La recuperación del marketing
Por EPPA
En las últimas semanas se vio una seguidilla de indicadores económicos con moderadas mejoras. El crecimiento económico es un concepto reduccionista y vacío de contenido si no se lo contextualiza apropiadamente. Una primera mirada de superficie nos acerca a dos aspectos constitutivos de la noción de crecimiento. El primero es su grado de profundidad, el segundo tiene que ver con el grado de difusión al interior de una economía.
En relación a su potencia, el incipiente proceso de crecimiento económico, se ha comenzado a desplegar con una intensidad aún muy tenue. Aquellos indicadores que se registran al alza, levemente recuperan lo perdido en 2016, con lo cual se trata de un mero rebote estadístico que retorna a nuestro país a la situación previa a la asunción de Mauricio Macri. Por caso, el Estimador Mensual de Actividad Económica (predictor del resultado general del PBI) muestra un avance acumulado del 1,6% al mes de junio. Aun anualizando esta suba, se cerraría el año 2017 por debajo del 3,3% de crecimiento de la producción, esto es, una mera recuperación de PBI per cápita a los niveles de 2015.
Costaría hablar de un crecimiento genuino y perceptible si se consolidan estos números globales. Esta evaluación cobra más fuerza cuando se recuerda que la anterior administración cerró su mandato con un crecimiento económico superior al que se proyecta para este año. Por tanto, discontinuar la inercia favorable de 2015 no hubiera sido un escenario factible de no haber mediado, con el advenimiento del macrismo, la decisión política de generar una “recesión autoinducida”. Este resultado no fue azaroso, sino que se constituyó a fin de perfeccionar el programa para el cuál llegaron al poder, redistribuyendo riqueza desde los sectores populares a aquellos hacia aquellos minoritarios y rentísticos. Volviendo al plano del crecimiento, el segundo factor que lo distingue es la capilaridad que adquiere el proceso, esto es, el grado de difusión del mismo en un conjunto amplio de sectores de actividad, así como en cuanto a la amplitud geográficas del mismo.
En este respecto, cabe destacar que el actual repunte de la actividad económica se muestra altamente heterogéneo, siendo pocas las áreas que mantienen una recuperación sostenida, los cuales están más asociados a la importación –venta de vehículos- o a sectores concentrados –agro de exportación- que a verdaderos vectores de un crecimiento genuino, sustentable e inclusivo. Así, como se verá en los siguientes análisis, existe una diversidad de áreas en la economía donde se mantiene el deterioro de 2016 en términos de producción y ventas. La mayoría de los rubros que persisten a la baja corresponden a industrias sensibles, que supieron ser las grandes generadoras de puestos de trabajo.
Ocurre que el nuevo modelo económico arrasa con los motores convencionales de creación de empleo que, en países como el nuestro, tienen origen en la producción fabril de escala media, destinada a abastecer al mercado interno. El corrimiento del Estado de su rol indispensable de fomentar la producción interna, en adición al deterioro en el poder adquisitivo de la población constituyen, tormenta perfecta para las firmas de menor escala.
Un último aspecto no menor, tiene que ver con la validez efectiva del concepto de crecimiento económico. En un modelo político donde la teoría del derrame vuelve a ser la línea rectora, cobra relevancia preguntarse qué tan representativo puede resultar un incremento en la producción global, si se lo va a distribuir regresivamente. Más que en materia de crecimiento, el principal interrogante tiene que estar en cómo se reparten los frutos de ese progreso, en particular con foco en la evolución del trabajo, el poder adquisitivo y la pobreza.
El propósito de este comunicado es ofrecer un panorama sucinto y objetivo sobre la pretendida proliferación de brotes verdes, proclamada por el gobierno macrista. Con todo, afirmamos que:
Los incipientes números sobre crecimiento económico que se verificaron en los últimos meses constituyen, hasta el momento, una mera recuperación respecto de la profunda destrucción de producción interna de 2016.
Independientemente del nivel de crecimiento que consolide nuestro país, las variables relevantes para evaluar el bienestar de nuestro pueblo son el poder adquisitivo y la distribución del ingreso, las cuales siguen sin perspectivas de repunte.
La nueva matriz económica es expulsiva de los estratos socioeconómicos medios y bajos. Aunque existiese un crecimiento económico agregado, el mismo no “derramará” en las mayorías populares.
El modelo económico macrista cierra con menor nivel de empleo. Aún en industrias sensibles, la configuración económica actual puede mantener la dualidad de crecimiento económico global, junto con destrucción de puestos de trabajo.
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