3/30/2016

efecto resonancia en el fr: por frecuencias competitivas, se cae un "puente natural"

Hartazgo. Ésa es la palabra que escucharon de boca del intendente de San Miguel, Joaquín De la Torre, varios de los dirigentes que lo llamaron o se reunieron con él para tratar de entender su salida del Frente Renovador (FR). En las mismas conversaciones comprendieron también que su presunto salto a las filas del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, versión fogoneada desde el interior mismo del massismo, por ahora no tiene sustento.

“He dejado de tener funciones en el Frente Renovador”, contó De la Torre al portal de noticias bonaerense El Embudo. Y le puso nombre y apellido a parte de su enojo: “Me preocupó y me alarmó lo que pasó en el Senado bonaerense, donde el vicepresidente segundo (Sebastián Galmarini, cuñado del jefe del FR,Sergio Massa) y el presidente del bloque (Jorge D´Onofrio) dieron por terminado el acuerdo con Cambiemos. No es mi postura”.

Lo cierto es que, más allá de las internas del FR, lo que se rompió es la relación con Massa. De la Torre y el ex jefe de Gabinete eran amigos desde hace años, pero ese vínculo estrecho se viene esmerilando desde mediados del año pasado y llegó ahora al punto de quiebre.

El problema empezó cuando el Frente Renovador se convirtió en el “massismo”. Para De la Torre, socio fundador del sello electoral de Massa, virtual jefe de campaña en las legislativas 2013 y uno de los responsables del armado bonaerense del FR, esa estructura que tenía en un grupo numeroso de intendentes su base de operaciones viró a un plan personalista en el que lo que antes de resolvía en una mesa de discusión, aunque chica, hoy es un grupo de legisladores, operadores e intendentes siguiendo las directivas de Massa. Lo que terminó definiendo su salida, en síntesis, es el cambio brusco en los mecanismos de toma de decisiones en el FR.

Por eso es que, si se revisa la agenda más próxima de actividades del FR, será imposible encontrar el apellido De la Torre en la lista de dirigentes presentes: aunque lo siguen invitando, hace meses que no participa de ningún acto o evento massista.

Lo personalista trasciende, aunque suene paradójico, al propio Massa. Son varios los miembros del FR que creen que las órdenes de acción salen como cosa resuelta desde el entorno íntimo del ex intendente de Tigre, que componen él y su familia. Esto se replica tanto en despachos de la Legislatura bonaerense como en algunos municipios.

Las mismas voces le adjudican a Sebastián Galmarini la versión de un acuerdo con Urtubey para que el intendente de San Miguel sea su “pata bonaerense” en su plan presidencial para 2019. Lo que cansó a De la Torre, explica un colaborador cercano, es que “lo que él construía de armado provincial durante el día, el ´massismo´ lo deshacía de noche”.

Por perfil y vínculos, De la Torre crecía como puente natural para las relaciones con el macrismo en la provincia de Buenos Aires. Tiene excelente llegada a la gobernadora, María Eugenia Vidal, y hasta sonó como su posible compañero de fórmula cuando un acuerdo provincial entre el FR y el PRO era una opción. Ese feeling con el macrismo le sirvió para, por ejemplo, ser uno de los pocos intendentes a los que la Casa Rosada le permitió poner gente propia en las oficinas de PAMI y de Anses en su distrito. Un privilegio que puso en alerta al “massismo” pura sangre.

Los rumores de un acercamiento con intenciones electorales de De la Torre con Urtubey es un fuego atizado desde el círculo de poder con sede en Tigre. “Joaquín tiene mucho más para dar desde afuera. Y es más atinado pensar en un peronismo federal, con Urtubey a la cabeza, que en una fuga a Cambiemos” es una textual off the record que varios portales replicaron, como salidas de una influyente voz massista. El temor no es que quien encara su tercer período como intendente de San Miguel tienda lazos con el gobernador de Salta, sino que termine siendo una ficha del macrismo en el convulsionado mapa político bonaerense.

De la Torre y Urtubey, es cierto, tienen una relación personal desde hace varios años. En lo institucional, han compartido actos y eventos por los cargos que ostentan. Esa relación se trasladó a lo personal: cada vez que uno de los dos pisa la tierra del otro, hay un encuentro. Pero lo cierto es que lanzar un pacto político cuando lo más cercano en el calendario electoral son comicios legislativos entre un intendente bonaerense y un gobernador del norte no guarda una lógica sostenible. Lo que no bloquea, claro está, que sí terminen jugando juntos cuando Urtubey empiece a transitar su campaña presidencial para 2019.

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