Pronto se cumplirá un año y medio desde la última vez en que dimos noticias. Si todo sigue su curso tranquilamente subversivo en la meseta de Millevaches, lo menos que se puede decir es que, a escala del país, el clima político y existencial tiende a devenir abominable. Lo que se oculta detrás de “la crisis” es un fenómeno tan total que desafía manifiestamente a cada una de nuestras categorías.
Una vez que se ha hablado de los “estragos del neoliberalismo”, del “agotamiento de los recursos”, de la “nada espiritual” o de la “implosión de lo social”, sentimos claramente que se olvida todavía lo esencial.
Todo esto se asemeja bastante a una civilización que conduce directamente hacia un muro a una velocidad vertiginosa, y que busca evitar por todos los medios el replantamiento de sus maneras de vivir y pensar.
En este imperceptible sálvese-quien-pueda, el primer reflejo consiste en aferrarse a todo aquello —especialmente al Estado nacional— que pervive en el corazón del naufragio que es Europa.
El retorno de las viejas lunas fascistoides expresa en primer lugar la ilusión de que este marco estaría en camino de su salvación en el momento en que él mismo se ha vuelto la propia escala de nuestra impotencia.
El pequeño y miserable deseo de exterminación de los “extranjeros” que aumenta en el país da testimonio de tal autoencerramiento en el marco nacional, y de los instintos de canibalismo social que surgen de él desde que se anuncia la escasez.
En pocas palabras: el buque insignia se inunda en todas partes, tiene fugas por doquier...
Esto es lo que, desde un punto de vista local, desde el punto de vista de la comuna, no tiene nada de desastroso. Por doquier, diversa gente busca y experimenta otras maneras de organizarse, de vivir, de vincularse los unos a los otros y al territorio que ellos habitan. Tiene fugas, pero lo que se fuga no lo hace como las ratas.
Hay una búsqueda a la obra, que se encuentra a la medida del desastre general. Sólo que sería un error ver allí simples “alternativas” al sistema económico dominante. La situación es bastante más pánica que esto, y, en un sentido, más política. En lugar de “alternativas”, lo que hay es más bien un combate.
Un combate entre una organización social en reestructuración violenta en beneficio de la pequeña minoría necesaria para el pilotaje de la máquina económica mundial desde las metrópolis, y toda la vida que se agencia a la distancia y contra dicha organización.
Lo que se constituye no son pues islotes, oasis, nichos existenciales en medio del desierto neoliberal, sino verdaderos mundos, una suerte de condensación territorial de fuerzas, ideas, medios y vidas que atraen todo lo que se fuga, todo lo que desierta, todo lo que hace secesión con respecto del nihilismo dominante.
Encima se cayó lo de Tinelli, tal vez no podamos resistirlo. Igual siguen leyendo?
Esto es lo que, desde un punto de vista local, desde el punto de vista de la comuna, no tiene nada de desastroso. Por doquier, diversa gente busca y experimenta otras maneras de organizarse, de vivir, de vincularse los unos a los otros y al territorio que ellos habitan. Tiene fugas, pero lo que se fuga no lo hace como las ratas.
Hay una búsqueda a la obra, que se encuentra a la medida del desastre general. Sólo que sería un error ver allí simples “alternativas” al sistema económico dominante. La situación es bastante más pánica que esto, y, en un sentido, más política. En lugar de “alternativas”, lo que hay es más bien un combate.
Un combate entre una organización social en reestructuración violenta en beneficio de la pequeña minoría necesaria para el pilotaje de la máquina económica mundial desde las metrópolis, y toda la vida que se agencia a la distancia y contra dicha organización.
Lo que se constituye no son pues islotes, oasis, nichos existenciales en medio del desierto neoliberal, sino verdaderos mundos, una suerte de condensación territorial de fuerzas, ideas, medios y vidas que atraen todo lo que se fuga, todo lo que desierta, todo lo que hace secesión con respecto del nihilismo dominante.
Encima se cayó lo de Tinelli, tal vez no podamos resistirlo. Igual siguen leyendo?
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