6/01/2014

falso nacionalismo



En 2012, ante la caída de la producción y el aumento de las necesidades de consumo producto del sostenido crecimiento económico, el gobierno de Cristina Kirchner decide un cambio radical en materia petrolera con el objetivo de recuperar el autoabastecimiento, pero para eso necesitaba la herramienta para llevar a cabo esa nueva política. 

Esa herramienta era YPF. Se retoma entonces el control de YPF expropiando el 51% de las acciones de Repsol y nace así una YPF, la cual tiene un desafío fundamental: lograr poner en producción los recursos no convencionales que nuestro país tiene en abundancia. Estos recursos cambian nuestra perspectiva energética, ya que tienen un potencial de aumentar sesenta veces las reservas de gas y diez veces las de petróleo. Pero para esto hace falta grandes inversiones y es en este contexto que debe entenderse el acuerdo de YPF con Chevron y los futuros acuerdos que seguramente se irán firmando con otras empresas petroleras.

Nuestro país fue el propulsor del llamado nacionalismo petrolero, que era comprensible a principios del siglo XX, pero es un error tomarlo como dogma. Este error ha generado muchos desencuentros y dificultado el desarrollo económico de nuestro país. Así ha sido históricamente. El primer gobierno peronista sufrió una grave crisis energética, por eso Perón entiende que la soberanía petrolera no se ejerce declamando el monopolio estatal sino estableciendo una política energética y una defensa de los recursos que tenga nivel constitucional. 

En 1946 define un Plan Nacional de Energía y en la reforma constitucional de 1949 se promulga el art. 40 que establecía que los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación. A pesar de este marco jurídico, cuando intenta firmar el contrato con la Standard Oil de California (casualmente la hoy Chevron) para intentar lograr el autoabastecimiento, los “falsos nacionalistas” como los llamaba Perón, se oponen tenazmente y logran impedirlo. 

Uno de los grandes opositores en aquel momento fue Frondizi, quien luego en 1958 comprende también que la defensa de la soberanía pasa por lograr el autoabastecimiento y por una ley que defienda los recursos. Así, sanciona la ley 14.773 de nacionalización del petróleo y firma los contratos con varias empresas norteamericanas, logrando ese objetivo en poco tiempo.

Esta tensión permanente que vivió nuestro país entre soberanía y autoabastecimiento, vuelve a repetirse en la discusión pública ante la necesidad que tenemos de desarrollar los recursos no convencionales. Lamentablemente, esta discusión se hace con falsas consignas del pasado y con muy poco conocimiento de la situación petrolera mundial. Hoy el mundo tiene dificultades para satisfacer la creciente demanda de crudo y este recurso será cada vez más crítico. Chevron no lesiona nuestra soberanía, la falta de autoabastecimiento sí.

(*) Director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad y de la Licenciatura en Energética, Untref.

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2 comentarios:

oti dijo...

La "tensión entre soberanía y autoabastecimiento" es tal en la medida que se entienda "soberanía" con un contenido solo negativo: no transar con empresas extranjeras.

La soberanía, bien entendida, es, desde el punto de vista que nos importa en este caso, poder desarrollar al servicio nuestro las capacidades que tenemos.

Las fábricas andan si hay electricidad, para proveer eso se necesitan gas y petróleo, sino no andan. Si no andan, no hay trabajo ni salarios. Sin salarios no hay consumo. Sin consumo no hay demanda ni actividad económica.

Soberanía es que todo eso funcione.

Udi dijo...

Ya lo dijo el compañero Mao, mi estimado Artemio: "lo importante es que cace ratones..."
Salute !