Recientemente las noticias referidas al producto carne tuvieron como principal protagonista a la economía brasileña. Por un lado Hong Kong, Unión Europea, China, Chile y Japón suspendieron sus importaciones de carne desde Brasil[1]. Mientras que su principal socio regional experimentó una mayor exportación de la carne vacuna. Pero en economía hay dos vertientes tensas, una que prioriza el mercado externo sin regulación económica y libre movilidad de capitales y la otra que prioriza el mercado interno donde el excedente se exporta bajo regulaciones y control cambiario para evitar fugas masivas de capitales que puedan afectar el tipo de cambio.
Esta tensión en el caso argentino mostró una línea hacia la primera que prioriza el mercado externo para el caso de la carne vacuna. Los datos de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina[2] (CICCRA) muestran una recuperación de la producción de la carne vacuna desde la caída entre 2009 y 2010, en 2016 alcanzó una producción de 2,66 millones de toneladas un número similar al de 2010.
En 2016 la producción de carne vacuna descendió un 2,2% interanual. Se pasó de 2,72 a 2,66 millones de toneladas entre 2015 y 2016 respectivamente, una reducción de la producción en 61.000 toneladas menos de carne vacuna ¿Esta menor producción durante el 2016 cómo se distribuyó entre mercado interno y externo?
En el año 2015 el consumo interno representó un 92,72% (2,52 millones de toneladas) y la exportación a otros mercados fue del 7,28% (200.000 toneladas). Mientras que durante el 2016 el consumo interno representó el 91,81% (2,44 millones de toneladas) y el mercado externo un 8,19% (217.800 toneladas).
Con una menor producción durante el 2016 el mercado interno dejó de consumir 81.000 toneladas –una caída del 3,2% con relación a 2015- y el mercado externo incremento sus exportaciones en un 10% (17.800 toneladas de carne vacuna).
En el país de la carne las políticas económicas de liberación del mercado cambiario y la eliminación de los derechos de exportación y de las trabas administrativas a la exportación permitieron que en 2016 las exportaciones de carne vacuna se recuperaran, a costa de una caída de la producción y resignación de comercializar la carne en el mercado interno para colocarlo en el exterior.
Por lo tanto, en 2016 el consumo de carne vacuna por habitante fue de 57,1 kilogramos, cuando en 2015 fue de 59,6 kilogramos: lo que significa que en 2016 cada habitante dejo de consumir 2,5 kilogramos porque se colocaron en el exterior priorizando la desregulación del comercio exterior. El 2016 fue el año de más bajo consumo de carne por habitante desde 2011 y el más bajo desde 2002.
1 comentario:
NOO
TE PARECE!!!!
YA NI MOLIDA CASI!!!!
TODO POLLO Y SALCHICHAS Y CUANDO.......
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