5/06/2016

fórmulas conocidas para situaciones complejas


Mariano Recalde*

El gobierno de Mauricio Macri envió un proyecto al Congreso que crea el programa Primer Empleo, para que las empresas que contraten a jóvenes de entre 18 a 24 años obtengan exenciones y subsidios del Estado. No obstante, podemos afirmar que en la Argentina no hemos tenido buenas experiencias cuando se intentó generar empleo mediante la reducción de los costos laborales.

El empleo se genera, principalmente, con políticas macroeconómicas. El éxito de la reducción del desempleo en los últimos 12 años pasó por la protección de la industria nacional y por el fortalecimiento del mercado interno mediante la expansión de la demanda agregada. Esto último se logró inyectando recursos en la población, principalmente mediante el aumento de los salarios (a través de las paritarias) y por medio de políticas sociales de carácter inclusivo. Según datos del Ministerio de Trabajo, durante esos años se crearon sólo en el sector privado 300.000 puestos de trabajo registrado entre los jóvenes menores de 24 años.

En un contexto de miles de despidos como el actual, producidos por políticas macroeconómicas que van en el sentido contrario a las descriptas anteriormente, proyectos como el que plantea el Gobierno podrían ser utilizados por las empresas para reemplazar a los actuales trabajadores por aquellos que les generarían menor costo laboral, en este caso los jóvenes.

La propia OIT advirtió ese riesgo cuando afirmó, en un informe de 2015, que "la efectividad de los regímenes laborales especiales para jóvenes aún está por verse" y que la experiencia en la región de este tipo de iniciativas "no ha prosperado".

Son fórmulas conocidas por los argentinos que ya fracasaron en el pasado y que, con el acompañamiento de los grandes medios de comunicación, se presentan a la sociedad como soluciones rápidas y efectistas para situaciones complejas de resolver. Incluso modalidades contractuales mucho más "baratas" también fracasaron en su intento de crear puestos de trabajo, ya que la reducción del costo laboral sólo genera aumento en las ganancias, pero no en el empleo.

Luego de muchos años, volvimos a encontrarnos con ideas y conceptos que nos llevan a un pasado cercano y doloroso. La idea de que flexibilizando las formas de contratación se va a crear más empleo nunca resultó efectiva en su aplicación sobre la realidad. Quienes ven en la creación de este nuevo régimen una modalidad atractiva para la generación de empleo es probable que hayan recibido con igual beneplácito los contratos basura, los tickets canasta, la ampliación de las pasantías y del período de prueba o los convenios colectivos por empresa, medidas que no hicieron más que profundizar los padecimientos de la clase trabajadora.

Esperemos que la posición del Gobierno respecto del proyecto de emergencia ocupacional y su propuesta de un régimen especial para jóvenes sean tan sólo errores circunstanciales. Abandonar de forma definitiva la senda de la protección del empleado que tantos beneficios generó para todos los argentinos, incluso para los jóvenes sobre los que hay que seguir trabajando, puede significar un grave retroceso respecto de políticas que este gobierno había prometido mantener.

Como dijo el propio Macri cuando manifestó su oposición a la ley que prohíbe los despidos: no hay que repetir los errores del pasado.

* Doctor en Derecho del Trabajo y docente de la UBA

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