
En Brasil, Dilma Rousseff, en su segundo mandato, entregó la economía al sector financiero encarnado por Joaquim Levy –banquero y ex funcionario del FMI–, que obligó a profundizar políticas ortodoxas. Sucedió una fuerte crisis económica, en el PT y caída vertical del poder y la popularidad de Dilma, que asumió con 70% de aceptación para, en menos de 24 meses, caer a un dígito.
Señalaba Gilberto Maringoni, en marzo de 2016, antes del golpe parlamentario contra Dilma materializado el 31 agosto de 2016 y previo a las elecciones municipales de octubre de ese mismo año, a menos de dos meses de la destitución de la petista (1):
" Interpretaciones sobre la encuesta de Datafolha, están por todos lados.
El cuadro es horripilante: 62% cree que el gobierno es malo o pésimo. Pero más que los números, lo que impresiona es el cuadro o la tendencia. En la última encuesta, a inicios de febrero, este indicador era del 44% y nada indica que dejará de subir. Dilma pierde apoyo entre los pobres y entre su electorado tradicional, de manera vertiginosa.
Es una presidenta debilitada, desmoralizada y sin credibilidad por haber prometido una cosa en la campaña electoral y practicada otra al asumir su segundo mandato. Atacada por todos lados, de derecha a izquierda, la mandataria trata de producir hechos, tales como la ley contra la corrupción y el plan de campañas de marketing. Pero hay un factor en la gestión petista avalada por la derecha y sus voceros en los medios de comunicación. Es su política económica de ajuste fiscal rígido y control de las cuentas públicas, que nos está hundiendo en una recesión de proporciones incalculables.
Crisis por la derecha y la izquierda.
No es otro el sentido del principal editorial del diario O Globo del último miércoles, titulado “Dilma mira hacia adelante al apoyar el ajuste de la economía”. “La reconocida competencia y credibilidad del ministro de Hacienda, Joaquim Levy y su equipo, no fueron vistas por los mercados como suficientes para asegurar la ejecución del ajuste, porque la presidente Dilma no parecía completamente convencida de la necesidad de este cambio. Sin embargo, ahora que la Presidenta defendió públicamente con énfasis la política de su nuevo equipo económico, reconociendo que el país no reaccionó a lo que antes había puesto en práctica”. Atención: O Globo es el diario de la misma emisora de TV que se lanzó a convocar las protestas conservadoras.
El texto es revelador: el ajuste se ha convertido en el real garante del mandato presidencial. Olvídate de las políticas sociales, de la “Patria Educadora” y de las políticas sectoriales de aquí y allá. La obsesión oficial es el ajuste. Si Dilma cambia su política económica, perderá su base de sustentación en el mercado financiero. Es este sector que considera su gobierno óptimo y bueno. (Con una tasa de interés del 12,75% al año, hasta hoy).
El ajuste dejó de ser una opción para el gobierno. Es su propia razón de ser. Si el ajuste termina, el gobierno cae. Por lo tanto es muy remota la posibilidad de que Joaquim Levy sea despedido. No es una casualidad que toda la bancada petista lo aplaudió de pie en el encuentro del lunes16M. Ni el PMBD llegó a tanto.
La contracción, los recortes, el brutal superávit y toda la catilinaria del neoliberalismo heavy metal – que Dilma acusó a Aécio Neves de querer implantar – llegó para quedarse. No es Dilma quien nos gobierna. Es el ajuste".
En este sentido, en la elecciones municipales de octubre del año 2016 ( ya con Dilma destituída por el golpe parlamentario del 31 de agosto de ese año ), la defraudación por el rumbo y resultados socio económicos del mutilado segundo mandato de Dilma, agregado al desgaste petista por las denuncias de corrupción en sus dirigentes, se expresó con contundencia en particular sobre el hoy candidato presidencial Fernando Haddad.
La sorprendente victoria del socialdemócrata Joao Doria (PSDB), electo alcalde de Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña, con más del 53% de los votos, ha sido la principal marca de las primeras elecciones sin el Partido de los Trabajadores (PT) en la presidencia del país, después de trece años. La caída del PT, tras la destitución de Dilma Rousseff, en agosto, se consolidó con la paliza al actual alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, que pese a no tener sospechas sobre su gestión y ser considerado un administrador moderno y respetado, no resistió al desgaste de cargar la estrella roja, símbolo de su partido.
En estas condiciones de desgaste político y crisis partidaria, con el candidato que perdió hace dos años la alcaldía emblema de la fuerza y su principal líder político injustamente apresado, el PT va a elecciones mañana. Todo puede suceder.
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(1) Gilberto Maringoni, profesor de Relaciones Internacionales es un veterano periodista y militante de la izquierda brasileña
1 comentario:
El triunfo de Bolsonaro arrastrará a América Latina a una aberrante CARRERA ARMAMENTÍSTICA, que terminará siendo la excusa para enfrentamientos entre pueblos hermanos y el blindaje militar de los recursos naturales a favor de las potencias centrales.EL NEGOCIO ARMAMENTISTICO ESTA DETRAS DE LA CANDIDATURA DEL MONSTRUO.
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