“Todo ser contempla —decía citando libremente de memoria—, todo ser es una contemplación, sí, incluso los animales, incluso las plantas (salvo los hombres y los perros —agregó—, que son animales tristes, sin alegría). Ustedes dirán que bromeo, que es una broma. Sí, pero incluso las bromas son contemplaciones… Todo contempla, la flor y la vaca contemplan más que el filósofo. Y, contemplando, se llenan de sí mismos y se alegran.
¿Qué es lo que contemplan? Contemplan sus propios requisitos. La piedra contempla el silicio y la calcita, la vaca contempla el carbono, el nitrógeno y las sales. Esto es el self-enjoyment. No es el pequeño placer de ser sí mismo, el egoísmo, es esa contracción de los elementos, esa contemplación de los requisitos propios que produce la alegría, la ingenua confianza de que algo va a durar, sin la cual no se podría vivir, pues el corazón se detendría. Somos pequeñas alegrías: estar contento de sí es encontrar en sí mismo la fuerza para resistir a la abominación.”
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