5/01/2016

tras el actazo, ahora dicen que el gobierno de "la nueva derecha" se apresta a dar cifras de desempleo en las que , como es muy razonable, nadie creerá (salvo los medios de la opo)

En la Casa Rosada creen que el sindicalismo está viejo, sin liderazgos capaces de hacer daño. Preocupación por la ley anti despidos por riesgo de nuevo volantazo de Massa.


Desde el viernes el presidente Mauricio Macri transita una experiencia iniciática: al jefe de Estado y a sus funcionarios les tocó vivir en carne propia el primer día del trabajador desde la poltrona del poder. La mayoría lo hizo por tevé, con control remoto en mano, y ahora cada uno analiza los pasos a seguir. En el “día después” de la movilización que superó las 350.000 almas las lecturas públicas dentro del Ejecutivo Nacional están más puestas en las debilidades (consideradas estructurales) del sindicalismo, que en las fallas propias para afrontar las esquirlas del ajuste y el desempleo, dos variables que los hombres de Cambiemos asumen apesadumbrados, pero siempre con la certeza de que todo será revertido en la segunda mitad de este año. La convocatoria para la edición 2016 del Día del Trabajador, al menos por 24 horas, unificó a cuatro de las cinco centrales sindicales y confirmó, por segunda vez desde el 24 de marzo, que el líder del PRO deberá convivir con una sociedad que cuenta con un alto nivel de movilización política y sindical. Con ese marco de participación el flamante mandatario fue el destinatario principal de la marcha, gracias a tres ingredientes: el incremento de los despidos, el impacto inflacionario (que no muestra señales de disminución) y la amenaza velada de vetar la ley impulsada por la oposición para imponer el régimen de doble indemnización y frenar una ola de despidos que el propio presidente niega.

ENTRE EL DESDÉN Y LA SUBESTIMACIÓN. “La marcha del viernes fue una fuga hacia delante para que no se les note la cantidad de problemas que tienen entre ellos”, espetó uno de los secretarios de Estado que miró con ojo clínico la evolución de la marcha desde el panel de pantallas que tiene en su despacho. El desdén por la división de la conducción del sindicalismo fue acompañado, desde una oficina cercana (y también desde el Ministerio de Trabajo) con una silente gestión para que Luis Barrionuevo se bajara del acto y trocara el renunciamiento por un almuerzo con Macri previsto para el mismo 1 de mayo.

“Eso que hicieron no tiene futuro, porque le falta liderazgo, son todos viejos, son los mismos que hace años, y algunos se acordaron ahora de hablar de desempleo cuando es una situación que viene desde hace, al menos, dos o tres años, pero que algunos bancan hace 12 años”, se defendió un funcionario cercano al jefe de Gabinete Marcos Peña en referencia a Antonio Caló, líder de la UOM y de una de las tres CGT que en agosto será unificada en una sola central. “Lo hicieron demasiado rápido para pelearse con nosotros y muy tarde para dar cuenta de lo que pasa, por eso no fueron ni Armando Cavallieri(Comercio) ni Carlos West Ocampo (Sanidad), porque mantienen un diálogo muy fluido con nosotros y no coinciden con esta sobreactuación”, insistieron desde la cartera laboral.

En la lectura prevista para los medios, desde la Casa Rosada sostienen que el sindicalismo volvió a hacer lo mismo que hizo hace 30 años atrás, con los mismos protagonistas que entonces, pero ante una situación diametralmente distinta. El análisis pone a todo el peronismo de un mismo lado, ante una valla donde el macrismo, y Cambiemos, ocuparía la debilidad institucional que tuvoRaúl Alfonsín ante los paros que Saúl Ubaldini le propinó hasta su final. “Estos pibes le hablan a la gente del 86, pero la sociedad ahora mira facebook y se comunica de otro modo. Al final no pueden ocultar que el sindicalismo sigue sin conducción y no saben qué decir: prefieren ir al conflicto porque no saben qué hacer con lo que está pasando”, retrucó otro hombre de confianza del presidente que recibe devoluciones en tiempo real cuando termina cada conferencia de prensa. La zona negra que definió el paladar negro del macrismo para bajarle el precio a la movilización de las cinco centrales sindicales incluye al ex candidato presidencial Sergio Massa, actualmente ocupante del rol de “socio desconfiado” del nuevo gobierno.

