9/12/2016

periodismo y poder: para una arqueología del "queremos preguntar ..."



GUZZETTI, Ana

El 8 de febrero de 1974 el Teniente General Perón ofreció una conferencia de prensa en la Residencia Presidencial de Olivos. En el transcurso de la misma, a la periodista del diario “El Mundo”, Ana Guzzetti, por cumplir valientemente con sus tareas profesionales, se le inició una causa judicial. El motivo fue que, abierta la ronda de preguntas, Ana le dijo a Perón sin intermediarios que “en el término de dos semanas hubo exactamente 25 unidades básicas voladas con explosivos, que no pertenecen precisamente a la ultraizquierda, hubo doce militantes muertos y ayer se descubrió el asesinato de un fotógrafo. Evidentemente todo esto está hecho por grupos parapoliciales de ultraderecha”. Perón le preguntó si se hacía responsable de lo que decía y le dijo que sí; por lo que el presidente afirmó “que eso de parapoliciales lo tiene que probar. Tomen los datos necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie causa contra esta señorita”. Guzzetti no se amilanó: “Quiero saber que medidas va a tomar el Gobierno para investigar tantos atentados fascistas”. Quince días después, Ana Guzzetti fue detenida –junto con otros periodistas- durante el allanamiento y clausura del diario “El Mundo”. Alojada en la temible Coordinación Federal fue liberada el 28 de febrero de ese mismo año. Antes, con fecha 20 de febrero- le envió una carta abierta al jefe del Movimiento, Juan Domingo Perón, que fue ignorada por los medios hegemónicos. La transcripción, en la parte más sustanciosa es la siguiente: 

“General. El otro día fui víctima de un impulsivo ataque de celo presidencial, que usted demostró públicamente al sentirse acusado, supongo que es por eso, de los grupos para-policiales de la ultra derecha. Pero General, ¿acaso usted creía que mi condición de peronista me podía convencer de silenciar una verdad que es carne en la clase trabajadora? Usted no ignora mi trayectoria, cuatro veces presa y torturada por luchar, no sólo por la liberación sino también por su retorno. En esta lucha del pueblo, a la que me enrolé a los 17 años, vi caer a mis compañeros gritando ¡Perón ó Muerte!, que para ellos significó Revolución ó Muerte. Por eso General yo no voy a callarme. No me asusta que me echen del Movimiento, soy consciente ya desde hace unos años que no será allí donde se incorpore activamente a la clase trabajadora al proyecto de Liberación Nacional y Social. Tampoco me asusta caer presa; ya lo estuve antes y como militante es un riesgo que he asumido siempre con dignidad. Pero se acabó la época de la demagogia, se terminó el balconearle al pueblo y enchufarle los pactos sociales, la ley de prescindibilidad y la reforma al código penal. General, mientras usted estaba en Madrid nosotros hicimos la resistencia, pasamos el Plan Conintes, nos tragamos tres dictaduras militares, gestamos los cordobazos, los rosariazos, los tucumanazos, y toda esta lucha General, no se la vamos a regalar. Nos costó cárcel, torturas, sangre. Qué quiere decirnos ¿qué Ramus, Abal Medina, Cambareri, Olmedo, Blajaquis, eran infiltrados? Bueno, si usted cree eso lo tendría que haber dicho antes. ¿Se acuerda? Éramos las gloriosas formaciones especiales, los héroes. ¿Se acuerda de Trelew? Para el pueblo cayeron 16 hermanos, sin distinción de ideologías, eran los que daban su sangre para la liberación de esta patria que hoy usted quiere entregar al imperialismo y a los traidores. Sí General, soy peronista y no dejaré de serlo. Pero no seré nunca traidora”. 

A todo esto comenzada la investigación que pidió Perón, el fiscal inició actuaciones pidiendo que se verificara la existencia de los citados comandos (parapoliciales) y el juez Aquino, por su parte, tomó declaración a Ana como testigo y no como procesada, solicitándosele elementos de prueba sobre sus afirmaciones. En ningún momento se informó quien había decidido (¿Perón? quién sino) que no se planteara la querella contra la periodista y solamente se le pidiera que aporte documentación sobre su afirmación. Ana Guzzetti sobrevivió a la última dictadura cívico-militar que desguazó nuestra patria a través de un autoexilio interno y oculto que la depositó en Córdoba. Su tío el almirante César Guzzetti, fue canciller de Videla. Ella estuvo en pareja muchos años con un dirigente de izquierda, Sergio Peralta, del que luego se separó. Empezó a tener problemas de salud en los ’90. Fumaba mucho y tomaba más de lo debido. Para ese entonces consiguió trabajo a través de otros compañeros peronistas en la agencia oficial de noticias Telam quien la envió como corresponsal al apacible pueblo de Trenque Lauquen. Apacible hasta que llegó ella, que organizó en esa ciudad de la provincia de Buenos Aires la primera marcha de repudio por el asesinato de su colega José Luis Cabezas. Pero su salud física y mental siguió deteriorándose. Ana María Ford, otra periodista de aquel pueblo, una noche tuvo que salir a buscarla porque andaba ida y perdida por las calles, totalmente sola, en la madrugada. Ana falleció en ese mismo pueblo en el año 2012, a la edad de 68 años.

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2 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

Recuerdo ese dia muy bien,el hecho me produjo una profunda tristeza y desazon.
Ignoraba la suerte de la periodista.

Polito dijo...

"El equivalente macrista de Ana Guzzetti sin dudas es Luis Miguel Majul, un periodista jugado que el otro día en un almuerzo con Mauricio en Olivos, le preguntó con enorme heroismo: "¿Mauricio, tenés miedo?".
Se refería al miedo a sufrir un atentado por parte del ultrakirchnerismo aliado a ISIS, el cartel de Sinaloa y la Mara Salvatrucha, que también amenazaron al propio periodista, y al arrepentido Leo Fariña.
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