10/22/2016

el fin de la moderación : concentración del ingreso y polarización de la opinión pública en la actual fase de la globalización

El agotamiento de las experiencias socialdemócratas europeas a mano de experiencias nacionales radicales, muchas de derecha, se corresponde con la polarización que hoy se observa en las elecciones en USA y el avance de la derecha conservadora en América Latina. 

Por debajo de este fenómeno está el agotamiento definitivo de las experiencias de centro "moderado" que irrumpieron con fuerza durante los años ochenta. 

Se trata de un movimiento general expresado globalmente a nivel electoral, muy probablemente correlacionado con la expansión de la desregulación típica de la fase financiera cuyo correlato es la fortísma concentración del ingreso, acontecida tras la mega crisis del capitalismo global iniciada en la segunda mitad de la década anterior, y que aún no da signos de solución. 

Agoniza urbi et orbi la "amplia avenida del medio" , sostenida en su momento en las figuras ya emblema de Bill Clinton en los EEUU, Tony Blair en el Reino Unido, Gerhard Schröder en Alemania, Felipe González en España, François Mitterrand en Francia, Raúl Ricardo Alfonsín en Argentina, Fernando Henrique Cardoso en Brasil.

Recientemente también en nuestro país vivimos los efectos electorales de este agotamiento de la moderación extrema, mientras , contrario sensu,  avanzan las experiencias radicalizadas - en nuestro caso el populismo conservador puro y duro - que interpelan con éxito a un amplio sector ciudadano, ancladas sobre la polarización realmente existente y persistente en el estado de opinión pública.

Néstor Kirchner vió antes que ninguno la creciente polarización de la opinión pública tras su certera lectura de la crisis del año 2001 en el país - anticipatoria de otras crisis planetarias - y desplegó una experiencia popular democrática electoralmente exitosa , luego continuada por Cristina Kirchner, que nunca sucumbió - en 12 años de gestión y cinco desafíos electorales - a la estrategia de moderación extrema

Este abandono de "la amplia avenida del medio", como estrategia de gestión y también electoral está en la base del dispositivo contundente que constituyó el kirchnerismo en el lapso 2003-2015 , el dispositivo electoral más exitoso en la historia de la Argentina contemporánea, ganador a nivel nacional de todas y cada una de las elecciones que enfrentó, aún en condiciones socio económicas muy estrictas, como en los años 2009 y 2013.

En este sentido la campaña del FPV del año 2015 y su candidato, resultaron un retroceso a momentos de moderación extrema pre kirchnerista, cuya mejor metáfora plena - con todo respeto- la constituyó este simpático video.



Fue en la estrecha ventana temporal constituida entre primera y segunda ronda electoral donde - recién entonces-  conceptualmente la campaña y el candidato, asumieron la polarización de la opinión pública como un dato insoslayable en una formación económíco social impactada por la mega crisis del neoliberalismo en el año 2001 y reconducida por 12 años (!) de gestión del populismo kirchnerista.

Se trató de una reacción tardía, promovida en buena medida por la dinámica de segunda ronda , y por la que se paga hoy y se pagará mañana, un alto costo social, político y electoral.

La que sigue es la visión de la polarización de opinión pública creciente y el agotamiento del consensualismo extremo, realizado desde un sector de la izquierda europea, con especial foco en las experiencias de Inglaterra y Alemania.

La izquierda en Europa necesita cambiar el rumbo político

Wolfgang Münchau

Los analistas políticos nos contaron que el Brexit no podría suceder y que Donald Trump no podría ganar la candidatura republicana. Algunos de ellos nos han estado contando otra historia: los partidos de centro izquierda solo ganan elecciones desde el centro; en particular, que Jeremy Corbyn, el líder del Partido Laboralista británico, no puede llegar a ser Primer Ministro. 

¿Es esta afirmación cierta? Muchos analistas – yo mismo incluido – tuvieron sus años de formación durante la década de los ochenta del siglo XX en adelante. Los partidos exitosos de centro izquierda no definieron su papel durante ese período ofreciendo una alternativa al capitalismo global basado en las transacciones, sino redistribuyendo las migajas. Sus líderes - Bill Clinton en los EEUU, Tony Blair en el Reino Unido, Gerhard Schröder en Alemania entre otros – fueron mayoritariamente políticos de centro. 