UN VETO A RIO REVUELTO. Massa es el poseedor del tercer puesto desde la primera vuelta presidencial de octubre pasado y así lo hizo valer, pero a favor del macrismo. Esta semana sus diputados buscaron una salida alternativa o, quizás, intentaron una tercera posición entre la iniciativa opositora y la bravata presidencial del veto. Lo cierto es que el jefe del Frente Renovador quedó pegado al macrismo como el hombre que desautorizó a la oposición en su intento de tejer un frente cerrado para Cambiemos. Un viejo amigo de Massa cuenta que el ex candidato quedó azorado luego del regreso de la ex presidenta Cristina Fernández en Comodoro Py. Al cierre de esta nota Massa mantenía diferentes reuniones con su equipo para sostener ese incómodo tercer sitial, fortalecido por el descontento de un sector de Cambiemos con la apuesta “extrema” de Macri”.

La referencia apunta a un sector del Gobierno Nacional que no acuerda con la jugada presidencial de amenazar con la atribución del veto. “Mauricio no entiende que esto no es la Legislatura Porteña, que con la percepción del desempleo y la inflación, es inútil que quede entrampado con una ley que, al menos por un tiempo, nos permitiría abordar la polémica sin medidas extremas, pero el veto sí lo es”, advierten los operadores del nuevo oficialismo que tienen a su cargo la interlocución con el massismo. Alrededor de Macri, el sector que sostiene sus críticas internas contra la “bravata del veto” teme un zarpazo del Frente Renovador contra el Presidente a partir de un matiz que abre especulaciones: las Pymes. Los escuderos del massismo argumentan que “la doble indemnización” es un peligro para las pequeñas y medianas empresas. Pero en vísperas de las votaciones dentro del Congreso, cerca de Massa dicen que están más cerca de la oposición que del oficialismo. “El próximo lunes Sergio se va a encontrar con (Miguel) Pichetto”, el mismo destinatario de las críticas de Macri que lo acusó de “decir una cosa y luego hacer otra”, un malestar que podría incluir al propio Massa. “Para nosotros es importante encontrar un marco de protección para las pymes, pero también vamos a trabajar en consonancia con el Senado, por eso este fin de semana Massa va a trabajar este tema con sus legisladores y es muy probable que el lunes haga una conferencia de prensa para comunicar su posición”, advirtieron desde el FR.

ESTADISTICAS PARA REMEDIAR LA ENCERRONA. “Desde la amenaza del veto, y la marcha de las cinco centrales, el macrismo esta grogui, no sabe cómo salir de la encerrona y nosotros estamos más cerca de Pichetto que de Macri”, reconoció una poderosa voz femenina que siempre le mueve el amperímetro al tímpano de Sergio Massa. El elenco de consultas que organizó el ex intendente de Tigre incluye a fuentes sindicales determinantes para sus decisiones, como los diputados nacionales del FR Facundo Moyano, Héctor Daer (titular del gremio de Sanidad) y Carla Pitiot (Asociación Profesional de Organismos de Control –APOC-).

La previa del debate en Diputados no es ajena al mapa de tormentas que diseñó el oficialismo. Los planes para esta semana incluyen el intento de bajarle “el nivel” a la situación del empleo y cambiar la agenda. “Desde este lunes el INDEC empieza a medir el empleo y apenas tengamos las cifras las publicaremos en junio y ahí vamos a demostrar quién tiene razón”, advierten desafiantes desde la Casa Rosada, sin dejar de reconocer que “si no paramos la inflación esto va a seguir, porque el combate contra la inflación es un problema fiscal y hasta ahora todos los demás remedios fracasaron”, sostiene el funcionario con rango se secretario de Estado, mientras vuelve a hablar de la ausencia de visión de futuro del sindicalismo. “Son impresentables, cortan todo. El viernes el centro era un quilombo y eso les va a costar”, sentencian en nombre de Macri sin decir una sola palabra sobre el incremento del desempleo, un asunto que, para el oficialismo, es cuestión de percepciones.

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