9/24/2017

depresión : el riesgo de que vuelva a suceder sigue ahí...

El final de la QE

Michael Roberts





Es un día histórico para la política monetaria de los bancos centrales mundiales desde el final de la Gran Recesión. El Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos se siente suficientemente seguro sobre el estado de la economía de Estados Unidos y, por lo demás del resto de las grandes economías, que ha anunciado que no sólo ha puesto fin a la flexibilización cuantitativa (QE), sino que ahora va a revertir el proceso y comenzar un ajuste cuantitativo. 

La política de QE consistió en inyectar dinero (mediante la creación de reservas en los bancos) en el sector financiero a través de la compra de bonos del estado y de las empresas (e incluso acciones) con el fin de crear suficiente dinero en efectivo en los bancos para prestar a los hogares y las empresas y mantener los tipos de interés (el coste de los préstamos) cerca de cero (o incluso por debajo en algunos países). QE fue la clave de la política monetaria de las autoridades financieras en las principales economías, particularmente a la luz de poco gasto fiscal o público como una segunda alternativa o arma. Se aplicó la austeridad fiscal (con diferentes grados de éxito), mientras se “flexibilizaba” la política monetaria. 

Pero la QE fue en realidad un fracaso. No condujo a una reactivación del crecimiento económico o la inversión de las empresas. El crecimiento del PIB per cápita y la inversión en las principales economías continúan languideciendo muy por debajo de las tasas anteriores a la crisis. Como he argumentado antes, ello se debe a que la rentabilidad en el sector capitalista permanece por debajo de los niveles previos a la crisis, y muy por debajo de los picos de finales de 1990

La QE lo que hizo fue impulsar una nueva burbuja especulativa en activos financieros, haciendo que los mercados de acciones y bonos batiesen una y otra vez nuevas barreras. Como resultado, los muy ricos -que son dueños de la mayor parte de estos activos- se convirtieron en mucho más ricos (y la desigualdad del ingreso y la riqueza ha aumentado aún más ). Y las empresas muy grandes, FANG (Facebook, Amazon, Netflix y Google) en los EEUU, se han llenado de dinero en efectivo y han duplicado su endeudamiento con préstamos con tasas de interés cercanas a cero para que pudieran recomprar sus propias acciones y aumentar el precio de sus acciones en bolsa, repartir grandes dividendos a los accionistas y el usar los fondos para comprar incluso más empresas.


Pero ocho años después de que la QE fuese aplicada por primera vez en los EEUU -y después por el Banco de Japón, el Banco de Inglaterra y, finalmente, el Banco Central Europeo-, la Reserva Federal de Estados Unidos se está preparando para revertir esta política. Ha anunciado que comenzará a vender su enorme volumen de bonos ($ 4.5trn, equivalente al 25% del último calculo del PIB de Estados Unidos) en los próximos años. La venta será gradual y la Fed es prudente sobre el impacto en el sector financiero y la economía en general. Y así debe ser. 

A los mercados financieros no les va a gustar. La droga del dinero barato (prácticamente sin intereses) está siendo retirada lentamente. El plan es evitar el 'mono’, pero aún así los mercados de acciones y bonos son propensos a vender en cuanto empiece a reducirse el suministro de dinero casi gratuito. Lo más importante es lo que sucederá a los sectores productivos de la economía de Estados Unidos y, para el caso, en la economía mundial, ha medida que este dinero barato se reduzca lentamente. 

La Fed suena confiada. Como Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal señaló en la rueda de prensa de ayer: “El mensaje básico es que el rendimiento económico de Estados Unidos ha sido bueno; el mercado laboral se ha fortalecido sustancialmente. El pueblo estadounidense debe notar que los pasos que hemos tomado para normalizar la política monetaria han sido dados porque creemos que están más que justificados dado el progreso sustancial que hemos visto en la economía“. 

Esta confianza está siendo respaldada cada vez más por los principales analistas económicos. Por ejemplo, Gavyn Davies, ex economista jefe de Goldman Sachs y ahora columnista del FT, informa que su índice de actividad 'nowcast' Fulcrum revela que la “tasa de crecimiento de la economía mundial se está manteniendo en el umbral de la tasa más firme registrada desde los primeros días de la recuperación en 2010. La tasa de crecimiento a lo largo de 2017 ha estado muy por encima de la tendencia, tanto en las economías avanzadas como las emergentes, y la aceleración ha sido más sincronizada entre los principales bloques que en cualquier otro momento desde antes de la gran crisis financiera”. Según su indice, las economías desarrolladas crece un 2,7% y la economía mundial el 4,1%, con la tasa de crecimiento de Estados Unidos alrededor del 3% actualmente. Todo esto suena bien. 

Y sin embargo, las previsiones a largo plazo de los responsables de las políticas de la Fed para el crecimiento económico y la inflación siguen siendo bajas. De hecho, hay algunas dudas importantes que cuestionan esta aparente confianza. En primer lugar, hay pocos signos de recuperación de la inversión empresarial.
En segundo lugar, lejos de crecer las ganancias en los sectores productivos, los beneficios empresariales no financieros totales en los EE.UU. están cayendo.
E igualmente importante, como ha subrayado el reciente informe del Banco de Pagos Internacionales en su revisión trimestral , la deuda empresarial es muy alta y crece, mientras que el número de empresas 'Zombie' (que apenas son capaces de cumplir con sus pagos de la deuda) están en niveles récord (16% en los Estados Unidos). Con $ 8.6 billones de dólares, los niveles de deuda de las empresas estadounidenses son hoy en día un 30% más altos que en su pico anterior, en septiembre de 2008. Situada en el 45,3%, la proporción de la deuda empresarial en relación con el PIB está en máximos históricos, que recientemente han superado los niveles anteriores a las dos últimas recesiones. Eso sugiere que el aumento de los costes de servicio de la deuda de las crecientes tasas de interés impulsadas por la política de 'normalización' de la Fed podrían torcer las cosas, a menos que más sectores empresariales recuperen su rentabilidad.
Como sintetiza el BPI, “Incluso teniendo en cuenta las grandes saldos de efectivo en circulación, las condiciones de apalancamiento en los Estados Unidos son las más altas desde el inicio del milenio y similares a las de la década de 1990, cuando los coeficientes de deuda corporativos reflejaban el legado del boom de compra apalancada de finales de 1980. En conjunto, esto sugiere que, en el caso de una desaceleración o un ajuste al alza en las tasas de interés, los elevados pagos de servicio de la deuda y el riesgo de incumplimiento podrían plantear desafíos a las empresas, y de ese modo crear vientos en contra del crecimiento del PIB”. 

Y esto en un momento en el que la Reserva Federal de Estados Unidos ha decidido aumentar progresivamente su tasa de interés política a corto plazo y cortar la transfusión de dinero barato a los bancos. Como ya he señalado antes, durante la Gran Depresión de la década de 1930, la Fed hizo algo similar en 1937, invirtiendo su política de crédito barato cuando pensó que la depresión había terminado. Eso llevó a una nueva caída de la producción en 1938 que sólo terminó con la Segunda Guerra Mundial. El riesgo de que vuelva a suceder sigue ahí.

es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente: https://thenextrecession.wordpress.com/2017/09/21/the-end-of-qe/

Traducción: G. Buster

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