El próximo miércoles 7 habrá una importante reunión camino a la normalización de la central obrera. Quieren un unicato para junio.
Los gremios más numerosos del país, denominados Gordos, junto a las organizaciones autodenominadas como Independientes, se reunirán el próximo miércoles para sentar las bases de la futura normalización de la CGT, luego del quiebre que significó la movilización del 21 de febrero impulsada por Camioneros.
El encuentro tendrá lugar en la sede de la Federación de Sindicatos de Industrias del Gas (Fstigas), Boedo 90 en CABA, a partir de las 13, según confirmó a Télam el titular de esa organización sindical, Oscar Mangone, con contactos en los sectores de los Gordos, Independientes, Movimiento de Acción Sindical (MASA), gremios energéticos y del transporte.
A la cumbre están invitados Carlos West Ocampo y Héctor Daer (Sanidad); Armando Cavalieri (comercio), Rodolfo Daer (Alimentación); José Luis Lingeri (Obras Sanitarias); Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA), Omar Maturano (La Fraternidad) y Roberto Fernández (UTA).
También esta prevista la participación de actuales dirigentes de la CGT, como Víctor Santa María (encargados de edificios), Héctor Laplace (mineros), Carlos Sueiro (Aduanas) y un representante del gremio de Modelos, y fueron invitados Jorge Sola (Seguros), Hugo Benítez (textiles), Abel Frutos (Panaderos) y Agustín Amicone (calzado), entre otros.
Además, se espera a los principales referentes del Movimiento de Acción Sindical (MASA): Jorge Omar Viviani (taxistas), Sergio Sasia (Ferroviarios), Guillermo Moser (Luz y Fuerza) y Osvaldo Iadarola (Telefónicos), señaló la agencia de noticias Télam.
Aunque nadie lo confirmó oficialmente, no se cursaron invitaciones para aquellos pocos gremios vinculados a los camioneros Hugo y Pablo Moyano y a las organizaciones lideradas por José Luis Barrionuevo (gastronómicos), como los garagistas de Carlos Acuña y Juan Martini (tabaco), entre otros.
La decisión de unificar a la mayoría de los gremios e intentar elegir a una nueva conducción en la CGT, en reemplazo del triunvirato conformado por Héctor Daer (sanidad), Juan Carlos Schmid (dragado) y Carlos Acuña (garagistas), comenzó a germinar a fines del año pasado tras manifestarse diferencias internas en la conducción.
Dichas diferencias se profundizaron cuando en un paro convocado por la CGT, los gremios del transporte -ferroviarios de La Fraternidad y choferes de micros- se negaron a adherirse a la medida de fuerzas.
Posteriormente, y durante una supuesta reunión de consejo directivo de la CGT, el gremio camionero convocó a una multitudinaria movilización el 21 de febrero, la cual no contó con la adhesión de “gordos”, “independientes”, gremialistas del MASA y de transportes.
Nada nuevo
Aún bajo diversos formatos de Estado, frente a la irrupción de proyectos conservadores la CGT se dividió en dos alas, una aliada al gobierno conservador y otra opositora, siempre con matices internos en ambos sectores
Ahora mismo sobrevuela la posibilidad de fractura de la CGT. Nada nuevo.
Es ya una ley de formación y funcionamiento histórica de la organización gremial, atribuible tal vez ( hipótesis provisional) a la notable heterogeneidad ideológica y de proyecto de la dirigencia gremial, sobreimpresa a las notables asimetrías en el impacto sobre el mercado de trabajo de los proyectos conservadores.
Lo notable es que las etapas más operativas del Movimiento Obrero Organizado (MOO), las de mayor nivel de confrontación y mejores niveles de acumulación de poder y resultados reivindicativos específicos se dieron tras las rupturas.
Es ya una ley de formación y funcionamiento histórica de la organización gremial, atribuible tal vez ( hipótesis provisional) a la notable heterogeneidad ideológica y de proyecto de la dirigencia gremial, sobreimpresa a las notables asimetrías en el impacto sobre el mercado de trabajo de los proyectos conservadores.
Lo notable es que las etapas más operativas del Movimiento Obrero Organizado (MOO), las de mayor nivel de confrontación y mejores niveles de acumulación de poder y resultados reivindicativos específicos se dieron tras las rupturas.
La evidencia histórica muestra que para los sectores más dinámicos del MOO, la vieja unidad construida en etapas de flujo y ascenso económico social, resultó un lastre para los tramos de reflujo y retroceso socio económico.
El primer gran estallido de la historia cegetista se produjo en 1968, bajo el régimen de Juan Carlos Onganía. De esa ruptura nacieron la CGT de los Argentinos, liderada por el gráfico Raimundo Ongaro y combativa del gobierno militar, y la CGT Azopardo, de posición más dialoguista y con el metalúrgico Augusto Timoteo Vandor como figura principal.
El siguiente cisma se produjo con el horror de la última dictadura como escenografía. Las sombras de la represión ilegal encontraron por un lado a la ortodoxa CGT Brasil, con el cervecero Saúl Ubaldini como estandarte, y a la CGT Azopardo, impulsada por Jorge Triaca y Armando Cavalieri.
En 1989, se produjo otra división. Esta vez bajo el paraguas del gobierno democrático de Carlos Menem, Ubaldini pasó a conducir la CGT Azopardo, mientras que Güerino Andreoni quedó a cargo de la CGT San Martín.
La última fractura se produjo en 2000, ley laboral de por medio. La CGT oficial pasó a estar controlada por Rodolfo Daer, del gremio de la Alimentación, mientras que Hugo Moyano se puso al frente de la CGT paralela. La división se prolongó hasta 2004, cuando la central obrera se unificó bajo un triunvirato integrado por Moyano, José Luis Lingeri y Susana Rueda, de Sanidad.
Se sucedió luego una escisión breve que no puede con propiedad considerase ruptura con la emergencia de la CGT Azul y Blanca, encabezada por Luis Barrionuevo, un sello opositor surgido en el año 2008 en los albores del conflicto abierto por la reacción del complejo agro mediático, frente a al intento de captación de renta extraordinaria por parte del gobierno popular - democrático.
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