3/14/2016

brasil: la marcha del ajuste

La calle espera darle la estocada definitiva al PT

• EN LOS PRÓXIMOS DÍAS SE REACTIVARÁ LA OFENSIVA CONTRA LA PRESIDENTA

Por: Marcelo Falak

Las multitudes que reclamaron ayer en todo Brasil la renuncia o destitución deDil ma Rousseff y el encarcelamiento de Luiz Inácio Lula da Silva fueron tan grandes que resulta difícil traducirlas en números. En todo caso, a la hora del balance, prima lo conceptual: las manifestaciones satisficieron las expectativas de los movimientos sociales y los partidos de la oposición, que están convencidos de que sólo "la calle" puede darle el empujón final al Partido de los Trabajadores.

Un elemento llamativo fue que las protestas no se limitaron a las capitales estaduales sino que trascendieron incluso a localidades medianas, alejadas de aquéllas. El movimiento crece.

Dilma parece una hoja en el viento, especialmente después del espectáculo de ayer.

Por un lado, porque el juicio político en su contra se reactivará pronto, probablemente esta misma semana si el Supremo Tribunal Federal (STF) dirime los excesos del procedimiento establecido por la Cámara de Diputados a fines del año pasado.

Segundo, porque persiste la posibilidad de que el Tribunal Superior Electoral (TSE) tome la decisión sin precedentes de declarar nulas las elecciones de octubre de 2014, si es que determina que el PT logró el triunfo con dinero desviado de Petrobras. Mucho se discutirá, en tal caso, si esa fue la única campaña pagada con dinero negro y sobre la potestad del "partido judicial" de relativizar al extremo el voto popular.

Tercero, porque la andanada de denuncias de corrupción no da pausa y cuarto, porque el principal partido aliado de la mandataria, el del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) ratificó el sábado como su líder al vice, Michel Temer, quien se muestra al acecho, y anunció que en treinta días definirá si abandona el Gobierno.

La endeblez de Dilma es tan dramática que el viernes debió convocar a una conferencia de prensa para desmentir informaciones de prensa que la mostraban casi decidida a renunciar. Y, por si eso fuera poco, el sector del PMDB que intenta salvarla (acaso porque sus líderes también están acusados de corrupción), lanzó al debate la posibilidad de cambiar el sistema presidencialista imperante por uno parlamentario, lo que supondría convertir a Rousseff en poco más que un florero. Todo está en el aire en el Brasil de estos días.

Con la excusa de que evitó movilizarse para que no se produjeran enfrentamientos con los opositores, el PT promete tomar las calles este viernes. Su militancia y la de los movimientos sociales que le responden puede generar una manifestación importante, pero pocos creen que logre empardar lo visto ayer. Acaso aquello, el temor de muchos a que la grieta derive en violencia, es el freno principal para que el movimiento destituyente termine de imponerles su ritmo a la Justicia y el Congreso.

El analista político Marcelo Rech, director del instituto Inforel, le dijo a Ámbito Financiero desde Brasilia que "en el PT hay un clima de velorio y muchos ya dan por seguro que Dilma va a perder el poder y que Lula va a terminar preso. Van a seguir intentando movilizar a la militancia, pero la estrategia ya es la de caer luchando".

Algo sugestivo sobre el clima imperante es el estado de ánimo de opositores y oficialistas. Mientras los primeros arremeten con toda su fuerza contra Dilma y contra Lula, los segundos parecen muchos más dispuestos a poner el hombro por el segundo que por la primera. Es entendible: sin él, el PT no es nada.

Esta vez, los movimientos sociales que lideran el reclamo de "Fora, Dilma" aceptaron el respaldo orgánico de los partidos y los líderes de la oposición. Es que si el establishment cree que la calle tiene la clave para desatar el nudo, ésta necesita de la acción decidida de las instituciones para que su acción no se desvanezca.

Según Rech, el movimento por la salida de la presidenta excede lo visto ayer. "Mucha gente abandonó la idea de salir a manifestarse justamente porque no se siente representada por ningún partido y no acepta formar parte de algo de lo que pueden sacar provecho los políticos de la oposición". 

"Esos partidos tienen una gran parte de la responsabilidad por lo que está ocurriendo en Brasil, ya sea por lo que hicieron en el pasado como por lo que omitieron hacer", explicó.

Atención: la ola antipolítica no alcanza solamente al PT. El senador Aécio Neves (mencionado varias veces por delatores de la Justicia, pero en ningún caso investigado) y el gobernador paulista Geraldo Alckmin, los dos precandidatos presidenciales más potentes del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), escucharon aplausos pero también insultos, gritos de "corruptos" y silbidos en la calle, según consignaron medios tan insospechables de petismo como los sitios web de O Globo y Folha de Sao Paulo.

De las crisis, se sabe cuando comienzan pero nunca cómo ni cuándo terminan.

Alrededor de un millón de personas salieron en las calles en la que pudo ser la mayor marcha de la historia de la democracia

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