favorece al capitalista. Para las capturas de excedente a través de un golpe subrepticio, es el Estado la herramienta directa que produce el despojo utilizando su poder de imperio al servicio de la acumulación de oligarquías financieras, que ni siquiera son nacionales.

4. El parasitismo financiero es global.

Veamos un ejemplo de mega parasitismo financiero a nivel global. Luego de la crisis desatada por los créditos garantizados con hipotecas incobrables (suprime), un sistema que se monto sobre la base de múltiples fraudes, el gobierno de los Estados Unidos y la Reserva Federal (que se ha apropiado de la facultad del Congreso estadounidense de emitir su moneda) rescató a su sector bancario-financiero (que había estructurado el fraude) por la suma de 12,8 billones de dólares entre los años 2008 y 2009. Era una cifra que se acercaba a un PBI de EEUU de esa época. Una traslación fabulosa de riquezas para cubrir este desfalco. Sujeto pasivo de la exacción los contribuyentes norteamericanos (taxpayers) y ciudadanas y ciudadanos del mundo, por la capacidad de EEUU de transferir sus crisis al resto del orbe a través de la impresión de dólares que en todos los países se adquieren.

El fraude de la subprime implicó los falseos de balances, desarrollo de productos financieros de timo y su calificación mendaz para que sean adquiridos por la población. Los efectos de la crisis que esto ocasionó aún perduran.

El Estado y su poder de imperio ha funcionado en la subprime como la bomba impelente que extrajo el excedente de las mayorías para beneficio de las oligarquías financieras. No solo fue el gendarme de los mecanismos de extracción implementada por éstas. La extracción del excedente la hizo el mismo Estado.

El Estado nacional cooptado por el neoliberalismo, utiliza su estructura para transferir riquezas. De manera directa o salvaguardando el sistema ya instituido y gestionado por las oligarquías financieras.

5. Parasitismo financiero en la Argentina.

Este parasitismo financiero, o modelo de valorización financiero como lo llama Eduardo Basualdo entre otros autores, fue el que el que lesionó el tejido social de nuestro país con consecuencias que perduran hasta la actualidad. La Argentina en los años 70 se caracterizaba por ser un país con un ingreso nacional que repartía un 50% entre el trabajo y un 50% al capital. Una industrialización relevante que abastecía la mayoría de las necesidades de consumo en el mercado interno. Una desocupación y pobreza bajos respecto a los que sufrimos hoy. Y todo eso fue devastado por el parasitismo financiero. Parasitismo financiero que llego marchando de la mano de la dictadura militar. 

Apareció allí la economía bi-monetaria (dólar – peso), la deuda externa, el carry trade (bicicleta financiera) el vaciamiento de los servicios sociales brindados por el Estado, la concentración de la riqueza, los bolsones de pobreza estructural en las periferias de los grandes aglomerados urbanos, el consecuente aumento del delito entre otras variables. Variables que antes no estaban, pero que hoy nos parecen cotidianas. Y hasta naturales. El neoliberalismo las ha introducido.

Este enseñoramiento del parasitismo financiero en los años 70 tuvo otro pico en los años 90 cuando se llevo consigo nuestras empresas estatales, recursos naturales y sistema previsional que habían sobrevivido. Todo para profundizar el bi-monetarismo, la desindustrialización, a estructuralidad de la pobreza y el desempleo. Y por supuesto el aumento de la deuda externa e incremento de nuestra dependencia.

6. El parasitismo financiero en el 2018.

Pero no es necesario irnos décadas atrás para entender que es el parasitismo financiero, faz económica del proyecto político que es el neoliberalismo. Y no es necesario porque lo hemos vivido a lo largo de este año que se está yendo. Somos sus testigos presenciales.
En el 2018 en el mundo, la argentina fue el segundo país en caída del PBI (un 2,8%) el quinto con mayor inflación (48%), el segundo con mayor caída industrial (-11,50%) y el primero en emisión de deuda entre los países emergentes. Con una pobreza del 33,6% de su población, en un año hay 2,2 millones de nuevos pobres en nuestro país.

En una lógica de apropiación del excedente ajeno a través de la especulación financiera, estos datos catastróficos resultan coherentes con la prosperidad del sector bancario, el que rompió record interanual de acumulación de ganancias. Las utilidades de este último amentaron unos 263% en agosto de 2018 comparadas con las de agosto de 2017.

¿Qué hace posible esta discrepancia demencial? Lo hace posible el parasitismo financiero. Un sistema como de suma cero, en donde lo que unos pierden es lo que ganan los otros. Los que pierden son los que trabajan. Los que especulan son los que ganan. Veamos un ejemplo de la polea de transmisión por donde se transfieren recursos del sector de los perdedores al sector de los ganadores.

Este año 2018 nos hemos endeudado con el FMI (algo que deberemos pagar todos con los recursos que se obtendrán de nuestros impuestos, la pérdida de servicios sociales, la desaparición de subsidios estatales y la destrucción de derechos previsionales) por 57.000 millones de dólares. Los 150.000 millones de dólares que habían sido el incremento de la deuda externa estos últimos tres años (una cifra que alcanza para construir 1500 hospitales de última generación o 50.000 escuelas primarias) pusieron en riesgo la capacidad de pagos de la Argentina frente a los acreedores internacionales. Lo que motivó el pedido de intervención de FMI, que llega con los dólares en una mano, y las imposiciones de cómo debemos gastarlos en la otra. 

