Sabiendo que el liderazgo de Néstor y Cristina es irreproducible y que cualquier otro habrá de representar, como es lógico esperar, solo una parcialidad del kirchnerismo - cuya dimensión es imposible de estimar- leemos a Julio Burdman: ,
Más allá de los microefectos derivados de la operación de Cristina Kirchner, el video de Cabandié, el atentado al gobernador Bonfatti y el accidente sufrido por el gobernador Gioja, todo indica que es poco lo que cambiará en las elecciones del 27 de octubre, respecto de las primarias de agosto. Más interesante que la especulación sobre resultados, es el análisis de algunas tendencias que se insinúan en la propia campaña electoral.
Un dato interesante que surge de todo el proceso, ya con vistas al 2015, es la constatación de que los herederos del kirchnerismo hegemonizan las expectativas del futuro. Si sumamos los votos que hoy detentan los kirchneristas puros que lidera CFK, los oficialistas leales pero con proyecto autónomo como Scioli y otros gobernadores, y los ex kirchneristas ahora opositores como Massa, tenemos un volumen que supera cómodamente el 50%. Es claro que estas tres variantes de la herencia kirchnerista no son lo mismo. Hoy, de hecho, están bastante enfrentados. Pero desde otra perspectiva, podemos decir que la existencia de estas tres ofertas garantizan al oficialismo una alta probabilidad de que la próxima gestión presidencial proveerá una dosis de continuidad. El electorado decidirá, en dos años, de cuánto será esa dosis.
Ello ayuda a responder una de las preguntas que con más frecuencia se le hacen al analista político por estos días. ¿Cómo será el perfil de gestión de los dos próximos años, habida cuenta de que ni la economía ni el mundo son lo que eran, y que el gobierno se irá aproximando a su fin? Los manuales y los modelos teóricos predicen que si el gobierno vislumbra algún tipo de continuidad, el incentivo a cooperar con la administración futura aumenta.
No hay que esperar que el gobierno haga un giro abrupto en sus políticas económicas. Pero hay algunos movimientos que indican un compromiso con los años venideros. Hay una tasa de devaluación administrada, que se verifica en el aumento del dolar oficial. Hubo un reconocimiento del CIADI y un acuerdo con el Banco Mundial. Y algunas señales en el INDEC. Decir si todo esto es suficiente o insuficiente, si es adecuado o impertinente, es trabajo para los economistas. Pero desde el análisis político, son novedades que no podemos obviar.

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