9/21/2014

escenario 2015: hacia una "representatividad no defraudatoria"


Leemos a Hernán Brienza

El kirchnerismo produjo un cambio en la parábola de la caída de legitimación de la clase política. Con todo el aparato mediático en su contra, con los principales grupos de presión, representantes de las elites dominantes, ha logrado, a casi 12 años de gobierno, mantener cautivado a un gran porcentaje de la población. 

Aquí surge, claramente, un problema. ¿Hasta dónde es transmisible esa confianza política depositada en Néstor y Cristina? Dentro de ese espacio amplio y confuso –y a veces contradictorio– que es el espectro del kirchnerismo se escucha casi siempre la frase: "Yo tengo fe en ella y en nadie más." Las encuestas, incluso, así lo reflejan. Y más allá de las imposibilidades propias de los liderazgos para generar sucesores, remplazantes, acompañantes, lo cierto es que pocos kirchneristas creen que haya dentro del ámbito del Frente para la Victoria o del Justicialismo liderazgos no contaminados con los años noventa o que hayan dado pruebas cabales de ser capaces de ejercer una "representatividad no defraudatoria" en el corto o mediano plazo. La confianza en "los" Kirchner está probada para sus propias filas.

Máximo viene, de alguna manera, a funcionar como "garantía de calidad kirchnerista". No se sabe, en términos públicos, si tiene o no condiciones para la política. Eso lo demostrará andando. Pero hay algo que es indudable: es kirchnerista de pura cepa –sepa disculpar el lector la ironía del lenguaje–. Pero repito, no se trata de pensamiento mágico, de si mueve las manos como su padre, que si el tono de voz lo recuerda, de si es punzante como la madre, que si hereda o no sus cualidades, sus capacidades conductoras. Su aparición pública derrumba varios mitos: Máximo no es como lo pintaron durante estos años las operaciones periodísticas de los medios de la oposición...

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