Porque el FMI presta sus dólares con la condición de que sean usados únicamente para pagarles la deuda a sus socios de la comunidad financiera internacional: la banca transnacional, los fondos de cobertura, los fondos de riesgo, los fondos buitre y usureros varios. Nada se destinará a inversión pública, social, infraestructura, ciencia, tecnología o educación. Lo que es más. El FMI condicionará directamente a la economía nacional para que se oriente toda ella en pos de un único objetivo: pagar los préstamos a la usura internacional.

Tenemos así que el excedente económico que producimos con nuestro trabajo se va en impuestos que no vuelven en servicios, sino en el pago al FMI por el préstamo de una suma que nunca vimos. Esa suma se destinó al pago de usureros que no conocemos y que tampoco nos dieron un solo dólar a nosotros. Esto es el parasitismo financiero. ¿Podemos probarlo con números?

Las reservas internacionales del Banco Central al 31 de enero del 2018 eran de 62.020 mill USS. El dólar cotizaba ese día a pesos 19,92. En los sucesivos meses comienza una caída abrupta del peso, motivada en lo siguiente: quienes tenían títulos de deuda argentinos en pesos, los vendían y comenzaron a comprar dólares aumentando la demanda de la divisa. Estos dólares que demandaban los inversores especulativos eran pagados con las reservas del Banco Central (BCRA). Lo que llevo a una caída da las mismas. El temor de los inversores de que no haya los dólares suficientes para cobrar, a su vez aceleraba la demanda. Así el 21 de Junio de 2018, las reservas del BCRA habían caído dramáticamente a 48.478 mill USS. Se habían perdido 13.542 mill USS que se llevaron los especuladores. Aun así no se pudo parar la demanda de dólares, llegando la cotización de éste ese mismo 21 de junio a 28,20 pesos. El inmenso sacrificio de “quemar” 13.542 mill USS (4514 escuelas) fue en vano ya que nuestra moneda se depreció igual un 29,3%.

Las reservas del BCRA son los ahorros de todos nosotros y se rifaron de esta manera. Pero la historia continua. El 22 de junio de 2018, al día siguiente, las reservas aumentaron ahora a 63.274 mill USS. ¿Qué había pasado? Entró el primer tramo del crédito del FMI (aproximadamente 15.000 mill USS) y fue directamente a engrosar las reservas en peligro del BCRA.
¿Se contuvo allí la sangría? No. El BCRA continúo perdiendo reservas (nuestros ahorros) por la demanda de dólares de los especuladores financieros. Al 29 de octubre del 2018 las reservas estaban más bajas todavía, en 47.867 mill USS. Se habían perdido 15.407 más. Pero el 30 de octubre, las reservas vuelven a aumentar a 54.040 mill USS. ¿La razón? Nuevo desembolso del FMI de 5631 mill USS que entraron al BCRA.

¿Ahí si se contuvo la sangría? No. Al 12 de diciembre de 2018, las reservas del BCRA ya están a 49.885 mill USS. Se fueron nuevamente otros 4155 mill USS más.

En conclusión, durante este 2018 se perdieron en total 33.104 mill USS que provenían de las reservas. Como saldo nos queda que, a pesar de este tremendo sacrificio, el peso se depreció igual a un 48,46% de su valor (de 19,92 pesos por dólar, pasó a 38, 65 pesos por dólar). El porcentaje es equivalente a la inflación que hemos sufrido este año. Y se esfumaron en esta inmolación el primer y segundo tramo del préstamo del FMI. Sumados son 20.631 mill USS, el equivalente a 6877 escuelas primarias o 206 hospitales de alta complejidad que nunca veremos. Todo para proveer los dólares necesarios a fin de que los usureros puedan poner a resguardo sus ganancias antes de que todo explote. Porque los vencimientos de la deuda para marzo del año 2019 serán de 20.000 mill USS, y hasta entonces solo contaremos con un nuevo desembolso del préstamo del FMI por 10.000 mill USS más. Pero lo peor es que, suponiendo que aparezcan por milagro esos otros 10.000 mill USS que nos faltarán en marzo de algún lado, tampoco se sabe de donde saldrán los 40.000 mill USS que necesitaremos para pagar el resto de los vencimientos que nos caerán en los meses siguientes de lo que quedará del 2019.

¿No hay corrupción en endeudar al país para pagar a usureros? ¿No les cabe a quienes administran los bienes del país el delito de administración fraudulenta en perjuicio del titular que les confió tales bienes, que no es otra que la ciudadanía?

No hay actividad en la economía real que de una ganancia tan fácil, segura y rápida como la que otorga la depredación financiera. El adicional de dólares que otorgará la soñada super-cosecha que pretendidamente nos salvará el año que viene serán improbables 6000 mill USS extra lo que se obtuvo este año. ¿Cuánto tiempo de labores, explotación del suelo más rico del mundo (la pampa húmeda), insumos, tecnología, actividad del hombre y lluvias providenciales para solo reunir la quinta parte de lo que ya se fugó en capitales durante el 2018?

El problema hoy no es ni siquiera el capitalismo. El problema hoy son las finanzas parásitas. Si no sintonizamos nuestra comprensión y criterio para entender y enfrentar esta estructuración del vaciamiento nacional, nuestra viabilidad como país resulta una quimera.

Javier Ortega. Docente de Derecho Penal UNDAV. Doctor UNT y UCM

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