7/24/2014

la devaluación de enero y las perspectivas para el segundo semestre














Leemos en Estructura Desequilibrada: 

Con la excusa de un trabajo que tengo que mandar la semana que viene a la JEC sobre la devaluación de enero pensé en escribir esta entrada. El objetivo sería utilizar esto como ejercicio para aclarar un poco mis ideas al respecto, y de paso, discutir un poco el tema en los comentarios quizás (aunque últimamente hay poco y nada, lo más cercano fueron unos spams insoportables que dicen hey dude, awesome page, try mine y te dejan un link de esos que nunca hay que apretar).

Volvamos al tema de la devaluación, entonces. Lo primero que deberíamos analizar son las causas que llevaron a eso. Creo que lo mejor sería clasificarlas de manera temporal; así podemos identificar causas de largo, mediano y corto plazo. Entre las primeras se destacan el problema energético y la falta de industrialización [1], donde en realidad ambas se pueden resumir en una sola: falta de planificación. Para las del mediano plazo, tenemos una sola, el cepo cambiario. Esta medida se introdujo como una respuesta a este mismo problema, que no solo no funcionó sino que trajo consigo nuevos problemas más difíciles de resolver, como la disparada del paralelo y el aumento en las expectativas de devaluación, la caída de las exportaciones y el aumento de las importaciones[2]. Todo esto hizo que las reservas empezaran a caer lentamente al principio y de manera más acelerada al final (la causa de corto plazo), allanando el camino para la devaluación, que terminaría cristalizándose en enero.

Un tema aparte, pero no menor, es si la devaluación fue una decisión del gobierno o si fue una movida de los principales actores financieros. Cada uno culpa al otro, como siempre. Al principio me inclinaba por pensar que había sido una decisión de política, porque me resultaba muy difícil de creer que fuera tan sencilla la supuesta maniobra puesta en práctica por el CEO de Shell para forzar la devaluación. Sin embargo, parece que técnicamente esto es posible y que ahora la investigación va en serio. Si esto fuera así, queda abierta la pregunta acerca de si había otra salida (menos dolorosa) a los problemas mencionados anteriormente[3].

Nos quedan, por último, las consecuencias. Como ya sabemos, las devaluaciones por lo general vienen acompañadas de un aumento en el nivel de precios, una caída del salario real y consecuentemente una desaceleración del nivel de actividad. Veamos que sucedió entonces.
El nivel de actividad claramente se desaceleró: durante el primer trimestre del año se contrajo el PBI, lo mismo que el EMAE durante marzo y abril. El problema es que la desaceleración había arrancado en realidad a mediados del año pasado, por lo que resulta bastante difícil saber cuánto de la contracción se debe a la devaluación de enero y cuánto a la inercia que ya arrastraba (click en todas las imágenes para agrandar).

Un dato no menor a destacar es que, a diferencia de la mayoría de los episodios devaluatorios anteriores, el gobierno tomo una postura bastante expansiva para lidiar con la devaluación: por el lado fiscal, el gasto se aceleró notablemente, logrando un impulso fiscal sumamente positivo y anticíclico (+1,3% del PBI); por el lado monetario, al principio respondió con la medida de manual (subir las tasas, contrayendo la base monetaria), pero rápidamente las volvió a bajar, aunque manteniéndolas en niveles superiores a los observados previo a la devaluación...

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