10/13/2015

tramo final: ni propios ni exrtraños


Leemos en Nestornautas

A 12 días de las elecciones y cuando quedan 10 días reales de campaña, el oficialismo no podría pedir que las cosas vayan mejor; a punto tal que no sería extraño suponer que en breve se plantee desde los medios opositores que la campaña de la oposición fue intervenida por topos kirchneristas. 

A medida que se acerca el 25 crece el revoleo de concheros entre Macri y Massa tirándose con encuestas, desafíos de debate, denuncias de pactos espúreos con el oficialismo y reclamos de paternidad del "voto útil", en una virtual confirmación de la verosimilitud (más allá de la credibilidad que se les asigne a las encuestas) de la hipótesis de un triunfo de la fórmula del FPV en primera vuelta.

Este tramo final de la campaña de los dos principales aspirantes opositores enfocados de pleno en el otro en lugar de disparar su munición sobre Scioli, es el casi inevitable colofón de una campaña que transcurrió entre barandazos conceptuales y de planteos de campaña; verificables tanto en el evangelismo vacuo del mensaje de Macri (que en los spots de campaña parece más un tele-pastor brasileño que un candidato presidencial), como en el lanzamiento serial de "propuestas concretas" inverosímiles desde la inviabilidad (y en no pocos casos, incompatibles entre sí), en el de Massa.

Ninguno de los dos ha logrado hacer pie en el núcleo duro de los votos del FPV, y está por verse hasta que punto pudieron captar otros apoyos disponibles entre los indecisos, votantes en blanco y ausentes del comicio en las PASO: dejando de lado la discusión sobre la prevalencia en la sociedad de la idea de la "continuidad" o la del "cambio", lo cierto es que todo indica que aun de darse el segundo caso, ni Macri ni Massa logran convencer a segmentos importantes del electorado que están en condiciones de encarnarlo.

Macri arrancó la campaña proponiendo (y logrando) la alianza con la UCR para absorber todo el voto anti-peronista y ensanchar la escasa base territorial del PRO en una campaña explícitamente "desperonizada", para terminar inaugurando el monumento a Perón en una apelación al voto peronista que fue no solo la admisión implícita de que con el "anti" no alcanza, sino de que de ese modo se transmite sensación de gobernabilidad: mejor confirmación de uno de los argumentos fuertes del peronismo (proviniendo nada menos que del candidato opositor mejor posicionado en las PASO), imposible de pedirse.

Para peor (para los opositores) se percibe cierta fatiga conceptual en el sistema de medios hegemónicos que los editorializa, les marca la cancha y les baja línea, insistiendo en forma forzada y machacona con ciertas cuestiones que no mueven el amperímetro (en términos de incidencia electoral) fuera del núcleo de los convencidos; lo que se denominan las "audiencias redundantes". 

Lejos de eso, esa insistencia pone en riesgo las de por sí escasas chances de los candidatos opositores de sumar apoyos, fuera del núcleo duro del anti-kirchnerismo.

La agenda "institucional" o "republicana" tuvo siempre escasísimo peso electoral porque el grueso de los votantes se definen por otros parámetros más concretos y tangibles (básicamente, situación y perspectivas a futuro en orden al empleo, salario y consumo); y su peso específico disminuye aun más cuando en esa agenda se van sobreimprimiendo los temas unos tras otros, en una especie de ensayo permanente para ver cual es la "bala de plata" que logra el efecto deseado.

Mas aun si a un tema "pesado" le sucede de inmediato otro más "light" que lo desplaza, como si el anterior no hubiera sido suficiente (o acaso a causa de eso), y así pasamos del caso Nisman a la corrupción, y de las denuncias de fraude al cuestionamiento de la cadena nacional.

Claro está que todo lo precedentemente dicho no implica que la elección esté ganada, o que la campaña hasta el domingo de la elección vaya a ser un lecho de rosas.

Por el contrario, los márgenes de error que marcan las encuestas que circulan y las reglas constitucionales para definir si habrá o no balotaje imponen extremar los recaudos para no cometer errores no forzados; y evitar en lo posible pegarse tiros en los dedos del pie.

Si es cierto que en el peronismo "el que gana conduce" (y más allá del debate que se abre sobre el rol de Cristina hacia el futuro) habrá que recordar que Scioli aun no ha ganado, pero en el camino hacia el triunfo deberá ir demostrando dotes de conductor: los derrapes de Urtubey primero y Closs después en el caso de los fondos buitres claramente restan, sobre todo en el voto propio; y el horno no está para bollos, o la campaña para "apresurados" por marcar "diferencias".

La reflexión debe completarse con otra: las PASO derrumbaron la idea -instalada en muchos sectores- sobre que Scioli era el mejor candidato porque captaba voto "propio" suyo por fuera de la base electoral del kirchnerismo: las cifras indican que incluso no logró captar la totalidad del voto FPV, sobre todo si se analizan en detalle no sólo las cifras, sino su despliegue territorial, comenzando por la propia provincia de Buenos Aires y algunos distritos clave del conurbano...

1 comentario:

profemarcos dijo...

LA campaña contra Scioli la hace él mismo, cada vez que confirma el nombre de un nuevo ministro