Sin embargo, lo que funcionó en aquel período no es verdadero universalmente. Por ejemplo, el gobierno formado por socialdemócratas moderados favorables al establishment en Alemania en los años 20 y 30 fracasó de forma horripilante. El principal paralelismo entre hoy en día y los años treinta es el modo en el que las democracias reaccionan a prolongados períodos de austeridad. Los partidos extremistas ganan, si los partidos tradicionales fallan al ofrecer alternativas. 

Hay una historia que debería servir como advertencia a los partidos de centro izquierda. El SPD en la República de Weimar vio caer su porcentaje de voto desde el 37,9% en 1919 al 18,3% en las últimas elecciones libres en marzo de 1933. Durante ese período el partido llegó a ser más centrista, finalmente, apoyando políticas económicas deflacionarios. Esto fue una decisión catastrófica ya que llevo a votar a sus electores a los nazis y a los comunistas. 

Varios partidos socialdemócratas y socialistas en la UE han apoyado políticas de austeridad desde la crisis financiera y están pagando ahora el coste político de aquellas decisiones. Los demócratas en los EEUU, el nuevo laborismo en el Reino Unido y el SPD alemán estuvieron entre los más entusiastas desreguladores de mercados financieros. Además el SPD apoyó el pacto de estabilidad en la Eurozona en la década de los noventa y la constitucionalización de la regla de estabilidad presupuestaria en Alemania, la cual está en vigor desde 2011. El fracaso del partido de no aprender de su propia historia es impresionante. Mientras el SPD habla de boquilla de una mayor inversión en infraestructuras, no puede cumplir con nada de ello debido a su compromiso con la estabilidad presupuestaria. 

No estoy sorprendido de que el centro izquierda en Alemania y en el Reino Unido esté peleando por ganar elecciones. No sabemos si Corbyn puede tener éxito. Lo que sabemos es que sus predecesores más moderados no podrían alcanzarlo, al menos no desde el arranque de la crisis financiera. Éste fue uno de los acontecimientos económicos más grandes de nuestro tiempo. Y ha redefinido la política. 

¿Dónde nos conduce? Desde un punto de vista económico no hay nada extremo en el argumento a favor de programas de inversiones masivas, especialmente después de años de consolidación fiscal. El único partido político consolidado que ofrece ya esta opción en Europa es el de Corbyn, el cual está prometiendo 500 mil millones de libras. En Alemania, sólo la Izquierda, los sucesores de los comunistas de la Alemania del Este, apoyan grandes aumentos de la inversión. En el continente tienes que irte al extremo más alejado del espectro político para encontrar alguien que apoye estímulos a la inversión. 

Así que cuando un partido consolidado, como el laborista, ofrece un cambio en las políticas macroeconómicas que tiene una oportunidad de poner fin al malestar general post-crisis, hay que tomárselo muy en serio. Si los dirigentes conservadores fracasan con el Brexit – cosa que podría suceder – las elecciones establecidas en el calendario para 2020 podrían llegar a ser una carrera reñida. 

En la Eurozona, las opciones son incluso más extremas. Los ciudadanos de la Eurozona solo tienen dos caminos hacia mayor inversión. El primero es la salida del euro, el único modo legal para un país de escapar de las reglas fiscales que constriñen la inversión a nivel nacional. Esta es la opción ofrecida por los partidos extremistas. 

La segunda opción sería un programa de inversión amplio de la Eurozona, administrado de forma centralizada, financiado por la emisión de títulos comunes de deuda o, dicho rápidamente, por la impresión de dinero. Las emisiones de eurobonos y la monetarización de la deuda son consideradas como políticamente irrealista, dada la oposición de Alemania. Así que a menos que se apueste por partidos extremistas, no hay opciones en el mundo real. 

¿Qué sucede con el programa de inversiones de la Comisión Europea? Visto desde una perspectiva más próxima se ha transformado en puro humo, una irrelevancia macroeconómica mal financiada. 

Mi esperanza es que la política se ajustará a las necesidades económicas como ocurrió en la década de los ochenta, esta vez en la otra dirección. Existe la posibilidad de que esto termine como los años treinta. Es muy difícil predecir qué ocurrirá. Lo que es seguro es que el consenso arrollador a favor de las políticas económicas liberalizadoras está roto y que ello tendrá impacto en cómo llegaremos a considerar a líderes como Corbyn.




columnista económico del semanario alemán Der Spiegel y coeditor alemán del Financial Times.
Fuente:
Financial Times, 2 de octubre 2016
Traducción:
Rodrigo Amírola


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