Señala Javier Lindenboim , en agrio tono opositor , hay que decirlo, dos dificultades de la información estadística reciente en torno al mercado de trabajo:
1- Uno de ellos, de estos días, refiere a la difusión de las cifras de ingresos salariales de los trabajadores precarios sensiblemente por encima de la que habrían beneficiado a los trabajadores cubiertos por las normas legales. En condiciones de complicaciones en el mercado de trabajo el comportamiento típico se manifiesta en un empeoramiento de la calidad del empleo y en un deterioro de los ingresos. En ese contexto hay pérdida de puestos protegidos, mayor chance de conseguir empleo pero en condiciones precarias y un achatamiento de las remuneraciones. Sin embargo el último informe de INDEC niega eso: en un año el empleo precario habría recibido un alza de más del 40% y el empleo protegido unos 10 puntos porcentuales menos. ¿Será un error u otra cosa?
2- Otro ejemplo se encuentra en el último informe sobre empleo de la Encuesta de Hogares referido al 2° trimestre de este año. Esos datos dicen que la proporción de personas ocupadas en el total de la población (tasa de empleo) cayó casi dos puntos porcentuales respecto de un año atrás. Sin embargo, los valores absolutos incluidos en ese informe, muestran una cifra de ocupación casi idéntica a la del año anterior.
¿Cómo puede conciliarse una cosa con otra? Muy sencillo: el universo poblacional al que le aplican la tasa actual (41,4% frente al 43,1% de 2013) está agrandado artificialmente, con el argumento de que se ajustaron los valores en base a los resultados del Censo de 2010. En los hechos, en lugar del 1% de aumento de la población (que es el ritmo anual en Argentina desde hace al menos dos décadas) se cuantificó un total que resulta muy superior pues implica una suba del 4% en el año, es decir, cuatro veces mayor. Con ese procedimiento, se oculta la caída del empleo que, sin ese artilugio, debería mostrar una pérdida de casi medio millón de trabajadores. Esa disminución es algo más del 10% de todo el aumento del empleo en la década reciente.
A nuestro juicio, la primera objeción es pertinente y debiera informarse más plenamente por qué el salario informal crece tanto más que el formal. Es sin duda un comportamiento anómalo, pero tal vez pueda explicarse. No sabemos, no nos acostumbren a atar todo con alambre
La segunda objeción no es consistente. Es aceptado que la calidad del Censo 2001 estuvo en línea con el gobierno de turno y que su información fue manifiestamente extravagante. Por ejemplo vió disminuir en 300.000 personas la población porteña que permanecía estable desde 1947 en torno a los 3.000.000 de habitantes y en 2010 volvió a su nivel habitual. Es esperable que el crecimiento poblacional altere su ritmo histórico para corregir la pobre base censal del año 2010 realizada al calor de la Alianza Progresista Frepaso-UCR.
No parece sensato condenar este recálculo al rincón de las sospechas. Por otra parte respecto a la tasa de ocupación suena pueril que hubiera un aumento artificial del número de ocupados absolutos puesto que ese corrimiento se desliza también a otras tasas menos amables para el gobierno nacional como la de desempleo y subempleo. No es razonable que se sospeche en este punto de manipulación estadística.
En suma primera objeción de Javier en su calidad de gran investigador, aceptable. Segunda objeción en calidad de gran opositor, derrape. No pasa nada es lo habitual, igual te queremos che.
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