12/07/2016

scalabrini ortiz y la construcción de "la crisis óptima" : del plan prebisch a la pesada herencia





Leemos en El Lobo Estepario:
El Plan Prebisch, adoptado en 1956 como programa económico del gobierno, dramatizaba en exceso la situación económica de la Argentina y no aludía en lo más mínimo a la influencia de las estructuras arcaicas y antieconómicas, particularmente en el sector primario, sobre el crecimiento del país. Parecía que de lo único que se trataba era de culpar a ciertos grupos sociales y de preparar y legitimar una transferencia de ingresos de los estratos favorecidos por el peronismo a los que apoyaban al nuevo régimen.(...)
(Alain Rouquié, Poder Militar y Sociedad Política en la Argentina - II - 1943-1973, Ed. Emecé, 5a ed., 1983, pp. 131-132).


El Plan Prebisch es quizás uno de los aspectos más cuestionados de la trayectoria de su autor, quien está considerado la figura más influyente en la historia de la economía argentina. Supongamos que don Raúl haya tenido buenas intenciones y veamos en qué resultó su plan, según otra fuente.


La revolución improductiva

"A fines de octubre de 1955, Prebisch elevó al gobierno de facto el Informe Preliminar acerca de la situación económica... Pese a que hacía poco menos de un año había elogiado algunos aspectos de la política peronista, en el Informe presentaba un sombrío panorama en el que destacaban las consecuencias más negativas del intervencionismo estatal -que sostenía empresas ineficientes-, del aislamiento económico -que privaba al país de bienes de capital- y de una irresponsable política de aumentos salariales que habían conducido al proceso inflacionario. Era necesario reducir el gasto público e instrumentar medidas que permitieran aumentar el stock de divisas necesarias para superar el déficit de la balanza comercial y emprender el desarrollo "autosustentado" que proponían los ideales cepalinos.

En los primeros días de enero de 1956 se dio a conocer el Plan de restablecimiento económico que finalmente sería reconocido con el nombre de su autor. Uno de los objetivos primordiales era sanear la moneda, y para ello el gobierno puso en práctica una devaluación y estableció un tipo de cambio libre lo que, sumado al desmantelamiento del IAPI, redundó de inmediato en beneficio de los exportadores agropecuarios. A estas medidas se sumaba un congelamiento de salarios que iba acompañado por una liberación de los precios de los productos de primera necesidad. El Estado procedía a desnacionalizar los depósitos bancarios, a eliminar todo tipo de subvenciones y a iniciar la privatización de muchas de las empresas que hasta entonces controlaba. Para alentar el arribo de capitales y estimular el desarrollo de industrias competitivas, se eliminaban las barreras que habían tenido por objeto la protección de las manufacturas nacionales. El abandono del comercio bilateral, la apertura de la economía y el ajuste permitieron que la Argentina, ahora un país confiable, fuera admitido como integrante del Fondo Monetario Internacional y estuviera en condiciones de recibir su "ayuda".

Aun cuando no sería lícito dudar de los objetivos desarrollistas que perseguía Prebisch, quienes tuvieron a su cargo la implementación de las medidas se encontraban estrechamente vinculados con "los intereses tradicionales" del aparato "productivo, comercial y financiero" (A. Ferrer). Juan Llamazares (ministro de Comercio, asesor de la Bolsa de Comercio), Álvaro Alsogaray, Eugenio Blanco (ministros de Industria y de Economía respectivamente, asesores de empresas argentinas y extranjeras), Eduardo Busso, Alberto Mercier (ministro del Interior y ministro de Agricultura, ambos terratenientes), y otras personalidades que representaban a las familias más tradicionales demostraron poco interés por aquellos aspectos del plan que encerraban un relativo aire transformador.

Si bien durante el primer año la devaluación y los capitales permitieron un respiro, muy pronto el comercio exterior dio señales de que no se comportaba del modo esperado. En 1957 la crisis se profundizó y el costo de vida continuó aumentando. La tasa inflacionaria que en 1955 llegaba a un "desesperante" 12,3%, ahora trepaba a un 30%, y el saldo negativo de la balanza comercial ascendía de los "intolerables" 1.600 millones a más de 9.000. Si algo faltaba para empañar las ilusiones de Prebisch, la redistribución del ingreso a favor de los sectores tradicionales no parecía lograr su objetivo de reactivación económica, ya que el porcentaje de inversión del PBI había descendido."
(Historia Argentina desde la prehistoria hasta la actualidad - Colección en fascículos publicada por Página/12, Departamento de Historia, Colegio Nacional de Buenos Aires, p. 663)


 Veamos estos fragmentos de "El Plan Prebisch: Retorno al Coloniaje" de Arturo Jauretche:


"El plan Prebisch significará la transferencia de una parte sustancial de nuestra riqueza y de nuestra renta hacia las tierras de ultramar. Los argentinos reduciremos el consumo, en virtud de la elevación del costo de vida y del auge de la desocupación. De esta manera, no solamente aumentarán nuestros saldos exportables, sino que serán más baratos, lo que será aprovechado por el consumidor extranjero que ensanchará su cinturón a medida que nosotros lo vayamos achicando."

"La mayor parte de nuestra industria, que se sustentaba en el fuerte poder de compra de las masas populares, no tardará en entrar en liquidación. Los argentinos apenas si tendremos para pagarnos la comida todos los días. Y cuando las industrias se liquiden y comience la desocupación, entonces habrá muchos que no tendrán ni para pagarse esa comida. Será el momento de la crisis deliberada y conscientemente provocada..."

“(...) Mientras tanto, nos iremos hipotecando con el fin de permitir que falsos inversores de capital pueden remitir sus beneficios al exterior. Y como nuestra balanza de pagos será deficitaria, en razón de la caída de nuestros precios y de la carga de las remesas al exterior, no habrá entonces más remedio que contraer nuevas deudas e hipotecar definitivamente nuestro porvenir. Llegará entonces el momento de afrontar las dificultades mediante la enajenación de nuestros propios bienes, como los ferrocarriles, la flota o las usinas. Poco a poco se irá reconstruyendo el estatuto del coloniaje, reduciendo a nuestro pueblo a la miseria, frustrando los grandes ideales nacionales y humillándonos en las condiciones de país satélite..."

2 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

Lo mas desesperante es que el plan de la derecha conservadora es el mismo de siempre y pese a ello hay quienes .desde posiciones seudo populares,siguen apoyando en forma directa o buscando pretexto el descalabro andante

Unknown dijo...

Lo más desesperante es como estos dispositivos se suceden sistematicamente.Nunca denunciarán Estarán al acecho. Nos obliga a estar en permanente alerta.Pero NO PASARAN JAMAS .Porque hay una historia que no le darán la razón.