Mariano Recalde*
El gobierno de Mauricio Macri envió un proyecto al Congreso que crea el
programa Primer Empleo, para que las empresas que contraten a jóvenes de entre
18 a 24 años obtengan exenciones y subsidios del Estado. No obstante, podemos
afirmar que en la Argentina no hemos tenido buenas experiencias cuando se
intentó generar empleo mediante la reducción de los costos laborales.
El empleo se genera, principalmente, con políticas macroeconómicas. El
éxito de la reducción del desempleo en los últimos 12 años pasó por la
protección de la industria nacional y por el fortalecimiento del mercado
interno mediante la expansión de la demanda agregada. Esto último se logró
inyectando recursos en la población, principalmente mediante el aumento de los
salarios (a través de las paritarias) y por medio de políticas sociales de
carácter inclusivo. Según datos del Ministerio de Trabajo, durante esos años se
crearon sólo en el sector privado 300.000 puestos de trabajo registrado entre
los jóvenes menores de 24 años.
En un contexto de miles de despidos como el actual, producidos por
políticas macroeconómicas que van en el sentido contrario a las descriptas
anteriormente, proyectos como el que plantea el Gobierno podrían ser utilizados
por las empresas para reemplazar a los actuales trabajadores por aquellos que
les generarían menor costo laboral, en este caso los jóvenes.
La propia OIT advirtió ese riesgo cuando afirmó, en un informe de 2015,
que "la efectividad de los regímenes laborales especiales para jóvenes aún
está por verse" y que la experiencia en la región de este tipo de iniciativas
"no ha prosperado".
Son fórmulas conocidas por los argentinos que ya fracasaron en el
pasado y que, con el acompañamiento de los grandes medios de comunicación, se
presentan a la sociedad como soluciones rápidas y efectistas para situaciones
complejas de resolver. Incluso modalidades contractuales mucho más
"baratas" también fracasaron en su intento de crear puestos de
trabajo, ya que la reducción del costo laboral sólo genera aumento en las ganancias,
pero no en el empleo.
Luego de muchos años, volvimos a encontrarnos con ideas y conceptos que
nos llevan a un pasado cercano y doloroso. La idea de que flexibilizando las
formas de contratación se va a crear más empleo nunca resultó efectiva en su
aplicación sobre la realidad. Quienes ven en la creación de este nuevo régimen
una modalidad atractiva para la generación de empleo es probable que hayan
recibido con igual beneplácito los contratos basura, los tickets canasta, la
ampliación de las pasantías y del período de prueba o los convenios colectivos
por empresa, medidas que no hicieron más que profundizar los padecimientos de
la clase trabajadora.
Esperemos que la posición del Gobierno respecto del proyecto de emergencia
ocupacional y su propuesta de un régimen especial para jóvenes sean tan sólo
errores circunstanciales. Abandonar de forma definitiva la senda de la
protección del empleado que tantos beneficios generó para todos los argentinos,
incluso para los jóvenes sobre los que hay que seguir trabajando, puede
significar un grave retroceso respecto de políticas que este gobierno había
prometido mantener.
Como dijo el propio Macri cuando manifestó su oposición a la ley que
prohíbe los despidos: no hay que repetir los errores del pasado.
* Doctor en Derecho del Trabajo y docente de la UBA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario