Mito: Estábamos en camino de ser Venezuela.
La
estructura económica de Venezuela antes de Chávez se asemejaba más a la de un
típico país rentista, estilo Arabia Saudita o Nigeria, que a la de una
república. Con las reservas hidrocarburíferas más importantes de Occidente,
Venezuela exportaba prácticamente un solo producto (petróleo) a prácticamente
un solo país (Estados Unidos).
La contracara de ese diseño mono exportador era la debilidad crónica de la producción nacional y la consiguiente necesidad de importar casi todo lo que se consumía: el 70 por ciento de los alimentos, por ejemplo, provenían del exterior, y hasta era necesario comprar gas, a pesar de que el país cuenta con las reservas más importantes del continente por la incapacidad, antes de Chávez, para procesarlo.
La contracara de ese diseño mono exportador era la debilidad crónica de la producción nacional y la consiguiente necesidad de importar casi todo lo que se consumía: el 70 por ciento de los alimentos, por ejemplo, provenían del exterior, y hasta era necesario comprar gas, a pesar de que el país cuenta con las reservas más importantes del continente por la incapacidad, antes de Chávez, para procesarlo.
Lo
que no le perdonan al Chavismo es que nacionalizó el petróleo y diversificó su
venta, de esa manera, el intercambio comercial con América latina se multiplicó
geométricamente, en el caso de nuestro país pasó de apenas 150 millones de dólares
a 2.500 millones en 2015. Agreguemos que se trata de una relación superavitaria
para la Argentina que exporta a
Venezuela productos manufacturados (maquinaria agrícola, automóviles, alimentos
procesados e insumos químicos) e importa commodities, sobre todo petróleo y
combustibles.
Pero
la relación no se limita al intercambio comercial. Venezuela ha sido también un
proveedor de energía crucial en tiempo de escasez, una fuente de recursos
financieros y un aliado político importante para los gobiernos nacionales y
populares de la región
Lo
que no se le perdona al chavismo es su política internacional independiente y que
con todas sus limitaciones estructuró amplios planes sociales que han producido
mejoras concretas en la vida de la población, planes de salud, de viviendas,
cooperativas de trabajo etc., un gobierno permanentemente atacado por una
prensa y una oposición política salvaje, fisgoneada por los EEUU, razón
principal por lo que no logró hacer que
los empresarios inviertan parte de las ganancias que obtienen y que se debe a
la capacidad de fijar precios, por lo que ante el control del gobierno han
creado mercados paralelos de bienes y servicios. La explicación de la subida
desmedida de los precios y del desabastecimiento generalizado es que el Estado
venezolano no puede fijar el valor del dólar que lo administran los ricos.
Los
empresarios juegan al fracaso de los planes del gobierno venezolano en la
creencia que pueden imponer un gobierno afín como fueron los de los acuerdos
del Punto Fijo[1].
El
camino que le queda al Gobierno Bolivariano, es cobrar fuertes impuestos a los
sectores pudientes, combatir la especulación, inflación y desabastecimiento, y
solo puede hacerlo con la participación masiva de la población y el
fortalecimiento del Estado, en un marco adverso, enfrentado a empresas
trasnacionales, y lo peor, con el avance de gobiernos de derecha en la región.
La
Argentina no puede ser Venezuela porque acá la derecha llega al gobierno con el
apoyo de una parte importante de los electores para hacer lo mismo que hicieron
siempre, subordinarse al capital internacional, generarle fuertes ganancias con
el “carry trade” y financiarla con una creciente deuda externa, que se
cancelará en el futuro cercano mal vendiendo los activos más preciados del
Estado argentino.
Eso
no quita que cuando los pueblos se cansan, como pasó en el año 2001, en que el
descontento fue tomando una magnitud tal que primero se llamó al estado de
sitio, segundo la gente sale a la calle y se le reprime violentamente, de manera
tal que en el país entre el 18 y el 19 de diciembre de ese año fueron
asesinados por las fuerzas de seguridad 38 –treinta y ocho- personas, el
Presidente De la Rúa huye en un helicóptero de la casa rosada y la población se
convocó en las calles al grito de que se vayan todos, dándole una solución al problema con un gobierno nacional y popular que sufrió los
mismos embates que padece el hermano país bolivariano
[1] El Pacto
de Punto
Fijo fue un acuerdo de
gobernabilidad entre los partidos políticos venezolanos Acción Democrática (AD), Comité de Organización
Política Electoral Independiente (Copei) y Unión Republicana Democrática (URD),
firmado el 31 de octubre de 1958, pocos meses
después del derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez que permitió que todo siguiera igual pero con
una apariencia democrática y republicana, hasta que la crisis de 1998 y las
grandes movilizaciones populares posibilitó la llegada de Hugo Chávez al
gobierno, asumiendo como Presidente el 2 de febrero de 1999.
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